5 estrategias para mejorar la atención y la memoria
Mejorar la atención y la memoria es un objetivo para muchas personas. Bien sea porque tienen dificultades para estudiar, porque quieren incrementar sus habilidades en este sentido o porque notan que con el paso de los años esas facultades parecen disminuir.
Lo cierto es que nuestro rendimiento intelectual se incrementa cuando logramos mejorar la atención y la memoria. Ni la una ni la otra equivalen a mayor inteligencia, pero sí contribuyen de manera decisiva a que podamos sacarle todo el partido. En particular, de la atención depende en gran medida la capacidad de aprendizaje.
En realidad, mejorar la atención y la memoria es sobre todo el fruto de hábitos adecuados, además de constancia y disciplina. Se puede lograr a cualquier edad, aunque, obviamente, a edades avanzadas exige más dedicación. Hay algunas estrategias sencillas para lograrlo. Estos son cinco de ellas.
“Recuerde que donde vaya su atención irán sus emociones y su energía. Donde ponga su atención se hará siempre más real para usted”.
-Mario Alonso Puig-
1. Evitar las distracciones y la monotonía
Es casi obvio que para mejorar la atención y la memoria es fundamental evitar las distracciones. Sin embargo, nunca sobra recordarlo. Lo que hay que evitar, en particular, son los ruidos y las interrupciones. Ambos factores inciden de forma bastante negativa en la atención. Y sin atención, la capacidad para generar recuerdos se ve mermada.
Lo de evitar la monotonía no es tan obvio, pero no por ello menos cierto. Hoy sabemos que el cerebro humano tiene unos límites de tiempo precisos en el mantenimiento de la atención. En tareas que requieran de una gran concentración, lo ideal es hacer una pausa cada 30 minutos e introducir cambios en la tarea o el entorno cada dos horas.
2. Repasar y enfatizar, una forma de mejorar la atención y la memoria
En ocasiones, una de las grandes dificultades para mejorar la atención y la memoria reside en querer hacer todo demasiado rápido. Damos por terminada una lectura, simplemente cuando acaba el capítulo o el libro. Esto no es suficiente.
De manera especial, en el caso de la lectura resulta muy importante que vayamos subrayando lo que identifiquemos como más importante o merecedor de ser un recuerdo. A la vez, al terminar es necesario darle un repaso a esos puntos que hemos remarcado. De este modo, se aprovecha muchísimo más el texto. Algo análogo se debería hacer con otras actividades.
3. No realizar multitareas
Hacer muchas cosas a la vez es uno de los hábitos que se ha ido implantando en la actualidad y que, a su vez, más efectos negativos tiene. Son muchas las personas que están haciendo un trabajo y al mismo tiempo tienen el televisor prendido, los audífonos puestos, mientras que simultáneamente están pendientes de su celular.
Lo único que se logra con esto es no prestar atención plena a ninguna de las actividades que se están realizando y, al mismo tiempo, alimentar la ansiedad o la sensación de impotencia por no poder cubrir todo aquello que pretendemos. Esas son las peores circunstancias para memorizar.
Así que, en pocas palabras, trabajar en modo multitarea hace que nuestra capacidad para mantener la atención disminuya mucho antes, a la vez que perjudica nuestra capacidad para crear recuerdos fehacientes y precisos.
4. Crear atmósferas adecuadas
El entorno es un aspecto decisivo cuando se realiza una tarea que exige concentración. Si es el caso, nada mejor que trabajar en un espacio que favorezca el control atencional. Un entorno bien iluminado, en el que haya pocos distractores y un nivel de ruido bajo.
Así, una atmósfera agradable predispone el cerebro a realizar una mejor actividad. Esta atmósfera no es solo física, también es emocional. De esta manera, un tono emocional de baja intensidad va a favorecer precisamente el control atencional y la formación de recuerdos. Es paradójico, pero una emoción con tan mala prensa como la tristeza es en ocasiones un ingrediente que potencia precisamente la concentración.
5. Crear estrategias externas de recordación
La atención y la memoria están muy relacionadas. Cuando se logra un nivel alto de atención, casi que automáticamente se activan los procesos de memoria. Sin embargo, hay ocasiones en las que esto no sucede, bien sea porque el grado de atención no es lo suficientemente elevado o bien porque el contenido a memorizar es más complejo de lo habitual.
Especialmente en esos casos, se vuelve necesario emplear estrategias externas para facilitar la codificación o recuperación de recuerdos. Las estrategias son múltiples: elaboración de fichas mnemotécnicas, la grabación y escucha de un texto o el uso de mapas conceptuales, entre otras.
Como anotamos desde un comienzo, mejorar la atención y la memoria es un asunto que tiene que ver sobre todo con el ejercicio constante y adecuado de esas facultades. En otras palabras: con buenos hábitos. Implica la introducción de métodos eficaces en las actividades intelectuales, de manera que los resultados se ven casi de inmediato.
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- Gómez-Pérez, E., Ostrosky-Solís, F., & Próspero-García, O. (2003). Desarrollo de la atención, la memoria y los procesos inhibitorios: relación temporal con la maduración de la estructura y función cerebral. Revista de neurología, 37(6), 561-567.