Apapachar, la complicidad de acariciar con el alma
Dicen que “apapachar” es una de las palabras más bonitas que existen y que lo es aún más la acción que simboliza, “acariciar con el alma”. Esta bella palabra proviene del náhuatl “apapachoa” y ya ha dado la vuelta al mundo.
Cabe decir que el término nahualt no tiene este significado tan emocional, sino que éste se ha tomado en el proceso de castellanización de la palabra. Así, en realidad apapacho viene de papachoa, un verbo usado para hacer referencia a las acciones de amasar, masajear o sobar con cariño.
Así que a través de las derivaciones ha ido tomando esa connotación de la que hablamos, la de “acariciar con el alma” y dar lugar al desnudo emocional.
Un apapacho es algo más que un abrazo unido a un bonito momento, más bien designa una complicidad, un encuentro emocional, algo que va más allá de un mero contacto cariñoso. Ahora bien, quizás para algunos de nosotros acariciar con el alma tenga este significado pero otros puedan darle más o menos intensidad a su definición.
Acariciar con el alma, rellenarnos de emociones
Podemos seducirnos a través de las palabras y de las caricias más allá del contacto piel con piel, de los sentidos tradicionales, del renacer sentimental y de la reacción de nuestras emociones. En cuestión de sentimientos hay mucho escrito pero, al fin y al cabo, cada uno tiene que pensar, sentir y validar los suyos.
Somos seres emocionales que piensan a través del lenguaje de las emociones y, por eso, sabemos que tanto abrazar como hacer sentir a los demás nuestro afecto es uno de los mejores regalos que podemos hacer.
Porque sentirse acariciado con el alma es sentir la unión de nuestras emociones. Los problemas desaparecen por segundos, la angustia se deja envolver por el amor y por momentos vinculamos nuestras constelaciones con las del otro.
Apapachar proporciona una paz deslumbrante, pues no hay nada que nos haga sentir mejor que sabernos queridos, valorados y apoyados.
El baile químico de nuestras emociones
Lo que llamamos metafóricamente “la unión de dos almas” se convierte en un baile químico a nivel cerebral. Nuestras emociones se combinan sutilmente en forma de dopamina, serotonina, oxitocina y noradrenalina.
Con los abrazos a través de los que nos vinculamos encendemos un sinfín de constelaciones afectivas que potencian nuestro bienestar y nos ayudan a retomar el control, poniendo a nuestra disposición un timón y un anclaje que sin duda nos sostiene en la vida.
Porque al fin y al cabo de esa caricias depende gran parte de nuestro desarrollo socioemocional. Conviene, por lo tanto, anclarse a estas experiencias, mejorar nuestra conciencia y dar amor.
El encuentro más íntimo entre dos personas no es el sexual, es el desnudo emocional
El encuentro más íntimo entre dos personas no es el sexual, es el desnudo emocional. Este intercambio solo puede producirse cuando se vence el miedo y logramos darnos a conocer al otro tal y como somos, sin anestesias ni tapujos.
Podemos seducir y ser seducidos a través de nuestras emociones; sin embargo, solemos descuidar esta faceta y menoscabar nuestra capacidad de conectar o sentir a través del auto y del heteroconocimiento. Porque un apapacho comienza con uno mismo, con nuestra capacidad de autoabrazarnos, de utilizar nuestras emociones para seguir creciendo, aprendiendo y evolucionando a la par de nuestras experiencias.
En definitiva, apapachar es desnudar nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestra verdad emocional. Es romper nuestros miedos y entregar calidez y hogar a través de los abrazos. Todo esto, sin duda, merecía una palabra tan bella.