La clave para que un día de trabajo sea realmente productivo
Un día de trabajo puede ser muy diferente al otro en términos de productividad, y muchas veces no tenemos claro el porqué. Si hay algún factor externo que influya, solemos dar el enigma por resuelto. En cambio, el misterio permanece cuando nos damos cuenta de que nada ha cambiado, pero sí que oscila el rendimiento laboral.
A veces, en un día de trabajo se hace lo que normalmente se logra en dos. También ocurre lo contrario: todo lo que se hace avanza en medio de tropiezos, se cometen errores, la cabeza se siente pesada y se mira cada media hora el reloj como para hacer que llegue más rápido la hora de salida.
En principio, esto es normal. Hay muchos factores que pueden influir en el rendimiento laboral y no tiene nada de extraño que la productividad no sea una constante. Sin embargo, con mucha frecuencia un día de trabajo se vuelve muy provechoso o no en función de un factor esencial que solemos omitir: el descanso.
“La complejidad es tu enemigo. Cualquier tonto puede hacer algo complicado. Lo difícil es mantener las cosas simples”.
-Richard Branson-
Un día de trabajo productivo
La clave para tener un día de trabajo realmente productivo es un sueño reparador. Levantarse sintiéndose renovado hace que una persona pueda dirigir y mantener mejor su atención, sus habilidades intelectuales a punto y su disposición emocional a toda marcha.
En esas condiciones, las cosas comienzan a fluir. Y cuando eso ocurre, crece la motivación y se potencializan todas las habilidades. Es obvio que a lo largo del día esa sensación de vitalidad y vigor va amainando, pero se mantiene la esencia de ella. En la tarde se confirma que el día fue provechoso.
Por razones obvias, también ocurre lo contrario. Si una persona no ha tenido un sueño reparador, se levanta en la mañana con sensación de pesadez mental, dispersión y mal humor. Estos también son factores que van generando una cadena de sucesos: todo se hace con más lentitud y menos precisión, hay baja motivación y a medio día puede sentirse un gran hastío.
Esas circunstancias no vuelven a una persona más productiva, sino todo lo contrario. Cuesta hacer. Cuesta pensar y tener buena disposición hacia las labores rutinarias. A la vez, las demoras o los errores desmotivan más aún y lo más probable es que el tiempo no se aproveche de la mejor manera.
La “resaca” del trabajo
Una de las razones por las que un día de trabajo se vuelve improductivo, debido a un mal descanso nocturno, es lo que algunos llaman “resaca del trabajo”. Esto hace referencia al hecho de que en una o varias jornadas previas se ha incurrido en una sobrecarga laboral.
De este modo, no se logró descansar lo suficiente porque había trabajo, o preocupaciones de trabajo que estaban pendientes y se les dedicó más tiempo del razonable. Esto genera una fatiga adicional que no desaparece solo con una noche de sueño. De hecho, muchas veces afecta la buena calidad del descanso.
La resaca suele ser la consecuencia de organizar el tiempo de forma inadecuada o de tener muchos “pendientes” que no han logrado solventarse. Es frecuente que la misma fatiga lleve a postergar de nuevo algunas tareas, cayendo en un círculo vicioso: no se logra descansar bien por el estrés de las obligaciones postergadas y la falta de un buen descanso impide recuperar nuestra energía.
¿Cómo solucionarlo?
El descanso es una condición sine qua non para que una persona pueda rendir. Esto lo sabemos, o al menos lo intuimos; sin embargo, ¿qué podemos hacer cuando nos sentimos incapaces de romper con un ciclo de tensión en gradiente positivo? Si no podemos hacer un gran parón, como tomarnos unas vacaciones, la gestión de los descansos se convierte en el punto fundamental.
Cuando la noche ha sido agitada, lo más recomendable es aumentar el número de pausas a lo largo del día. Intentemos no superar las dos horas sin hacer un descanso; por otro lado, si trabajamos sentados, lo recomendable es hacer estos descansos de pie y en movimiento.
Si estamos en casa podemos aprovechar para poner una lavadora, tender o limpiar el polvo de una parte de la casa. Si estamos en la oficina, podemos bajar y subir algún tramo de escaleras. Piensa que tu cuerpo está diseñado para trabajar en movimiento.
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