¿Cómo hacer simples los cambios difíciles?
Los cambios difíciles son también los que por norma se postergan de manera indefinida. La mayoría de las personas han pensado en hacer cambios que les producen una enorme pereza; son vistos como una cuesta de gran pendiente. Sabemos que en la cima habrá recompensa, pero nos cansa solo pensar lo que tenemos que hacer para llegar hasta ella. Nos apetece el resultado, pero poco o nada el camino.
A veces solo se necesita de un método eficaz. Tan importante como el propósito es el mecanismo que se utilice para conseguir esa transformación que se considera necesaria. Todo indica que la estrategia es tan relevante como el deseo de modificar algo.
El psicólogo B. J. Fogg, autor del libro Tiny Habits: The Small Changes that Change Everything (Hábitos diminutos: los pequeños cambios que lo cambian todo) estudió a fondo este tema. Así llegó a la conclusión de que cambiar es más fácil cuando descomponemos esta transformación en acciones simples. ¿Cuál es el camino? Lo veremos enseguida.
“Cuando se trata de diseñar nuevos hábitos, puede comenzar con sus rutinas existentes y luego construir el hábito diminuto desde allí”.
-B. J. Fogg-
Los cambios difíciles
J. Fogg es un prestigioso investigador que trabajó en el mundo del diseño. Estando allí descubrió que el desarrollo de nuevos productos a veces no avanzaba porque los encargados se concentraban más en lo complejo que en lo simple.
Después, este psicólogo obtuvo un puesto en la Universidad de Stanford. Allí siguió con sus investigaciones, encontrando resultados que apuntaban en la misma dirección. Fue el punto de partida para una teoría que desembocaría en un libro sobre cómo hacer simples los cambios difíciles. Hoy en día piensa que la simplicidad es una fuerza muy poderosa. ¿Por qué?
Las cosas simples no demandan demasiada energía ni motivación. Tampoco exigen un talento especial o un aprendizaje minucioso. Uno de los “secretos” para lograr grandes cambios está en segmentarlos hasta convertirlos en una cadena de modificaciones simples.
Dicho de otra forma, troceando la cuesta somos capaces de apreciar los descansillos o los momentos intermedios en los que podemos obtener pequeñas recompensas que refuercen nuestra motivación.
El poder de lo simple
Uno de los cambios difíciles de la vida tiene que ver con los hábitos. Estos se aferran de una forma impresionante a la vida y desterrarlos se vuelve una odisea. De igual modo, adquirir una costumbre sana requiere tiempo -si no la hemos adoptado hasta ahora, no es hacia el lugar al que nos lleva la inercia-. Por lo general, comienzas con mucho entusiasmo y al poco tiempo lo vas dejando, sin saber exactamente por qué.
J. Fogg dice que, por ejemplo, quitarle la maleza al jardín exige al menos cinco horas, en el mejor de los casos, por eso nunca se encuentra tiempo para hacerlo. En cambio, si la propuesta es invertir cinco minutos en ello cada día, existe una probabilidad más alta de que se cumpla.
El método Fogg está diseñado para facilitar los cambios difíciles. Lo que aconseja su creador es partir de la rutina tal y cada uno la tenga establecida. En la misma, se debe incorporar el nuevo hábito, poco a poco.
Si alguien quiere beber más agua para mejorar la digestión, lo adecuado no es que se proponga una rutina especial para hacerlo, sino que lo añada a alguna de sus actividades cotidianas. Por ejemplo, beber el agua mientras hace el desayuno.
El método
En realidad, cambiar una conducta simple no tiene problema. Los obstáculos aparecen en los cambios difíciles, por ejemplo, hacer ejercicio o dejar de fumar. ¿Qué hacer en esos casos? Fogg aconseja, en primer lugar, identificar el verdadero problema a solucionar.
Quizás lo que se desea no es exactamente abandonar el cigarrillo, sino respirar mejor y cuidar la salud. Lo que sigue es cultivar hábitos diminutos para lograr ese propósito. Tal vez hacer ejercicios de respiración por tres minutos o abstenerse de fumar el primer cigarrillo antes de determinada hora. Una vez incorporado ese pequeño hábito, se puede pasar al siguiente.
Por supuesto, esto lleva más tiempo, pero ¿hay prisa? Finalmente, con cada hábito que consigamos incorporar lo que lograremos será ganar tiempo y salir de ese esquema de postergación eterna. Lo único importante es que cada uno se fije metas tan pequeñas y poco exigentes que esté seguro de poder cumplirlas sin abandonar.
Fogg también señala que la tecnología es una buena aliada en estos esfuerzos. Las aplicaciones o programas que establecen recordatorios, motivan o ayudan a llevar los récords, aportan un impulso adicional y contribuyen a no cejar en el empeño. Vale la pena intentar la vía de los hábitos diminutos para avanzar hacia esas grandes transformaciones que se han pospuesto.
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- Novoa Pardo, A. M. (2013).
- Cómo cambiar comportamientos y no morir en el intento: más entornos favorables y menos educación sanitaria
- . Gaceta sanitaria, 27, 75-76.