5 tabús del mundo contemporáneo

5 tabús del mundo contemporáneo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 agosto, 2023

Los tabús hacen referencia a lo prohibido, que al mismo tiempo tiene una relación con lo sagrado. Puede ser un objeto, una práctica, un concepto, o incluso una palabra. Su rasgo característico es que sobre esto pesa una prohibición y que, por lo mismo, genera sentimientos ambivalentes de miedo y deseo a la vez.

Cada cultura crea sus propios tabús, aunque hay algunos que son universales como es el caso de la prohibición de las relaciones sexuales entre madre e hijo. La función del tabú es impedir algunas conductas que son consideradas peligrosas o impuras dentro de una comunidad.

El peligro que entraña un determinado objeto, conducta o situación no es necesariamente es real, como tal. Se percibe así, debido a la ideología que predomina en una sociedad determinada.

“Odio todo lo que sea privilegio y monopolio. Considero como tabú todo lo que no puede ser compartido por la multitud.”

-Mahatma Gandhi-

En el mundo actual se han impuesto varios tabús que son compartidos por casi todas las sociedades de Occidente. Los tabús fomentan una forma de control social sobre las personas, y rara vez nos hacemos conscientes de que tienen fuerte incidencia en nuestras vidas. Estos son algunos de esos tabús contemporáneos.

Tabús contemporáneos: el envejecimiento

 

Mujer con cuervos representando tabús de la muerte

Parece como si en el mundo actual el envejecimiento fuera una desgracia absoluta, que se debe evitar a toda costa. No toleramos envejecer, y por eso ha tomado forma una suerte de mandato para mantener la juventud eternamente.

Como no envejecer es imposible, terminamos conformándonos con no parecer viejos, aunque lo seamos. El mercado está lleno de fórmulas para ayudarnos a lograr ese cometido. Al mismo tiempo, los viejos son vistos cada vez más como un “estorbo”, sin lugar dentro de nuestra sociedad.

Sin duda, el paso de los años se ha convertido es una especie de maldición de la que tenemos que huir a toda costa. ¿Cuánta gente se opera para parecer más joven? ¿Cuántos cosméticos existen para restarnos años? Nos hemos negado a envejecer. Estamos intentado luchar contra un proceso natural del cuerpo y dándole la espalda a las señales físicas de los años.

La muerte

La muerte siempre ha representado el misterio por excelencia. Se trata de un enigma por el que el hombre se ha preguntado desde la religión, la ciencia y la filosofía. Aún así, mantiene su condición de gran interrogante dentro de la existencia.

Todos sabemos que vamos a morir, pero actualmente el tema presenta una gran ambigüedad: al mismo tiempo que presenciamos la muerte constantemente a través de los medios de comunicación, cada vez somos menos capaces de darle un lugar real en nuestras vidas. La observamos casi a diario, sabemos que está ahí, pero no la asociamos con nosotros. Somos incapaces de pensar que un día llegará nuestra hora.

Los funerales se han convertido en un evento social y se considera de buen recibo que una persona se muestre perfectamente autocontrolada y tranquila después de perder a un ser querido. Algunos hablan de la “muerte seca”: esa que debe experimentarse sin lágrimas.

El contagio

mujer con los ojos tapados

En el mundo actual también hay llamados a “la pureza” desde muy diversos frentes. En casi todo el planeta, los se ve a los inmigrantes como portadores de “algo” de lo cual se deben proteger quienes los reciben.

Va mucho más allá de una competencia por las vacantes de trabajo. Tiene que ver más bien con una idea del mundo en la que no debe haber “mezcla”. El extranjero, el extraño, traen consigo su pobreza, su tragedia. Y muchos hacen como si al entrar en contacto con ellos, todo esto se les pudieran “pegar”: contagiarlos.

Así mismo, a pesar de que vivimos en un mundo repleto de gente ansiosa y deprimida, ha hecho carrera la idea de que debemos alejarnos de quienes muestren síntomas de lo uno o lo otro. Aparentemente, los demás nos pueden “contaminar” de sus emociones.

La desviación en el patrón de belleza

Si en algo ha triunfado el consumismo es en haber logrado hacer de la belleza un estereotipo. Los parámetros que definen lo que es bello y lo que no cada vez son más rígidos. Y cada vez hay más miedo de apartarse de esos patrones. Para muchos, alejarse del patrón de belleza establecido puede suponer una auténtica pesadilla.

No en vano, hay millones de hombres y mujeres en el mundo que gastan el poco tiempo libre que les queda en un gimnasio, para alcanzar “la figura ideal”. Luchar sin tregua para llegar a tener el cuerpo predefinido por el consumo se convirtió en un estilo de vida. Sobra aclarar que el ejercicio es sano para el cuerpo y es una actividad altamente recomendable. Lo perjudicial aparece cuando se convierte en una obsesión para alcanzar un irreal ideal de belleza.

Curiosamente, nunca como ahora habíamos tenido tantas enfermedades de índole psicosomático. Los trastornos de alimentación jamás fueron tan frecuentes. Y el mundo “fitness” se disputa los honores en las preferencias de las personas, con el consumo chatarra.

La pausa y la lentitud

Chica con un reloj en la mano
Cada vez somos más intolerantes a la falta de velocidad. Basta con que el ordenador tarde más de 10 segundos en abrir una página para que experimentemos algunos signos de inquietud y fastidio. Nos hemos convertido en la sociedad de la inmediatez. El bombardeo de información inmediata nos ha acostumbrado a quererlo todo “ya y ahora”.

“En este siglo acabaremos con las enfermedades, pero nos matarán las prisas”. 

-Gregorio Marañón-

Si vas a ligar, tienes máximo dos citas para hacerlo. No hay tiempo para el cortejo, esa práctica que ya resulta obsoleta. El sociólogo Fabián Sanabria ha indicado que el tiempo promedio de una relación sexual entre los jóvenes es de tres minutos.

Nadie aguanta a alguien “que se tome su tiempo” para hacer las cosas. Así mismo, cientos de personas entran en depresión cuando tienen vacaciones y nunca terminan de atiborrarse de actividades durante sus ratos libres. La pausa les genera un vacío insoportable.

Si te fijas, los tabús contemporáneos están diseñados para que “funcionemos” para un modelo específico de sociedad. Una sociedad que se enriquece con tus miedos. Una sociedad que te necesita “feliz”, hiperactivo y trivial.

Imagen cortesía Christian Schloe


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