Cerrar puertas para avanzar
Vivir en el pasado significa vivir en lo conocido y, por ello, confortable. Significa no lanzarse al vacío. No aventurarse a las nuevas oportunidades que pueden ser aterradoras, pero también fascinantes. Si deseas alcanzar el brillante futuro que te espera, has de aprender a cerrar las puertas del pasado.
Tomémonos, por un momento, la licencia de comparar nuestra vida con un armario. Con el tiempo vamos acumulando prendas que ya no nos valen, no nos gusta cómo nos sientan o se han pasado de moda. Sabemos con certeza que no volveremos a ponérnoslas, pero aún así nos negamos a tirarlas porque las tenemos cariño. Porque nos recuerdan momentos agradables, porque nos son familiares.
Lo mismo ocurre con las experiencias pasadas. Muchas veces, el pasado ya se ha ido, pero nosotros seguimos viviendo en él. No cesamos de rememorar y revivir una realidad que ya no tiene lugar, que ya no forma parte de nosotros y que, en muchos casos, nos hace daño.
Si deseamos adquirir nuevas prendas más bonitas, más actuales y, sobre todo, que nos sienten bien, hemos de vaciar nuestro armario de aquello que ya no nos sirve. Del mismo modo, si queremos crear nuevos y gratos recuerdos, debemos deshacernos de lo que no nos permite avanzar.
Matar la esperanza para cerrar puertas
Esta frase puede sonar excesivamente brusca y directa, pero matar la esperanza constituye un paso imprescindible para poder seguir adelante. En ocasiones las cosas no suceden tal y como esperábamos. No importa el esfuerzo que hayamos invertido o el tiempo que llevemos dedicados a construir un proyecto. La vida es cambiante e impredecible y no siempre tenemos el control de lo que sucede.
Cuando la realidad nos sacude y tira por tierra nuestros planes, podemos quedar devastados. La confusión, la frustración, la tristeza y la rabia nos invaden. ¿Qué va a ser de nosotros ahora que todos nuestras ilusiones y expectativas se han venido abajo?. El abismo de mirar al futuro puede generar tanto vértigo que preferimos aferrarnos a un pasado que se ha destruido.
Así vivimos de recuerdos, de anhelos imposibles y de esperanzas de que aquello que conocemos y nos hacía sentir seguros vuelva a resurgir. El peligro de colocarnos en esta posición es que ponemos nuestra vida en pausa de forma indefinida. Renunciamos a sanarnos, a aprender de lo ocurrido y, sobre todo, renunciamos a construirnos un futuro.
Por ello, si quieres salir adelante, toma coraje y asume que aquello terminó. Dedica tiempo a procesar la pérdida pero no te detengas: hay mucho ahí fuera esperándote. Cuando recolocas el pasado en su lugar y lo integras en tu historia de vida, estás listo para continuar.
Construir un futuro
En ocasiones vivir es como montar en bicicleta: si quieres mantener el equilibrio has de seguir avanzando. Por ello, tomar acción es una de las mejores decisiones que puedes tomar para cerrar puertas. Enfócate en ti y en construir el futuro que deseas. Recuerda que ya no empiezas de cero, empiezas desde la experiencia que te ha otorgado lo vivido.
Por tanto, márcate metas personales y trabaja en ellas de forma gradual. Piensa cómo deseas mejorar tu existencia, qué quieres lograr en cada ámbito de tu vida, e invierte tu energía en ello. Actúa para mejorar tu estado de salud física y emocional. Actúa para avanzar en tu carrera, para fortalecer y ampliar tus amistades. Aprende una nueva habilidad o mejora tu relación con tus familiares.
Cualquier objetivo es bueno siempre que nazca de ti. Permanecer pasivos e inactivos nos lleva irremediablemente a recordar y regodearnos en el dolor. Si estamos trabajando en forjar un futuro, no tenemos tiempo para dedicar al pasado.
Confiar en ti mismo
Reconstrúyete. Ámate, empodérate, cuídate y dedícate tiempo. Desarrolla tu fortaleza interior y pon en marcha tus habilidades de afrontamiento. Permítete demostrarte a ti mismo que eres mucho más capaz de lo que pensabas, que tienes dentro de ti todas las herramientas para salir adelante. Y, por encima de todo, anímate a ti mismo en el proceso: deja de menospreciarte y comienza a confiar en ti.
Valora el trabajo que realizaste, independientemente de que el resultado no fuese el esperado. Evalúa que aprendizaje puedes extraer de la experiencia y suelta con amor y gratitud. Cerrar puertas es más sencillo cuando sabes que te espera un futuro brillante: el que tú mismo estás forjando.
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