Cómo identificar el estrés
Una mudanza, un nuevo proyecto laboral, un viaje accidentado hacia el trabajo, la organización del casamiento, un viaje extenso, tener siempre la casa impecable, querer bajar de peso para el verano, dedicar más tiempo a la familia, la agenda repleta de reuniones… todo esto puede generar estrés, si es que “se lo permitimos”. Por eso, aprender a identificar el estrés nos puede ayudar a ponerle freno.
Como primera medida y antes de determinar si realmente estamos “estresados” debemos saber que afecta a una gran porción de la sociedad. Es una reacción mental y física generada por la necesidad de poder adaptarse a los cambios de su entorno. Es entonces un comportamiento “reflejo” por adecuarnos a las presiones, tanto internas o externas, con el objetivo de que el organismo pueda seguir funcionando.
Durante un episodio de estrés, el sistema nervioso se predispone a la acción física y se vierten más hormonas a la sangre; la frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan, hay respiración acelerada, tensión muscular (o contractura) y rápido consumo de la energía.
Los médicos y psicólogos dicen que una dosis equilibrada de estrés es buena para nuestra salud ¿cómo? Si, tal lo que has leído. Es que el “estrés positivo” nos ofrece mayor vitalidad, vivacidad, resistencia física y optimismo. Sufrir una alta cantidad de estrés por un tiempo prolongado hace que el organismo se desequilibre y padezcamos de pesimismo, falta de concentración, irritabilidad y cansancio.
Por ello es que se torna vital identificar el estrés a tiempo, con el fin de poder evitar, por ejemplo, el debilitamiento del sistema inmunológico (lo que causa enfermedades), el aceleramiento de la pérdida de calcio en los huesos (originado osteoporosis), la posibilidad de sufrir ataques cardíacos, daño en las células, afectar la memoria o las capacidades cognitivas, el depósito de grasa en cintura, glúteos y caderas, el desarrollo del cáncer, etc.
¿Qué provoca el estrés negativo?
Los eventos o momentos nombrados al inicio de este artículo son el motivo por el que podemos estresarnos, pero en realidad, las causas o factores que nos llevan a sufrir ese cuadro son:
- Falta de tiempo.
- Responsabilidad excesiva.
- Expectativas altas.
- Escasa convivencia con la familia.
- Fumar.
- Ruido excesivo y persistente.
- Baja autoestima.
- Preocupación excesiva.
- Miedo.
- Problemas de tránsito.
- Cambios bruscos de temperatura.
- Alimentación inadecuada.
- Dificultades para dormir.
- Discusiones.
- Pérdidas o tragedias.
Identificar el estrés y saber cómo actuar para detenerlo, evitará que se convierta en un estrés negativo.
¿Cómo podemos identificar el estrés?
Si nos duele la cabeza una vez cada tanto o si un viernes al mes nos sentimos cansados de tanto trabajar, no quiere decir que estemos “estresados”. No es preciso que utilicemos esa palabra tan de moda para todo, en cualquier circunstancia. Si es cierto que como tiene muchas causas y síntomas es más sencillo padecerlo, es un problema serio, que no se debe tomar a la ligera.
Cuando estamos estresados, nos vemos afectados en nuestro comportamiento, en nuestras actitudes y en nuestro humor. Prestar atención a las señales de alerta es vital. Por ejemplo, si estamos discutiendo con nuestra pareja más de lo habitual, si nos damos cuenta que siempre tenemos el ceño fruncido, si gritamos por todo, si siempre estamos de mal humor, si cualquier cosa nos irrita o si parece que el mundo completo está en nuestra contra a diario, podemos estar bajo los “efectos” del estrés.
Por otra parte, si no importa cuánto tiempo dormimos por día, siempre tenemos sueño o estamos cansados, si padecemos trastornos como el insomnio o la fatiga crónica, si nada nos llama la atención como antes, si no estamos motivados con nuevas ideas, si vivimos con dolor de espalda o cuello, si sufrimos problemas digestivos (acidez frecuente, por ejemplo), también puede deberse a que hemos caído bajo las malas influencias del estrés.
Es preciso entonces tener en cuenta nuestro comportamiento y saber “escuchar” cuando nuestro cuerpo habla. Él nos informa a diario cómo se encuentra y si no le prestamos atención, el problema puede hacerse cada vez más grande.
Cambiar nuestra forma de ver la vida
Una vez hemos aprendido a identificar el estrés, el siguiente paso es empezar a cambiar nuestra forma de cómo vemos la vida, qué es lo que pensamos o creemos que debemos esperar, buscar ayuda profesional para poder canalizar las energías donde corresponde, etc.
También es útil establecer prioridades concisas y claras, saber delegar responsabilidades y tareas, aprender a decir que no cuando realmente no podemos cumplir con ese compromiso, hacer en tiempo y forma lo que podemos y si no nos alcanzan las horas del día, dejarlo para el siguiente; olvidarse de los problemas del trabajo cuando salimos de la oficina, dejar de asumir grandes retos o metas que son difíciles de cumplir, establecer plazos más distantes, entre otras acciones.
Y vale la pena para beneficio general: hacer ejercicio o actividad física dos o tres veces a la semana (siempre elegir una disciplina que nos guste); comer adecuadamente, prefiriendo los vegetales y las frutas antes que el fast food y practicar técnicas de relajación como ser el yoga, la meditación o el Tai Chi, o simplemente, dedicar unos minutos al día a calmar el estrés con un baño de inmersión, una taza de té y un buen libro o una charla con amigos.
Si estamos pasando por alguna etapa de nuestra vida que puede ser realmente “estresante” (como las mencionadas al principio), es preciso parar y ponernos a pensar si vale la pena destruir nuestra salud mental y física por “cumplir” en tiempo y forma. Disfrutar de la organización de la boda, la construcción de la casa o de un emprendimiento propio le dará un freno al estrés, no lo dejará que actúe en nuestra contra.