Cómo desarrollar las habilidades sociales en los niños
Desarrollar unas correctas habilidades sociales en los niños no solo les ayudará a construir relaciones más positivas o a interaccionar mucho mejor con los demás. Lo que pondremos a su alcance es el auténtico núcleo del aprendizaje social y emocional, ahí donde la empatía y la asertividad constituyen por sí mismos dos tendones psíquicos indiscutibles.
Hagámonos ahora una sencilla pregunta: “¿Cómo aprenden realmente nuestros pequeños?” Tal y como nos dicen múltiples estudios sobre psicología social e incluso como nos reveló el propio Albert Bandura con sus experimentos, los niños desarrollan la mayoría de sus aprendizajes mediante la observación, la imitación y la interacción continua.
Las habilidades sociales pueden resultar algo complejo, puesto que en ellas se integran desde los sentimientos, las creencias, los valores y todo un repertorio de estrategias con las cuales, conseguir que el niño sobreviva y avance de manera sana en su recorrido social y emocional.
A todos estos procesos, claro está, los llamamos “sociabilidad” y conforman por sí mismos unos cimientos determinantes en la vida del niño. Así, dependiendo de la calidad de los mismos y de las experiencias vividas, las percepciones, atribuciones construidas y los aprendizajes socio-emocionales asumidos, se dará forma a unas competencias sociales saludables y efectivas o por el contrario, a una serie de carencias que suelen ser muy problemáticas llegada ya la pre-adolescencia.
Por otro lado, algo que nos comentan muy a menudo los expertos en psicología infantil es que la realidad social de hoy en día es mucho más compleja para los niños de lo que fue en su momento para sus padres. Los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y las constantes reglas cambiantes de nuestra sociedad colocan a nuestros pequeños en un terreno que les queda grande y para el que no cuentan con una brújula con la que situarse.
Las formas de relacionarnos y hasta de conocer gente han cambiado, las redes sociales o los servicios de mensajería son más dinámicos, ofrecen nuevas oportunidades, son más rápidos, carecen de filtros, de mecanismos de control y a instantes, claro está, resultan bastante peligrosos.
Es positivo que el desarrollo social de los niños abarque muchas áreas, muchos ámbitos y nuevos escenarios. Es vital poner a su disposición aquellas herramientas, suficientes y necesarias, para que puedan desenvolverse de manera eficaz y saludable en una esfera social cada vez más intrincada; más amplia, pero también valiosa, al fin y al cabo. De ahí la importancia del aprendizaje de las habilidades sociales en los niños.
El desarrollo de las habilidades sociales en los niños
Una de las estrategias más eficaces para enseñar habilidades sociales en los niños es crear un “lenguaje social” desde etapas bien tempranas. Hablamos ante todo de un tipo de lenguaje comprensible, básico y efectivo que incluso los pequeños de 2 años van a poder comprender.
Recordemos que esta edad es un momento decisivo en el crecimiento del pequeño. Ahora es cuando empieza a reclamar su temprana autonomía, a perfilar su carácter y a ser mucho más receptivo a todo lo que acontece a su alrededor.
Este lenguaje social que favorecerá el desarrollo temprano de las habilidades sociales en los niños se basa en las siguientes dimensiones:
- Aprender a practicar una escucha activa. No podemos hablar mientras la otra persona está diciendo algo, hay que respetar tiempos. Esto es algo que les cuesta, porque su auto-control todavía es muy limitado. Por otro lado, la mejor forma de enseñarles es con el ejemplo: si no les interrumpimos, aprenderán a no interrumpirnos.
- Los pequeños deben aprender a mostrar gratitud, a saber cuándo y cómo disculparse y a incluir un “por favor” en sus demandas. Enseñémosles, ya sea por la vía implícita o por la vía explícita, la diferencia entre una petición y una exigencia.
- El lenguaje social adecuado también incluye diferentes “sabidurías”: la de darnos refuerzos positivos, saber decir “gracias”, saber tolerar, saber compartir, reconocer cuándo los demás hacen algo bien y cuando soy yo el que se equivoca.
Ayúdales a formar una imagen positiva de sí mismos
Conseguir que desde pequeños nuestros niños aprendan a valorarse, a quererse y a proteger sus derechos e identidad es invertir en su calidad de vida y es poner alas a su potencial personal. Sin embargo, ¿cómo lograrlo? En ocasiones estamos tan inmersos en favorecer en ellos las competencias curriculares y en lograr que sean buenos en matemáticas y hábiles en el inglés que descuidamos por completo lo más esencial: favorecer una imagen positiva de ellos mismos.
Claves para favorecer una buena autoestima en los niños
- Sé su mejor modelo, sé su mejor referencia y una figura a imitar en el día a día.
- Dedica tiempo de calidad a tus niños. No se trata solo de estar “presente”, sino de que tu presencia sea nutritiva, favorecedora e inspiradora.
- Ofréceles oportunidades. El pequeño que se siente competente construye día a día una correcta autoestima.
- Evita a toda costa las etiquetas, no lo compares con otros niños ni con sus hermanos ni con ninguna otra persona. Ese niño es único, es valioso y es capaz de hacer cosas increíbles por sí mismo.
- Valora siempre sus esfuerzos. Asimismo, antes de recurrir a la mera sanción o la crítica negativa, enséñales cuál es el modo correcto de hacer las cosas.
La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.
-Jean Jacques Rousseau-
La asertividad, clave de las relaciones sociales en los niños
Enseñar a nuestros niños el arte de la asertividad debe ser una de nuestras mayores prioridades como padres o educadores. Esta dimensión se relaciona también con la autoestima, pero va un poco más allá. Es la habilidad de saber proteger y reclamar mis derechos, es entender que quien tengo en frente también merece el mismo respeto que yo. Es al fin y al cabo, el sustrato más saludable de nuestra sociabilidad y ese puente que nos permitiría caminar con confianza en todo escenario personal, escolar o laboral.
Claves para desarrollar la asertividad en nuestros niños
Debemos ofrecer a los niños adecuadas herramientas para que aprendan a gestionar de forma temprana sus emociones. Solo así se darán cuenta de que la rabia o la ira, por ejemplo, deben controlarse previamente para poder expresar un enfado, una decepción o una contradicción de manera correcta e inteligente.
- Apoya las iniciativas de los niños. Siempre que estas sean permisibles y seguras, es necesario que se sientan cómodos a la hora de involucrarse en nuevas actividades, en nuevos proyectos y nuevos sueños. Es muy saludable que nuestros niños y adolescentes se perciban a sí mismos como dignos y capaces de tener sus propias metas y objetivos. Asimismo, no importa si más tarde fracasan o se equivoquen, ese aprendizaje es clave para favorecer su asertividad.
- Favorece que el niño aprenda a ser asertivo desde edades tempranas en diferentes escenarios. Permite que sea él, por ejemplo, quien compre ese billete de tren, él quien junto a ti haga esa compra en la tienda. Anímale a que vaya a jugar con esos niños que no conoce del parque, a que pida ayuda a su maestro cuando no entiende algo…
- Asimismo, siempre es útil que les demos ciertos “guiones” sobre cómo protestar o defenderse cuando algo no les parece justo. Una buena forma de lograrlo es favoreciendo el diálogo democrático y constante en el propio hogar, ahí donde todos tenemos derecho a hablar, a ser escuchados y a ser respetados.
Aprendiendo a convivir y a disfrutar de las relaciones sociales
Pocos regalos son tan valiosos para una persona que disfrutar de una infancia en compañía de esos primeros amigos, de esos primeros aliados de aventuras, de esos cómplices maravillosos de travesuras y fabulosos descubrimientos. Favorecer estos vínculos tempranos y la calidad de los mismos, también es responsabilidad nuestra, potenciando así el desarrollo de las habilidades sociales en los niños.
- Debemos enseñarles modelos de relaciones respetuosas, ahí donde la cooperación, el respeto, la empatía y la complicidad les ayudará a construir vínculos más positivos.
- Asimismo, para saber convivir en armonía con sus iguales y el resto de personas, deben identificar y saber reaccionar frente a esos aspectos que deterioran la convivencia. Un ejemplo de ello es sin duda el lenguaje agresivo, el desprecio, la ofensa, la burla, hacer el vacío a los demás y criticar.
- Por otro lado, como padres o educadores debemos apoyar también las amistades construidas por los niños. Debemos ser esa persona siempre cercana a la que pueden consultar cuando surge un problema, un conflicto, una duda, una preocupación relacionada con sus amigos.
Aprendiendo a resolver los conflictos
La vida no siempre es en línea recta, no es fácil, a veces duele y es tremendamente confusa. Algo que sin duda nos gustaría es poder retirar una a una toda dificultad, todo problema y posible conflicto que pueda aparecer en la vida de nuestros pequeños. No obstante, en caso de hacerlo no estaríamos educando a un niño para vivir en sociedad, estaríamos modelando a una persona para vivir en un entorno aséptico e irreal.
Puesto que en algún momento de sus vidas se verán frente a frente ante esas contradicciones tan habituales en el ser humano donde surge la semilla del conflicto, es necesario que les demos estrategias para que de ese desencuentro, surja siempre algo bueno para todas las partes. Estas serían algunas claves.
- Ayúdale a que desarrolle una buena autoconfianza. Debe sentirse seguro a la hora de expresar, de actuar, de interaccionar ante alguien que está en desacuerdo con él.
- Incentivemos una actitud de no-violencia. La agresión el grito o cualquier tipo de expresión que conlleve la violencia no soluciona nada. Al contrario, la incrementa.
- Facilitémosle algunas pautas sencillas para que empiece a controlar sus emociones.
- Asimismo, dimensiones como la asertividad, la tolerancia y una buena toma de decisiones son estrategias que el niño debe ir consolidando con el tiempo para sentirse más eficaz a la hora de resolver conflictos.
- Por otro lado, aptitudes como el sentido del humor o la creatividad son herramientas muy efectivas para aplacar conflictos y llevarlos por salidas mucho más enriquecedoras.
Para concluir, algo que también deberíamos tener en cuenta sobre las habilidades sociales en los niños es que no solemos dar excesiva importancia a esta dimensión durante la primera infancia. Sin embargo, al llegar a los últimos cursos de primaria y sobre todo en la adolescencia, aparecen de pronto los problemas de socialización, los sufrimientos y los conflictos.
No todos los niños son iguales, unos tienen mayores habilidades de autocontrol, otros tienen mayores problemas para comunicarse de forma asertiva y otros ven en la violencia la única forma de expresar lo que sienten.
El correcto desarrollo de las habilidades sociales en los niños no se limita solo a “ofrecer estrategias” como quien les ofrece vitaminas, un libro de instrucciones o un regalo que uno no sabe muy bien cómo usar. Se trata ante todo de intuir necesidades, y es ahí donde necesitamos de la colaboración de todos los colectivos. Es por tanto imperativo que las familias estén en contacto con los profesores y a la inversa para favorecer el desarrollo de las habilidades sociales en los niños. Necesitamos ser más sensibles a su mundo interno donde a menudo, las carencias más profundas terminan expresándose del modo menos apropiado…
Las habilidades sociales en los niños tienen una relevancia primordial. Démosle el valor que merecen en la infancia.
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- Moraleda, M (2009). Comportamientos sociales hábiles en la infancia y la adolescencia. Promolibro. Monjas, I. M (2010). Cómo promover la convivencia en los niños: claves para la asertividad y las habilidades sociales. Madrid: CEPE. Beudoin, N. M (2009). Cada niño puede ser millonario en habilidades sociales. Barcelona: EOS.