Carta a los enamorados del amor
El amor es la fuerza más maravillosa del Universo, no por su potencia, sino por su origen; no por su fuerza, sino por su energía. Solo busca el bien y la felicidad del otro, desde el bien y la felicidad que da a aquel que lo expresa y lo manifiesta.
No hay amor cuando lo que se busca es el propio bien del yo pequeño, del yo cerrado, del yo que solo vive para sí. El amor busca la afirmación de sí en el bien del otro. Busca que el otro y uno pulsen en el mismo bien, en la misma dicha, en la misma felicidad. Se sostiene en la entrega y en el abandono, en el fluir con la otra persona, en el dejar que el otro se exprese a sí mismo, se viva a sí mismo.
Quererse a uno mismo
También hay que quererse a uno mismo, a una misma. Amarse a uno mismo como patrón, como medida, como reflejo, como condición para amar al otro. No es lo mismo amarte a ti que amar desde ti.
El amor es el lugar desde el que puedes alcanzar la felicidad más plena. La felicidad es el camino más directo y certero para llegar al amor. Porque si es cierto que nadie puede ofrecer ni dar aquello que no tiene, aquello de lo que carece, si no creo y vivo mi propia felicidad tampoco podré compartirla.
Amar es el gesto de ofrecer y compartir nuestra felicidad con los otros, sin esperar nada a cambio. Uno no espera nada a cambio porque al estar planificado con su propia dicha, al estar inundado en su propio gozo, al estar instalado y habitar su propia felicidad, ya lo tiene todo.
Manifestar el amor
Este sentimiento es también una cuestión de expresión: expresar lo mejor de ti en cada momento. Amar transforma, a su ritmo, sin prisas ni ansiedades, pero transforma. Siempre afecta a todo aquello a lo que se acerca, porque contiene dentro de sí la fuerza más misteriosa del Universo y de uno mismo.
Entrégate a vivir el amor. Entrégate a procurar la felicidad del otro. Siéntete en comunión con el sentir de la otra persona cuando, según tú, se aleja del amor, de lo que tú recibes como tal.
Permanecer en el amor es una forma de hacer que este se intensifique y se manifieste, sin buscar ningún objetivo, sin pretender que el otro cambie; solo que uno quiere vivir desde ahí porque sabe que desde ahí todo el Universo, toda la vida se colorea de luz, de color y plenitud.
No amas solo a la otra persona, sobre todo, amas al amor con el que amas a esa persona. Es así como tu amor profundo podrá conectar con el del otro.
Un sentimiento eterno
Tu amor se dirige más allá de la apariencia, más allá de lo visible. Toca lo invisible, toca lo eterno. Cada vez que sientas desamor o algún problema con alguien piensa en esa persona, siente dentro de ti un foco impresionante de aprecio, un foco que, a la altura del pecho, irradia y alcanza a la otra persona. Siéntete unido o unida a esa persona, ten en cuenta que esa irradiación es una corriente que va y viene.
Lo que se crea al amar es el espacio intermedio entre ambos. Cada cual mantiene su energía, su espacio, y es el sentimiento creado entre los dos lo que se devuelve multiplicado a cada uno. Amar no es un concepto, es una forma de vivir y de vivirse. No es asunto de ideas ni de palabras, es cuestión de vivencias, de experiencias, de gestos concretos y cotidianos.
Extraído de jmtoroa.blogspot.com.es