Charles Taylor y la construcción de la identidad en la modernidad
Charles Taylor es un filósofo canadiense que ha trabajado el tema de la identidad en el mundo moderno. Más exactamente, se ha centrado en cómo se ha venido construyendo la moralidad durante el último siglo, ya que este proceso marca una gran ruptura con épocas precedentes.
En la época actual, el tema de la identidad ha cobrado una enorme relevancia, que no tuvo en tiempos pasados. El “yo” se convirtió en un asunto de primer orden desde el siglo XIX. Antes de esto, primaba una visión colectiva del mundo y de la vida. El “yo” era un elemento más en esa constelación del grupo, no una categoría decisiva, como ocurre hoy.
La obra más conocida de Charles Taylor trata precisamente de este tema. Se titula Fuentes del Yo: La construcción de la identidad moderna y ya es considerada un clásico. Muchos lo catalogan como un “comunitarista” y otros como un “liberal”. Lo más aceptado es que se trataría de un “comunitarista liberal”. En términos de la identidad y del yo, es alguien que reconoce el peso del individuo y de la colectividad en la construcción de la realidad.
“Yo creo que la vida humana no se comprende sin un relato. Al analizar la situación de la espiritualidad y de la religión compruebo que hay muchas personas que buscan algo, sea una concepción atea o religiosa. Hay también muchas personas que lamentan la erosión de la cristiandad y se resisten a su desaparición. El desafío es entender a las dos partes, creyentes y no creyentes, y que convivan”.
-Charles Taylor-
Charles Taylor y la multiculturalidad
Uno de los aspectos fundamentales en la filosofía de Charles Taylor es el concepto de multiculturalismo. Señala que en las sociedades actuales la identidad está atravesada por este factor, y para explicarlo toma como ejemplo la sociedad estadounidense, un verdadero crisol de culturas.
Taylor señala que, si bien hay varias identidades culturales conviviendo en los Estados Unidos y en naciones similares, lo cierto es que no hay una aproximación de fondo. En otras palabras, no hay “interculturalismo”. Aunque hay ciertas reglas de convivencia entre las culturas y estas suelen respetarse, no hay comprensión de las diferentes formas de pensar. Esa incomprensión se manifiesta después como conflicto social y, sobre todo, como exclusión con base en las diferencias culturales.
Charles Taylor contrasta esto con lo que ha venido ocurriendo en Canadá. En este país se ha producido una integración de culturas. Se debe, según Taylor, a que el énfasis no está puesto sobre las normas y leyes de convivencia, sino en el reconocimiento mutuo de la diferencia. En ese sentido, se habla de un multiculturalismo “denso”, o sea, que reconoce el fuerte peso y la enorme profundidad de las diferencias culturales, al tiempo que renuncia al ejercicio de la hegemonía por parte de un grupo minoritario.
La identidad moderna
Charles Taylor hizo un profundo análisis sobre cómo se fue configurando el yo moderno, desde el siglo XVI. Tomó como referencia el yo europeo y norteamericano. Sin embargo, sus conclusiones pueden extenderse a otras sociedades. Ese yo se construyó a través de prácticas culturales concretas, como el arte, las formas de familia, la religión, los valores, etc.
Taylor se pregunta: ¿cuáles son las fuentes morales detrás de estas prácticas culturales? Para responder a esto se refiere a la idea de “bien”, en particular en el mundo moderno. En esta época aparece una nueva sensibilidad que es la autoafirmación. Así mismo, de los diferentes “autos” que se desprenden de esto: autocontrol, autoconfianza, autonomía, etc.
El revés de lo anterior es la idea de no estar comprometido con el mundo, sino solo con uno mismo. La tecnología, la racionalidad científica y la secularización marcan la identidad del yo moderno. O sea, la instrumentalización y “objetivación” de la naturaleza y de la realidad.
La secularización: el aspecto clave
Uno de los aspectos que marca una ruptura histórica entre el hombre moderno y sus predecesores es la secularización, a juicio de Charles Taylor. Con esto se refiere al hecho de que el ser humano es cada vez menos religioso, en algunos casos, o muy disperso en sus creencias, en otros.
Es la primera vez en la historia que los seres humanos no se encuentran ligados entre sí por grandes creencias religiosas compartidas por colectivos mayoritarios. En Occidente, ya no hay religiones hegemónicas dominantes.
Una de las consecuencias de la pérdida de la fe es la confusión frente al sentido de la vida. Antes era fácil definirlo desde la religión, mientras que ahora se ha hecho patente que debe construirse. Por eso, dice Charles Taylor, uno de los rasgos esenciales de la identidad contemporánea es el “deseo de sentido”. En ese punto estamos.
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