¿Cómo afectan tus rasgos de personalidad a tu día a día?
Todos nosotros sabemos, o al menos intuimos, que nuestra personalidad influye en cómo nos enfrentamos a los obstáculos, tratamos a los demás o celebramos los objetivos que logramos. Sin embargo, lo que conocen menos personas es que la personalidad no es un conjunto de rasgos inmutables o permanentes que nos determinan. Es verdad que en nuestra personalidad hay una importante carga genética, pero eso no significa que no podamos moldearla de muchas maneras.
Cada una de nuestras características de personalidad nos hace diferentes, únicos y especiales. Aunque cuando estas mismas características nos ponen trabas para conseguir un trabajo, mantener una relación de pareja o hacer amigos quizás nos plateen un reto: el de modificarlas para que soplen a nuestro favor.
Nuestra personalidad influye, pero no sentencia
Una de las mejores herramientas con las que podemos contar para hacer cambios en nuestra personalidad es el autoconocimiento. Siendo conscientes de nuestras limitaciones y fortalezas nos será más fácil conseguir buenos resultados en nuestra vida personal y profesional. Así, trabajaremos de forma más exhaustiva aquellas habilidades en las que tenemos más dificultades y potenciaremos otras que nos pueden dar mucha ventaja.
A menudo me encuentro con personas que me comentan la dificultad que se encuentran a la hora expresarse ante los demás o de reclamar su sitio en un trabajo, por ejemplo, porque “por su forma de ser, no les sale”. Esto nos pasa a todos en algún momento de nuestras vidas.
No obstante, el punto de inflexión se produce cuando se llega a la afirmación “las personas nunca cambian”. Sí y no. Todos tenemos tendencias naturales innatas a la hora de desenvolvernos en nuestro día a día. Un niño tímido o extrovertido probablemente se convierta en un adulto tímido o extrovertido. A esto le llamamos temperamento. Aquí dejo un interesante documental de E. Punset, donde reflexiona sobre los correlatos genéticos de la personalidad.
No obstante la cultura, experiencias y entorno en los que vivimos modularán este temperamento. Lo harán construyendo y reconstruyendo lo que llamamos carácter. Ambos, conforman nuestra personalidad.
Por tanto, la afirmación de que “las personas no cambian” es cierta parcialmente. Roza la verdad en tanto que todos nos hallamos más cómodos en algunas circunstancias y fuera de lugar en otras, viene dado por nuestra personalidad. Sin embargo, la capacidad de adaptarse a cada una de esas situaciones de forma óptima sin dejar de ser “uno mismo”, eso, lo puedes modular tú.
¿Cómo modular tu personalidad?
¿Cómo? No a todos nos es igual de fácil adquirir esa capacidad “camaleónica”. Es por ello por lo que a algunos les resultará sencillo lanzarse a la novedad y disfrutar de ello, mientras tanto puede convertirse en una auténtica odisea para otros. Aquí radica la importancia del autoconocimiento, pues te dirá cómo sacarle el máximo partido a tus habilidades sin sufrir en exceso por tus limitaciones.
Un sencillo ejercicio para alcanzar este autoconocimiento, a grosso modo, es responder a las siguientes preguntas ¿te gusta? ¿te hace bien? Ahora bien, te gusta y te hace bien, no hay ningún problema. La dificultad se nos muestra en aquellas que no te gustan o te suponen un obstáculo pero sí te hacen bien, puesto que podrás estar perdiendo la oportunidad de acercarte a algo beneficioso para ti.
Por otro lado están esas actividades o retos que sí te gustan o son fáciles o accesibles, pero que no te hacen bien cuando se trasforman en un hábito. Se suelen conocer como “vicios” y pueden tener su lado positivo cuando se satisfacen de manera ocasional. No obstante, cuando ese vicio, por ejemplo, da lugar a una relación de pareja a la que nos encadenamos a pesar de que nos hace mucho daño, tenemos un problema.
Ya tenemos el punto de partida. Ahora, ¿cómo acercarte a las cosas que te hacen bien y alejarte de aquellas que te hacen daño? En este punto has de identificar por qué te cuesta acercarte a aquellas actividades, personas e incluso objetos que te benefician. ¿Timidez? ¿Falta de habilidades de comunicación? ¿Orgullo?, etc. Y qué te impide deshacerte de aquello que te perjudica. ¿Miedo? ¿Inseguridad? ¿Conformismo?
Tras haber dado algunos pasos hacia un yo renovado y más seguro de sí mismo, apoyado en el autoconocimiento y fortaleciendo nuestra autoestima, estaremos preparados para comernos el mundo. Más conscientes de nuestras fortalezas y limitaciones, más camaleónicos, y por tanto más difíciles de derribar.