Bisexualidad: la gran invisibilizada
Afortunadamente, hemos avanzado en la visibilización de todos los hechos de diversidad sexual. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer, en especial quizás con la bisexualidad. La orientación sexual no es un hecho estático, rígido o dicotómico, sino que nos muestra una diversidad enorme entre personas.
La bisexualidad, que representa la letra ‘B’ del colectivo LGTBI no cuenta con la visibilidad social que debería tener. Como una realidad más de diversidad sexual incluida en las orientaciones que existen, mucha gente siente atracción erótica y sentimental por hombres y mujeres. Profundicemos acerca de la bisexualidad.
Orientación sexual del deseo erótico (OSDE)
Cuando hablamos de la OSDE, nos referimos a lo que comúnmente se conoce como orientación sexual, aunque OSDE son las siglas del término técnicamente correcto, según la Sexología. La orientación sexual alude a la atracción erótica, afectiva y sentimental que sentimos hacia un sexo, el otro, o ambos.
Es importante diferenciar lo que es orientación y lo que no, debido a que recientemente tendemos a etiquetar cualquier gusto o cualquier interés erótico con un término concreto (costumbre que no es en absoluto reprochable).
El problema viene cuando creemos que todo término acuñado en un contexto erótico supone una orientación sexual ‘nueva’. La demisexualidad o la pansexualidad no son orientaciones sexuales, sino una inclinación o un interés hacia un determinado perfil de persona o características de la misma.
Por otro lado, la bisexualidad conforma una orientación sexual concreta y definida en términos de atracción e interés por ambos sexos en un contexto erótico, sentimental y amoroso. Ello suscita una interesante pregunta: ¿podemos desear exactamente igual a un hombre y a una mujer?
Esta pregunta genera un debate muy interesante, que los profesionales más destacados de la Sexología siguen manteniendo. La cuestión resulta compleja, debido a que el deseo no se puede cuantificar, por lo que, de base, la pregunta no sería la ideal.
Mitos de la bisexualidad
Como sucede con casi todos los conceptos invisibilizados, existen mitos que giran en torno a la bisexualidad, que además están muy extendidos. Repasemos los mitos más populares que solemos encontrarnos:
- La bisexualidad es una etapa. Mucha gente cree que la bisexualidad es un tránsito entre orientaciones. Además, normalmente atribuyen este tránsito de la heterosexualidad a la homosexualidad, siendo la bisexualidad vista como esa etapa en la que dejamos de ser “tan heteros” y empezamos a ser “más homos”. Este fenómeno se debe a la heteronormatividad con la que percibimos a las personas y las relaciones eróticas y afectivas.
- La bisexualidad es una forma de promiscuidad. También son muy populares los chascarrillos y bromas referidas a la promiscuidad de las personas bisexuales, aludiendo a que les “gusta todo”. Pero el hecho de que te atraigan ambos sexos no significa que te atraiga todo el mundo. Al igual que en las otras orientaciones, nos atraerán algunas personas del sexo que nos atrae, pero no todas.
- Las personas bisexuales están perdidas. Parece que si te atraen ambos sexos es porque no tienes claras las cosas en la vida. Como si la orientación sexual fuera algo que eligiéramos a voluntad.
- Las personas bisexuales son muy abiertas mentalmente. Como si de alguna forma creyéramos que el sentirse atraído por hombres y mujeres estuviera relacionado con la facilidad para probar nuevas prácticas. Aunque pueda parecer obvio, las personas bisexuales pueden ser tradicionales, introvertidas, tímidas, reservadas… exactamente igual que una persona heterosexual u homosexual.
Algunos estigmas de la bisexualidad
Además de los mitos, existen ciertos estigmas que provocan dolor o sufrimiento a las personas bisexuales. Por ejemplo, en el ámbito sanitario parece que se considera que existe más riesgo de infección de transmisión sexual en personas bisexuales. Aquí se manifiesta uno de los ya mencionados mitos.
De hecho, es muy común que nuestro médico de cabecera dé por hecho nuestra heterosexualidad. Incluso, yendo más allá, es común que si decimos que hemos tenido una relación con alguien de nuestro sexo, se presuponga nuestra homosexualidad automáticamente.
No solo tenemos estigmas en este ámbito. La pornografía, como ya sabemos, está cada vez más presente. En este ámbito, las mujeres bisexuales suelen suponer un reclamo comercial para el público objetivo (hombre heterosexual).
Dicho reclamo se muestra en forma de mujer deseante que interviene en relaciones de tres personas, normalmente siendo dos las mujeres y uno el hombre, que ‘recibe’ el placer por parte de ambas. Pero, sin embargo, el hombre bisexual está mucho más invisibilizado, en tanto que no es un reclamo adecuado para ese público objetivo.
Por último, como la seducción también está cambiando gracias a las nuevas tecnologías, las apps de ligues nos muestran más ejemplos de estigmas de la bisexualidad. Cuando en estas aplicaciones conoces a gente de tu mismo sexo con la que conectas, si indicas que eres bisexual, pueden tomarte como alguien que “no va en serio” o que no tiene claro lo que quiere.
Una vez más, los mitos están muy presentes en todos los ámbitos de nuestras vidas. Una vez más, la única forma de terminar con estos mitos y estigmas es a través de la educación sexual. Lo ideal es que sea estructurada, obligatoria, en todas las edades, y de calidad.