Amor y Tristeza en los Cuadros de Van Gogh

Amor y Tristeza en los Cuadros de Van Gogh
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 agosto, 2023

Friedrich Nietzsche dijo una vez: “Siempre hay algo de demencia en el amor, pero también siempre hay algo de razón en la demencia”. Y sin duda tenía razón, a veces cuesta encontrar los límites en muchos aspectos de la vida humana ¿Dónde termina la genialidad y empieza la locura? ¿El amor nos enloquece?
Y más aún… ¿Por qué la mayoría de los grandes artistas estaban dotados de esa excentricidad que a menudo alcanzaba la enfermedad mental? Recordemos por ejemplo casos como la esquizofrenia de Edvard Munch (Autor de “El Grito”) o las crisis paranoicas del genial Dalí, personalidades titánicas que encontraron en el mundo del arte la expresión perfecta para los demonios y las maravillas de esas mentes privilegiadas pero también sufrientes. Porque recordémoslo, son muy pocos los artistas que de verdad llegaron a ser felices en su arte y aún menos en el marco que recogió el lienzo de sus vidas. El ejemplo de Vincent Van Gogh es sin duda el más relevante.

DEL ÓRDEN AL CAOS

Son varias las enfermedades que llegó a sufrir este pintor humilde que jamás llegó a ser conocido ni apenas valorado en vida: epilepsia, síndrome de Menier y psicosis maniáco-depresiva. Los estudios realizados al respecto de su vida, de sus cartas y sus obras hacen pensar a los expertos que su existencia no fue nada fácil, y que a pesar de contar con el apoyo de su hermano y de su íntimo amigo Paul Gauguin, nada pudo impedir que acabara quitándose la vida a los 37 años de un disparo.
Sus cuadros se habían tornado de pronto más oscuros y ondulados, con estrellas que asemejaban ojos observando su tristeza, trayéndole los ecos de su propia locura.
Pero la verdad es que no siempre fue así, hubo épocas buenas, en especial cuando terminó su formación en París y arrendó una bonita casa en la Provenza, ahí donde habitaban otros artistas de la época y donde cuenta con la inestimable compañía de  Paul Gauguin. Solían salir con frecuencia, se emborrachaban y se empapaban de esas noches parisinas donde cada aspecto brillaba con originalidad propia para ser plasmado en un buen lienzo. Fue entonces cuando realizó “Terraza del café por la noche”.
El equilibrio perfecto de las líneas verticales nos transmite sin duda su tranquilidad interior, su felicidad. Pero no tardarían en llegar los episodios maníacos, ahí donde el insomnio, el pánico y la locura lo llevan a cambiar el estilo de su arte, aparecen los trazos más pesados, más nerviosos, los cuervos inician sus vuelos en sus interminables campos de maíz donde siempre llaman la atención sus colores vibrantes, casi eléctricos…

La oreja de Van Gogh

Son muchos las investigaciones realizadas al respecto de ese incidente. ¿Se cortó realmente la oreja el mismo con una navaja? Para muchos expertos no fue realmente así. Van Gogh centraba su vida alrededor de una persona esencial para él: Paul Gauguin.
Una noche, y durante una visita a un prostíbulo, Gauguin le comentó su intención de dejarlo, no soportaba sus cambios de humor, sus excentricidades y debilidades. Y aún más. Le tenía miedo. Empezaron a pelear en la calle con espadas, pero Gauguin era un experto en esgrima y, quizá sin querer, pasó el filo demasiado cerca y terminó cercenándo la oreja de su complicado amigo.
Van Gogh se fue a casa, y al día siguiente, envolvió en un pañuelo la oreja para enviársela a Rachel, una de las prostitutas que solía frecuentar Gauguin. Declaró que era un acto de despecho, y que llevado por la locura él mismo se cortó la oreja con su propia navaja. No deseaba que culparan a Gauguin, no deseaba por nada del mundo que su querido amigo fuera juzgado y aún menos condenado. Pero tal vez, fue así como empezó su propia condena, porque tras aquel incidente Paul Gauguin desapareció para siempre de su vida, dejándose vencer por la locura y la desesperación, lo podemos ver en “La noche estrellada”, por ejemplo, en ese cielo surcado por violentas espirales donde uno mismo parece quedar atrapado….
Se suicidó poco tiempo después con un tiro en el pecho, despidiéndose de su hermano Theo con una frase: “La miseria no terminará jamás”.


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