Así son los síntomas del trastorno disfórico premenstrual
El trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es una extensión severa, a veces incapacitante, del síndrome premenstrual. La definición más adecuada del síndrome disfórico premenstrual es de Silvia Gaviria. Ella plantea este trastorno como un conjunto de síntomas emocionales, comportamentales y somáticos que se presentan al final de la fase luteínica y que se resuelven con la menstruación.
Tanto en el síndrome premenstrual como en el trastorno disfórico premenstrual se dan síntomas físicos y emocionales. Sin embargo, en el trastorno disfórico premenstrual se dan cambios de humor extremos que pueden incluso interrumpir su trabajo y dañar sus relaciones.
En ambos tipos de síndrome los síntomas generalmente comienzan de siete a diez días antes de que comience el período y continúan durante los primeros días de menstruación. Respecto a los síntomas físicos, se pueden dar hinchazón, sensibilidad en los senos, fatiga y cambios en el sueño y los hábitos alimenticios (en ambos tipos.).
Epidemiología y curso
La disforia premenstrual es una variante severa del síndrome premenstrual que afecta aproximadamente al 5 % de las mujeres en edad fértil. Esta enfermedad es descrita ya desde la menarquia en muchas de las pacientes. Su prevalencia aumenta entre la tercera y la cuarta década de la vida, con tendencia a permanecer hasta la menopausia. Remite de manera espontánea en cierto porcentaje de casos.
Se ha reportado que la sintomatología comienza o se agrava tras los partos, con la edad, al comenzar o suspender los anticonceptivos orales o después de someterse a esterilización tubárica.
Entre las variables clínicas asociadas al trastorno disfórico premenstrual se encuentra el antecedente de trastorno depresivo mayor o depresión post-parto, los cuales también se presentan con mayor frecuencia después de ser diagnosticado el TDPM.
Causas
El trastorno disfórico premenstrual se produce por factores genéticos, neurobiológicos y endocrinos íntimamente relacionados. La mayor parte de los investigadores piensa que puede ser una reacción anormal a los cambios hormonales relacionados con el ciclo menstrual.
Los estudios han demostrado una conexión entre trastorno disfórico premenstrual y bajos niveles de serotonina. Los cambios hormonales pueden causar una disminución de la serotonina, lo que conduce a manifestar sintomatología propia del trastorno disfórico premenstrual.
Cuadro de síntomas del rrastorno disfórico premenstrual, según el DSM y CIE
Tras la edición del DSM III-R, este trastorno se involucra de forma más contundente en la psiquiatría bajo la denominación de desorden disfórico premenstrual (DDPM). Posteriormente, en el DSM-IV bajo la nomenclatura de desorden disfórico de la fase lútea.
En los manuales como el CIE-10 no se ha contemplado como trastorno, evidenciándose en la bibliografía diferencias tanto en su interpretación como también en su definición. El trastorno disfórico premenstrual está incluido dentro de los trastornos depresivos en el nuevo DSM-5.
Para hacer un diagnóstico certero el médico debe saber sobre los antecedentes y llevar a cabo un examen físico. Se debe mantener un calendario o diario de los síntomas para ayudar al médico a diagnosticar el trastorno disfórico premenstrual.
Se deben tener cinco o más síntomas de trastorno disfórico premenstrual, incluido un síntoma relacionado con el estado de ánimo, para ser diagnosticada.
Criterios diagnósticos del trastorno disfórico premenstrual en DSM-5
A. En la mayoría de los ciclos menstruales, al menos cinco síntomas han de estar presentes en la última semana antes del inicio de la menstruación, empezar a mejorar unos días después del inicio de la menstruación y hacerse mínimos o desaparecer en la semana después de la menstruación.
B. Uno (o más) de los síntomas siguientes han de estar presentes:
1. Labilidad afectiva intensa.
2. Irritabilidad intensa, o enfado o aumento de los conflictos interpersonales.
3. Estado del ánimo intensamente deprimido, sentimiento de desesperanza o ideas de autodesprecio.
4. Ansiedad, tensión y/o sensación intensa de estar excitada o con los nervios de punta.
C. Uno (o más) de los síntomas siguientes también han de estar presentes, hasta llegar a un total de cinco síntomas cuando se combinan con los síntomas del Criterio B.
1. Disminución del interés por las actividades habituales (p. ej., trabajo, escuela, amigos, aficiones).
2. Dificultad subjetiva de concentración.
3. Letargo, fatigabilidad fácil o intensa falta de energía.
4. Cambio importante del apetito, sobrealimentación o anhelo de alimentos específicos.
5. Hipersomnia o insomnio.
6. Sensación de estar agobiada o sin control.
7. Síntomas físicos como dolor o tumefacción mamaria, dolor articular o muscular, sensación de “hinchazón” o aumento de peso.
Nota: Los síntomas de los Criterios A-C se han de haber cumplido durante la mayoría de los ciclos menstruales del año anterior.
D. Los síntomas se asocian a malestar clínicamente significativo.
E. La alteración no es simplemente una exacerbación de los síntomas de otro trastorno, como el trastorno de depresión mayor, el trastorno de pánico, el trastorno depresivo persistente (distimia) o un trastorno de la personalidad (aunque puede coexistir con cualquiera de estos).
F. El criterio A se ha de confirmar mediante evaluaciones diarias prospectivas durante al menos dos ciclos sintomáticos. (Nota: El diagnóstico se puede hacer de forma provisional antes de esta confirmación).
G. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo).
Críticas al diagnóstico del trastorno disfórico premenstrual
Las categorías diagnósticas del DSM-5 han levantado polémica por la sobrepatologización y el trastorno disfórico premenstrual se sitúa en el centro de esta polémica. Esta etiqueta aparece en el DSM-5 dentro de los trastornos depresivos, para referirse al estado de ánimo de las mujeres en los días anteriores a la menstruación.
Pero ¿se puede convertirse a la mitad de la población en personas con trastorno mental una vez cada mes? Este es el debate. ¿Realmente se puede patologizar un proceso natural del organismo por la reacción o sintomatología que se despierta en determinadas mujeres durante unos pocos días al mes?