Baños de bosque, antídoto contra el estrés
El estrés se ha convertido en un enemigo silencioso que acecha en todas partes. Las grandes ciudades producen sobre todo eso: personas angustiadas. La propia vida urbana hace que a veces haya tensión por el simple hecho de transitar en una calle. El bombardeo de estímulos puede ser tan alto, que cualquiera termina estresado.
Nuestros sentidos también terminan afectados por el estrés. Por ejemplo, nos cuesta más distinguir los olores por la contaminación ambiental. Lo mismo sucede con los sonidos. En cualquier calle principal de una ciudad, los niveles de ruido son tan altos que tenemos que aumentar el volumen para hablar y poner más atención para escuchar.
“Sin bienestar la vida no es vida; solo es un estado de languidez y sufrimiento”.
-Francois Rabelais-
Lo mismo sucede con los otros sentidos. Cerramos los ojos o bajamos la mirada para no confundirnos. Peor aún: no disfrutamos lo que comemos pues el estar siempre apresurados nos lo impide. La hora del almuerzo, inclusive, para algunos es una pérdida de tiempo. Y en cuanto al tacto, ¿somos conscientes de que nos volvimos insensibles al palpar y explorar lo que hay alrededor?
Le damos un significado erróneo al término ocio. Mucha gente piensa que es no hacer nada. Por eso, cuando tenemos tiempo para nosotros, lo desperdiciamos al frente del televisor, de un vídeojuego o de la pantalla del ordenador. De esta manera, nos sumergimos en una realidad ajena a nosotros. Y sin darnos cuenta, nos volvemos prisioneros del estrés.
¿La naturaleza nos ayuda a combatir el estrés?
La respuesta a esta pregunta es, definitivamente: sí. Dentro de las recomendaciones de algunos médicos en la actualidad está la de buscar el contacto con la naturaleza. Recuerda tus paseos al campo. Seguramente has notado que una vez fuera de la ciudad todo cambia. El olor, los sonidos y el paisaje son diferentes. Los sentidos parecen despertar y percibimos lo que en el día a día pasamos por alto.
Pero más allá de volver al contacto con la naturaleza, existe una técnica muy valiosa dirigida a compartir el estrés: los baños de bosque. Esta técnica nació en Japón, un país que posee una de las economías más desarrolladas del mundo. Sin embargo, al mismo tiempo presenta altas tasas de suicidio entre adolescentes y enfermedades (incluida la muerte) en la población, causadas por el exceso de trabajo.
La técnica consiste en ir al reencuentro de la naturaleza, sea en un bosque o en el campo abierto. La idea es relajarnos, dejar de lado el caos en el que nos sumergimos a diario y, de esta manera, disminuir el nivel de estrés de manera que podamos manejarlo mejor. Piensa que caminar en un escenario natural implica establecer una ruptura con varios de los estímulos que nos generan angustia.
Beneficios de los baños de bosque
El beneficio más importante de los baños de bosque es el de conectarnos con el universo a través de la naturaleza y apartarnos del estrés. Los baños de bosque (cuya denominación en japonés es Shinrin Yoku) ofrecen otras posibilidades además de caminar. Puedes, si quieres, abrazar un árbol y experimentar los beneficios de intercambiar tus malas vibraciones por las que te devuelven las ramas y el tronco de ese árbol. O tomar una infusión con plantas aromáticas que contribuyan a tu relajación.
La naturaleza ayuda a que mires el mundo desde otra perspectiva. Cuando hay estrés es porque una parte de tu cerebro está sobrecargada. Los baños de bosque disminuyen la actividad cerebral relacionada con la toma de decisiones y resolución de problemas. En cambio, activan las áreas asociadas con las emociones, el placer y la creatividad.
Para que los baños de bosque logren reducir tu estrés es necesario que les dediques suficiente tiempo. Nada de ir con prisas. Recuerda que vas a aprovechar las bondades que te ofrece el contacto con la naturaleza. Bondades que solo es posible obtener si prestas atención a cada paso que das. Entre otras cosas, recuerda que la meditación también se puede hacer al caminar: es suficiente con que estés alerta y con tus sentidos bien despiertos.
Hacer un esfuerzo por llenarnos de buena energía no cuesta ni dinero, ni esfuerzo. Basta con abrir nuestra mente y nuestro corazón. Reconocer que somos parte del universo. Todos cumplimos una función, estamos interconectados y cada decisión que tomamos afecta al entorno. Si queremos tranquilidad, salud y crecimiento espiritual comencemos por entrar de nuevo en contacto con la naturaleza.