7 hábitos positivos de las personas con éxito

La motivación, el manejo del tiempo y la fijación clara de objetivos, son algunos puntos claves para conquistar el éxito.
7 hábitos positivos de las personas con éxito

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 21 noviembre, 2023

No es fácil definir los límites exactos del éxito o del fracaso. Ni todos los que consiguen sus objetivos podrían personas con éxito ni todos los que no alcanzan sus metas caben dentro de la etiqueta de perdedores. Ambos conceptos son flexibles y dinámicos. También son relativos y no absolutos.

Lo más usual es que en nuestra vida se presente el éxito y el fracaso de forma simultánea. Lo que sí se puede construir , de una forma más o menos estable, es una actitud exitosa y sesgo para mirar la realidad que favorezca dicha actitud. Las personas con éxito cultivan esa actitud persiguen lo que desean y terminan consiguiéndolo, más tarde o más temprano. Por el contrario, los que no lo hacen, acaban incluso no deseando nada.

Se dice que la diferencia  entre el éxito y el fracaso está en los hábitos. Estos no consisten en adoptar conductas rutinarias y mecánicas. De lo que se trata es de fortalecer y nutrir actitudes que conduzcan a la cosecha de logros. Estos son siete de esos hábitos positivos.

El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”.

-Winston Churchill-

1. El hábito de fijarse objetivos definidos y concretos nos lleva al éxito

Dicen que quien no sabe a dónde va, probablemente llega a otra parte. Los propósitos son una carta  de navegación para la vida. Son genuinos cuando nacen del deseo. Implican conocimiento de uno mismo, reflexión y valor.

Fijarse propósitos se convierte en un hábito  cuando frente a cada situación eliges un norte. No dejas que las circunstancias te vayan llevando, sino que buscas ubicarte y definir hacia dónde quieres encaminarte.

Niño sobre un pájaro

2. Entender las motivaciones

Las motivaciones son un factor fundamental en las personas con éxito. Contar con un porqué y un para que otorga fortaleza  y decisión para ir tras los objetivos. En muchos casos, la definición de razones y fines es un buen indicador de que existe independencia de criterio y honestidad con uno mismo.

Lo que le da sentido a una meta es su razón de ser. Uno se acostumbra a indagar por sus razones o a no hacerlo. En ello puede estar la diferencia entre obtener el éxito o no lograrlo. Si no hay un porqué y un para que delineados, difícilmente se encuentran motivos o razones que alimenten a la fuerza para perseverar.

mujer con mariposas pensando en el éxito

3. Tomar decisiones puntuales

Cualquier decisión exige valor, porque siempre implica pérdidas y ganancias. También supone un riesgo: lo que se resuelva podría conducir al éxito o al fracaso. Por lo tanto, decidir es una de esos pasos que a veces hace temblar los cimientos de uno mismo.

Las personas con éxito no delegan sus decisiones ni se sienten impedidas para actuar cuando no tienen a nadie que les dé indicaciones o consejos sobre lo que deben hacer. Entienden que ellas y solo ellas son quienes deben asumir la determinación y sus consecuencias, lo que no quita para que pidan ayuda en caso de necesitarla.

4. Gestionar adecuadamente el tiempo

El tiempo es quizás el bien más valioso de la vida. De hecho, es la vida misma. Las personas con éxito saben que el tiempo siempre se acaba y por eso hay que aprovecharlo al máximo. Esto significa administrarlo en función de una escala de prioridades bien definida y articulada.

Las personas se acostumbran a priorizar o a no hacerlo. Adoptan el hábito de dejar todo para el final, o de hacerlo con suficiente margen como para sabotear el propósito envenenado de cualquier imprevisto. También distribuyen sus horas de forma constructiva e inteligente. Esto quiere decir que son capaces de encontrar tiempo para ser buenos en su trabajo, pero también para cuidar (y ser cuidados por) sus familias.

5. Aprovechar las oportunidades para mejorar

La desidia y el éxito nunca van de la mano. Para triunfar es necesario tener un punto, al menos, de autoexigencia. Si el propósito es crecer y llegar lejos, es fundamental desarrollar cierta destreza aprovechando oportunidades, o generándolas en su defecto. Esto aplica a cualquier plano: intelectual, físico o emocional.

Además, el éxito requiere de cierta dosis de humildad para aceptar que siempre podemos ser mejores. También es necesario tener claro que hay pocos éxitos que se construyan solos, aunque el azar termine participando de muchos de ellos. Piensa que una persona exitosa tiene el hábito de buscar opciones para crecer.

6. Enfocarse hasta el final

La dispersión solo conduce a permanecer en un estado de confusión y duda. Es el reflejo de que no hay suficiente claridad frente a lo que se desea. Y si no se sabe lo que se quiere, difícilmente se consigue. De hecho, difícilmente se avanza.

hombre con una máquina de coser construyendo su éxito

Cuando comienzas muchas cosas, pero no terminas ninguna, lo que haces es malgastar tu tiempo. Las personas exitosas tienen el hábito de llegar hasta el final en todo lo que se proponen. Saben que eso, por sí solo, constituye un logro.

7. Respetar el tiempo del descanso

El cuerpo, la mente y el espíritu necesitan espacios para la relajación y la expansión. Somos seres integrales y alimentar solo una de nuestras facetas nos lleva, tarde o temprano, a estancarnos. El descanso y el ocio son formas de respetar nuestra integridad humana.

Mujer en una bañera pensando en las personas con éxito

Una cosa es enfocarse decididamente hacia un logro y otra muy diferente obsesionarse con él. El descanso nos ayuda a recuperar las energías y a tomar distancia con lo habitual para verlo mejor. Piensa que aquel que sabe vivir su tiempo libre tiene mayores posibilidades de cumplir con sus objetivos de manera más eficaz.

Las costumbres forman hábitos y estos forman el carácter. Siempre es posible reprogramarnos. ¿Nuestras rutinas de pensamiento y acción apuntan a lograr lo que deseamos? ¿Hemos pensado en ello seriamente, o simplemente dejamos que la vida nos lleve, quién sabe a dónde? Vale la pena hacernos esas preguntas, y sobre todo intentar responderlas.


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