Amor líquido: ¿la realidad del amor del siglo XXI?
Imagina que aparece un señor mayor, con una simpática calva, mientras fuma en pipa, y te dice “los móviles ayudan a estar conectados a los que están a distancia. Los móviles permiten a los que se conectan… mantenerse a distancia”. Esta es una frase lapidaria del recientemente fallecido Zygmunt Bauman, quien acuñó el término amor líquido, entre otras “cuestiones líquidas” que tal vez definan nuestra realidad.
Te propongo a partir de ahora un pequeño paseo por el concepto del amor líquido de Zygmunt Bauman. Tratemos de desentrañar entre todos si realmente esta cuestión es la verdadera realidad del amor en el siglo en que vivimos. ¿Te parece?
Quién es Zygmunt Bauman
Antes de continuar, quizás sea buena idea conocer un poco más al señor Bauman. Este entrañable anciano a primera vista, fue en realidad un acertado filósofo y sociólogo polaco. Por desgracia, ha fallecido hace pocos días.
Sin embargo, para la posteridad queda su enorme trabajo sobre cuestiones tan actuales como las clases sociales o la posmodernidad. Después de los años 50, bajo la influencia y el eco de acontecimientos tan importantes como el holocausto nazi o la escalada del socialismo, su visión giró hacia asuntos más actuales y relacionados con el final del siglo XX y el comienzo del XXI.
En sus últimos años, el trabajo de Bauman ha girado en torno a la posmodernidad, la globalización, el consumismo y la nueva pobreza. De ahí surgió el concepto de modernidad líquida que nos lleva a la cuestión que hoy nos interesa: el amor líquido.
El amor líquido en el mundo moderno
Bauman ha acuñado el término liquidez para explicar cómo ve a las sociedades del mundo moderno. Para el sociólogo, la fragilidad del vínculo es la realidad de nuestras relaciones. De ahí lo de líquido, de la maleabilidad de la forma y de la facilidad de división de los elementos en estado líquido
Por desgracia, la mente afilada del filósofo polaco estimaba la sociedad actual como un mundo ocasional. Gran parte de las personas que la conformamos buscamos la satisfacción momentánea: ese hecho puntual que nos alegra durante un minuto. Al siguiente es desechado, y unos segundos después, casi olvidado.
Según el ensayista, se debe a que uno de los elementos del amor relacional, el amor propio, también es líquido. ¿Cómo podemos querer a otra persona si antes no nos queremos a nosotros mismos? ¿Qué vamos a ofrecer si no tenemos nada valioso que ofrecer? ¿Con qué vamos a corresponder si nos ofrecen algo valioso? Nuestra falta de autoestima nos lleva a tener relaciones que se diluyen en cuestión de segundos.
“Se me va, como el agua que se escurre de mis manos, se me va”
-Manuel Alejandro-
Por ello, con la poética singular de Bauman, el término amor líquido, y todo cuanto se refleja en nuestra realidad actual, se nos escapa de las manos porque no somos capaces de solidificarlo y asirlo con la fuerza necesaria, ni siquiera el amor hacia nosotros mismos. Vivimos en el mundo efímero del instante como coleccionistas de eventos líquidos. Cada día nos cuesta más crear una realidad sólida formada de amor propio y relaciones verdaderas que duren en el tiempo con la consistencia requerida.
La necesidad del amor propio para establecer relaciones verdaderas
Para Bauman, los humanos modernos necesitamos compromisos fuertes. Y el primero tiene que ser con uno mismo. Sin amor propio, sin responsabilidad personal, sin capacidad para trascender, rara vez estaremos dispuestos a asumir relaciones sólidas.
El ensayista consideró que a día de hoy, más que relaciones, establecemos conexiones. Tal y como hablábamos al comienzo con su frase sobre el móvil, la tecnología nos permite estar en contacto. Sin embargo no la usamos para profundizar, sino para conectar.
De forma muy curiosa, en este sentido podemos observar la paradoja de que cuanto menos trascendentes somos personalmente, más individualistas nos volvemos. Además, precisamente en ese contexto solemos necesidades puntuales que nos satisfagan momentáneamente. Eventos fugaces con comienzo y final, incluso pasando de lo real a lo virtual.
Cómo teñir el amor líquido de realidad
El amor líquido actual es cada día más irreal. Las relaciones establecidas son insustanciales y faltas de contenido y compromiso. Sin embargo, no podemos dejarnos llevar por el desánimo y la temporalidad. Por fortuna, tenemos una herramienta poderosa con la que podríamos luchar contra la insustancialidad del amor líquido. Se llama educación. Pero para usarla y obtener resultados, hay que comenzar desde la infancia.
Es necesario formar niños con seguridad, con una alta autoestima, conscientes de sí mismos y de la necesidad de establecer relaciones reales y duraderas. Chicos libres, con capacidad para pensar y seguridad en cada proyecto que emprenden.
“Amar significa abrirle la puerta a ese destino, a la más sublime de las condiciones humanas en la que el miedo se funde con el gozo en una aleación indisoluble, cuyos elementos ya no pueden separarse”
-Zygmunt Bauman-
De lo contrario, nuestros hijos, igual que muchos de nosotros, estamos abocados al amor líquido de la realidad líquida en un mundo líquido. O al menos, así lo creyó Zygmunt Bauman. ¿Qué opinas tú?