7 actitudes comunes en las personas intolerantes
¿Cuál es la imagen que tienes de ti? ¿Te has parado a pensar alguna vez en cómo te ven los demás? Porque aunque no lo creas, existen actitudes comunes en las personas intolerantes, y tal vez tú, igual que yo, podamos poseer algunas de ellas. ¿Te apetece comprobarlo?
No es fácil ser realmente tolerante, por eso a veces nos encontramos con sorpresas cuando creemos que lo somos. No siempre trabajamos la tolerancia tanto como para colocarnos el adjetivo de tolerantes, pues como dice Jaime Balmes, “no es tolerante quien no tolera la intolerancia”. ¿Y tú, toleras la intolerancia?
¿Toleras la intolerancia?
Antes de entrar de lleno en este tema, me gustaría sugerir un sencillo ejercicio que propone Pablo Morano, experto en crecimiento personal. Este guía aporta una serie de preguntas que pueden darnos una estimación real del lugar en el que nos encontraríamos en una supuesta escala de tolerancia.
¿Eres de esas personas que rechazan lo distinto? ¿Descalificas a las primeras de cambio ideas ajenas, peregrinas o no, incluso llegando a ningunearlas? ¿Eres de los que se molesta porque gentes con opiniones diferentes a las tuyas tengan más oportunidades de expresarlas? ¿Consideras que todo el mundo debería pensar como tú?
Si has contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, considera que mantienes algún grado de intolerancia. Hablamos de grados porque lo normal es que, si dibujamos un segmento delimitado por “tolerancia” e “intolerancia”, todos nos situemos en algún punto de él. Es decir, no todas estas cuestiones se contestarían hacia el mismo polo o con la misma seguridad. Así, todos podemos tener grados mayores o menores de tolerancia o intolerancia según la circunstancia y personalidad.
“Es la tolerancia fuente de paz y la intolerancia fuente de desorden y pelea”
-Pierre Bayle-
Descubre actitudes comunes en las personas intolerantes
Con independencia de otras características personales, existen actitudes comunes en las personas intolerantes. Es decir, que en mayor o menor grado, encontrarás ciertas disposiciones que siempre van a ir unidas a su forma inflexible de pensar. Veamos los más llamativos e identificables.
El fanatismo
Por lo general una persona intolerante muestra fanatismo a la hora de defender sus creencias y posturas. A nivel político, religioso, espiritual, etc., suele ser incapaz de discutir o conversar sin adoptar pensamientos extremistas, creyendo que su visión es la única válida. De hecho, tratará de ejercer su hegemonía sobre los demás y su forma de ver el mundo.
Rigidez psicológica
Las personas intolerantes muestran cierto temor a cuanto es diferente. Es decir, son rígidos en su psicología, por lo que les cuesta aceptar que otras personas tengan visiones y filosofías distintas. Así pues, marca diferencias y distancias con lo que no coincide con su manera de pensar, no lo acepta e incluso le produce ansiedad.
La rigidez psicológica está relacionada con una conducta autoritaria. El psicólogo social Milton Rokeach aseguró que cuanta más rigidez psicológica, más rígido es nuestro sistema cognitivo. Y cuanto más rígido es nuestro sistema cognitivo, menos aceptación de aquello que no nos agrade. Esto nos llevará a una actitud intolerante con lo diferente.
Por otro lado, Adorno y su equipo (1950) arrojaron una teoría que todavía sigue vigente en nuestros días. Según el autor, los cambios sociales acontecen con tal rapidez que provocan una incorrecta estructuración cognitiva en el individuo. Esto provocaría en la persona la aparición de inseguridad y ansiedad, empujándolo a tomar una actitud autoritaria para solventar esta inseguridad y ansiedad. Esta actitud autoritaria le llevaría a la intolerancia.
Suelen mostrar amplios conocimientos no reales en cualquier materia
El intolerante siente que se ha de defender las personas que son o piensan diferente. Así pues, crean o inventan, dándoles carácter de realidad, teorías y conocimientos en materias sobre las que no tienen conocimiento. De esta forma no aceptan ni escuchan otros puntos de vista que no sean los suyos, y consideran que su actitud cerrada está justificada. Incluso pueden recurrir a la burla o a la agresividad si se ven cercados y sin argumentos.
Su mundo es más simple y carente de matices
Un ser humano intolerante tiene en realidad un mundo más simple. Es decir, no escuchan, por lo que no se abren a otras posturas y formas de pensar. Así pues, su mundo es blanco o negro. Formas de pensar como “estás conmigo o contra mí”, “es feo o bonito”, “es erróneo o certero”, sin percatarse de que puede haber una escala de grises. Necesitan seguridades y certezas, aunque no sean reales.
Esto se apoya en una inseguridad interna que necesita de una seguridad externa. Aunque esta seguridad sólo sea un punto de vista. Cuando alguien utiliza un bastón para caminar, sabe que es un bastón más, pero existen muchos más. Sin embargo, el intolerante no piensa que su punto de vista es sólo un punto de vista más, piensa que es el único. Por lo que no hay sitio a interpretaciones ni gama de colores.
Son fieles a la rutina
En general, todo lo que pueda ser imprevisto o espontáneo no les suele gustar. Se aferran a sus rutinas, algo que ya conocen y les ofrece seguridad y tranquilidad. De lo contrario, se estresan o frustran con suma facilidad.
La seguridad a la base de todo. La rutina ofrece seguridad. Aquello que esté fuera de un procedimiento habitual puede descolocarles y agitarles. No interiorizan la aceptación como proceso de asimilar el cambio. Las cosas deben ser fieles a sus rutinas establecidas.
Esto podemos observarlo en gente que todos los fines de semana cena en el mismo local y en la misma mesa. El día que “su” mesa no está libre sienten malestar e incomodidad. Pueden llegar a la frustración y a la ira. Sin embargo, raramente ocurre, ya que se encargan de tener reservada siempre la misma mesa.
Sus relaciones sociales pueden ser complejas
La falta de capacidad empática de un intolerante le puede granjear serios problemas sociales. Necesitan corregir, dominar e imponer siempre su punto de vista. Ello les lleva a rodearse de personas pasivas o con baja autoestima. Con las demás, su interacción acaba por ser imposible o muy compleja.
Existen grupos de amigos en los que ciertas conversaciones están vetadas o se mantienen muy de vez en cuando. La razón es que “el intolerante de grupo” es capaz de aguar una reunión agradable sólo porque el resto no esté de acuerdo con su opinión. Esto provoca que al final las conversaciones sean banales y superficiales.
La mejor manera de afrontarlo es saber que hasta ese momento nuestro amigo es así, por lo que ya sabemos cómo reaccionará y podemos adelantarnos a sus enfados. También podemos practicar paciencia. O incluso, con humor, hacerle vez que es un poco “cabezón”. Ser intolerante no es sinónimo de ser mala persona. Pero sí puede serlo de ser difícil de aguantar. ¡Qué mejor que el humor para decirle a nuestro amigo que revise su forma de afrontar la vida!
Suelen mostrar un alto nivel de celos
Un intolerante difícilmente aceptará el éxito de otra persona que no sea él, porque esa persona siempre será en algún grado diferente y, por lo tanto, en algún grado equivocada. Es más, si ese individuo tiene una forma de ver el mundo más abierta y tolerante, le producirá una honda inquietud y malestar. Aumentarán sus niveles de ansiedad, ya que es algo incorrecto desde su punto de vista, siendo un posible origen para los celos.
“El enemigo no es el fundamentalismo, sino la intolerancia”
-Stephen Jay Gould-
Estas son actitudes comunes en las personas intolerantes que se suelen presentar en mayor o menor medida. ¿Encuentras alguna de la que te sientas aquejado? Si es así, ponle freno sin dudarlo, serás más feliz y tus posibilidades de enriquecimiento personal se multiplicarán.