6 pasos para transformar el dolor en aprendizaje

6 pasos para transformar el dolor en aprendizaje
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 01 febrero, 2022

El dolor es inherente a la vida. Forma parte de ella de la misma manera que el gozo y la alegría también forman parte de esta. Tendemos a pensar que es una casualidad fatal, un capricho del destino, pero no es más que una extensión de nuestra existencia. Por ello no podemos esquivarlo. Y todo esfuerzo puesto en esto será agotador e inútil.

El dolor, al igual que la alegría, nos acercan a nuestra esencia más primaria. Ambos nos dan las lecciones más importantes y nos sirven para guiar nuestros pasos en la vida.

Pero muchas veces convertimos el dolor en sufrimiento. En un trago amargo y eterno que incluso bebemos de una manera agresiva y morbosa. Los peor parados somos nosotros…ya que de alguna manera es como si buscáramos desesperadamente más sufrimiento del ya existente.

El sufrimiento es un añadido más al dolor, no es el dolor mismo

No es malo tener nostalgia ni querer quedarnos con nuestro dolor a solas. Es más, es necesario a veces tener este momento. Tener ese café con nosotros mismos, ese tiempo de encuentro con nuestra intimidad más solitaria. Ese encuentro con nuestra humanidad.

Depresión

Lo más inquietante, y que causa aún más sufrimiento del que ya estamos sintiendo, es todo el peso que nos añadimos mientras vamos por esa montaña de alta pendiente que a veces elegimos. Este peso nos lo añadimos cuando, por ejemplo, nos decimos que esa tristeza durará eternamente, que no es finita, que estamos vendidos a su antojo.

Transformar el dolor en una experiencia de aprendizaje

Pero hay buenas noticias: podemos revertir ese sufrimiento extra y, mejor aún, podemos convertirlo en una experiencia de aprendizaje que aumente exponencialmente nuestra sabiduría existencial.

¿Cómo? José Antonio Garcia-Monge, uno de los psicólogos y personas que más ha influido en mi vida lo explicó en uno de sus libros. Y es que cuando alguien ha participado en el proceso personal por el que han pasado tantas mentes inquietas alcanza una sabiduría que le permite comprobar una y otra vez que el dolor es humano e inseparable al acto de vivir, pero que el sufrimiento es un artificio que añadimos y del que nos podremos despojar.

1. Hemos de reconocerlo

Hay que identificar a nuestro sufrimiento. Saber si es un dolor que me afecta de manera psíquica, física, social, existencial… Hay diferentes tipos y hemos de ser capaces de reconocerlo, de mirarlo de frente y quedarnos por un momento con él en ese encuentro tan especial del que hablábamos antes.

2. Mantener un diálogo honesto con él

Para empezar a dialogar con él, hemos de tener algo claro, y es que el dolor nos está avisando de que algo no marcha bien. Algo está interrumpiendo nuestra paz mental. Por ello hemos de entender de dónde viene este dolor y para qué está apareciendo.

elige amar sin dolor (5)

Respondiendo a estas preguntas ya tenemos un gran logro conseguido. Pero para hacer estas preguntas hay que ser honestos y escuchar lo que este dolor nos quiere decir. No vale huir despavoridos, ni vale escucharle a medias. Hay que escucharle con todos nuestros sentidos y con la mayor sinceridad posible ya que el dolor nos desnuda y nos descubre.

3. No convertirlo en sufrimiento

Como dice Garcia-Monge “El dolor puede quemar una parte de nuestro cuerpo. El sufrimiento tiene el poder de deteriorar a la persona entera“. Qué frase tan acertada… El sufrimiento tiene el poder de bloquear nuestra mente por completo y, por lo tanto, de incapacitarnos.

Convertimos nuestro dolor en sufrimiento en el momento en que lo proyectamos en el tiempo, le dotamos de una permanencia infinita o lo agrandamos con mensajes que nos mandamos catastrofistas y vacíos de esperanza.

4. Tenemos que responsabilizanos de él

Ello no implica echarnos la culpa. Esa culpa que lejos de dar paz la quita de cuajo. Responsabilizarnos de nuestro dolor pasa por reconocer qué estoy haciendo yo para incrementarlo. Para que crezca y crezca de manera que una lluvia tenue termine trasformándose en una inundación.

Cómo puedo ayudarme o cómo puedo pedir ayuda para poder llevarlo de la mejor manera posible. Poner en los demás MI responsabilidad es una vez más un ejercicio inútil que acabará generándonos más dolor. De hecho es de los engaños que menos tiempo suelen sobrevivir.

5. Liberarnos de él sin cambiarlo de sitio

Con los pasos anteriores ya habremos conseguido bastante. Los pasos anteriores van dando una paz que no encontramos cuando postergamos una y otra vez la cita con el dolor. Un encuentro cara a cara y a solas.

caminante no hay camino

Quizá puedo apaciguarlo con algo que me ayude y algo que me ancle a la vida. Cada persona es única y sabe qué le puede ayudar y qué no. No hay soluciones que sean igual de efectivas para todos, ni varitas milagrosas. El proceso de vivir es este.

6. Madurar en él (o a pesar de él)

“Saber existencialmente que somos más grandes que nuestro propio dolor” decía García-Monge. Una vez más, una frase que me conmueve escribir. Ser más grandes que nuestro dolor implica asumir que nosotros NO somos nuestro dolor única y exclusivamente.

Somos más que él. Implica reconocer que tenemos recursos muy potentes que hemos de descubrir y utilizar para ayudarnos y acompañarnos en esta transición tan difícil pero tan humana que es la de pasar del dolor al aprendizaje.

Así que a todas esas personas que estáis pasando por un mal momento os invito a escucharos con la honestidad que ello requiere, a asumir lo que es vuestro y no de los demás, y a abrazaros. Al fin y al cabo, en este aprendizaje de nuestra vida.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.