4 señales que no engañan en una primera cita
Ana acaba de entrar en el bar. Es su primera cita a ciegas y no tiene ni idea de cómo proceder. Se pregunta a quién se encontrará, pero también está nerviosa porque tiene dudas de si será lo suficientemente atractiva como para gustarle. Desde luego no piensa preguntárselo abiertamente. Aunque lo hiciera podría mentir. Entonces, ¿cómo averiguarlo?
Si os parece vamos a echarle una mano a Ana. ¿En qué aspectos debería fijarse para saber que ha despertado al atención de su acompañante? Por supuesto, lo mejor es que sean aspectos que el otro no pueda manipular. Además, sería importante que esta información fuera veraz.
Le diremos a Ana que nos quedaremos en un mesa apartada, observando disimuladamente la conversación. Cuando haya pasado un tiempo prudencial, ella saldrá al baño y nosotros haremos lo propio para hablar con ella. La puerta se abre y la cita comienza.
Influencia
La primera señal honesta que se da en la en la conversación es la influencia. Con este término nos referimos a la magnitud en la que una persona logra que el su interlocutor adecue los patrones de conversación a los suyos. Por lo tanto, la influencia es un indicador de poder sobre la conversación y una forma fácil de percibirla tiene que ver con la distribución de turnos en una conversación, los cambios de tema o las preguntas.
La utilizan, por ejemplo, los padres para que los niños empiecen a hablar. Dicen una palabra y esperan pacientemente a que el niño la repita o conteste. Por otro lado, la influencia y el poder sobre una conversación demanda un esfuerzo mental.
Así, si el acompañante de nuestra amiga Ana realiza este esfuerzo, significará que está interesado en la cita que están manteniendo, ¿qué otra explicación habría para que invirtiera tantos recursos en la conversación que el propio interés por Ana?
Lo contrario sería una señal de que no está interesado, es tímido o prefiere ser prudente. ¿Con qué nos quedamos? Para saberlo, veamos las siguientes señales sinceras que rodean a la comunicación.
Mimetismo
Cuando estamos interesados en un conversación sucede algo muy curioso: tendemos a repetir los gestos de la persona con la que hablamos. Si existe este interés y nos tocamos la oreja, hay grandes posibilidades de que nuestro interlocutor lo haga después. Esta también es una manera de ver la influencia: normalmente quién hace los gestos antes es quien ejerce dicha influencia y quien los repite es el influenciado.
Si no existe dicho mimetismo en los gestos será una señal de falta de interés. Así, si la cita de Ana ni intenta ejercer influencia ni hace eco de la influencia de Ana con los gestos lo más probable es que Ana no le interese y en su mente ya se haya puesto a planificar la reunión del Lunes.
Por otro lado, el mimetismo no solamente es una señal de interés, sino también es una sensación de que estamos a gusto. Es un señal de sincronía y encaje, de que las piezas en la conversación cuadran.
Nivel de actividad
Puede ser el nivel de actividad corporal (mímica) o la propia velocidad de la locución. Cualquiera de los dos signos es un síntoma de implicación en la conversación, y por lo tanto de interés. Piensa en qué te ocurre cuando te sientes muy alegre, ¿puedes parar quieto?
No, por supuesto que no. De hecho existe la acertada expresión popular de “dar saltitos de alegría”. Así, si vemos que la cita de Ana mueve los brazos, se muestra imprecisa y un tanto descortinada sumaremos una señal de interés más a la lista. Después, con todas estas notas, haremos una valoración global y daremos nuestro veredicto.
Coherencia
La coherencia tiene que ver con el análisis holístico del comportamiento de la cita de Ana. Está relacionada con cómo se sincronizan el lenguaje verbal y el no verbal, e incluso los diferentes aspectos del lenguaje verbal y no verbal. Alguien alegre tiende a hablar más alto de lo habitual, mientras se mueve mucho. Es decir, de alguna manera en la expresión sincera toda la expresividad dice lo mismo.
El hecho de que no sea así es una señal de disimulo. En este caso podría ser para simular interés, en una forma de intentar mantener el protocolo social y la educación. O de intentar esconder el interés, para no mostrarse vulnerable con un desconocido.
Otro aspecto significativo de la coherencia tiene que ver con la variabilidad a lo largo del tiempo y no con las diferentes maneras de expresarse en un mismo instante. Que haya variabilidad -por ejemplo, en el volumen de la locución- en una conversación forma parte del proceso natural de la misma y que no la haya puede ser una indicador de que existe un excesivo control sobre la comunicación o de que directamente dicha comunicación no es interesante para el que la produce.
Identificadas las cuatro fuentes de información y tomadas las notas para cada una de ellas -a partir de nuestra observación-, podremos decirle a Ana algo más de su cita. Entonces quizás nos sorprendamos nosotros, porque aunque Ana no haya estudiado estas señales honestas previamente, en realidad las solemos evaluar inconscientemente y no somos malos haciéndolo.
Somos tan buenos interpretando este tipo de información que, cuando nos presentan a alguien, no tardamos en hacernos una idea de si le hemos caído bine o mal. Podemos acertar o equivocarnos, pero de una forma o de otra esta es una información que utilizamos todos los días en nuestras vidas.