¿Cómo puedo dejar atrás el pasado?
¿Cómo puedo dejar atrás el pasado? ¿Cómo pasar página e impedir que el ayer enturbie mi presente? Son muchas las personas que avanzan con el lastre del dolor pretérito, con ese sufrimiento imperecedero que se manifiesta a menudo en condiciones como el trastorno de estrés postraumático. Hacerlo no es fácil, requiere de una artesanía psicológica compleja y delicada a la vez.
Decía el escritor Francis Scott Fitzgerald que cuando el pasado nos ata, la vida se convierte en un avance a contracorriente, en un esfuerzo agotador en el que, de vez en cuando, caemos de nuevo arrastrados hacia ese hecho adverso. Tal vez sea así. Al menos, en los casos más complejos. Porque, de algún modo, todos albergamos alguna vivencia incómoda que nos acompaña.
El problema llega cuando esas experiencias del ayer imposibilitan tener un presente. Así, y aunque sea normal transitar con el dolor durante un tiempo, cuando pasamos por una vivencia traumática, lo habitual es dejarla ir poco a poco permitiéndonos avanzar con mayor templanza día a día.
En caso contrario, si nos es imposible lograr ese avance, ese hecho se diluye en nuestro ser alterando por completo la oportunidad de ser felices. ¿Cómo afrontar entonces este tipo de realidades?
Dejar atrás el pasado
A menudo, suele decirse aquello de que quien no aprende de su pasado está condenado a repetirlo. Esta idea no es del todo cierta. Uno no va a repetir su infancia, los maltratos del ayer no se sentirán de nuevo en la piel o en el corazón, la persona que pudimos perder no se irá de nuevo y la relación que nos hizo infeliz tampoco se vivirá nuevamente. Sin embargo, lo que sí va a suceder es que experimentaremos ese mismo dolor de diferentes maneras.
El sufrimiento del ayer vuelve al presente y se integra en él de diversos modos: en forma de insomnio, transformándose en ansiedad, en problemas de inseguridad, en baja autoestima, en incapacidad para construir relaciones sólidas y felices…
Así, trabajos de investigación como los de la doctora Andrea Roberts, científica de la Universidad de Harvard, nos señala que a veces, hay algo más importante que el hecho acaecido en el pasado como tal. Importa cómo hayamos interpretado esa vivencia.
A pesar de que varias personas hayan experimentado lo mismo, solo algunas acaban desarrollando un trauma tras lo sucedido. La forma en que procesemos y afrontemos cada vivencia determina el futuro. No obstante, ¿qué hacer cuando no hemos podido gestionar bien esos hechos pretéritos? ¿Cómo puedo dejar atrás el pasado?
Reconciliación: conectar con las diversas versiones de nosotros mismos
Hay muchas versiones de nosotros mismos a lo largo de nuestro pasado. Sin embargo, cuando uno no puede dejar atrás el ayer, suele focalizarse en un momento concreto, el que más duele. No es lo adecuado: somos algo más que el dolor sufrido, que las personas perdidas… Por tanto, es necesario hacer un viaje retrospectivo para considerar lo siguiente:
- En el pasado hubo momentos felices e instantes menos felices. Debemos conectar con esos momentos de bienestar para volver a sentir esas sensaciones. De ese modo, tomamos conciencia de que nuestra historia no está hecha solo de momentos tristes.
- Por otro lado, también es necesario acercarnos a esas versiones menos luminosas para profundizar en ellas, comprenderlas y resolverlas. Hay hechos que necesitaron de un duelo en su momento y no se lo dimos. Hay vivencias que tal vez deban ser compartidas con amigos, familiares o psicólogos para cerrar su herida de manera saludable. Si es así, es momento de iniciar ese proceso.
Aceptación y compromiso: eliminar al rigidez psicológica para respirar de nuevo
Si nos preguntamos cómo es posible dejar atrás el pasado, la terapia de aceptación y compromiso puede ayudarnos. Su objetivo básico es reducir esa rigidez psicológica que nos impide pasar página (Hayes, Strosahl y Wilson, 2015; Wilson y Luciano, 2002) . Gracias a sus estrategias, podremos permitirnos, poco a poco, centrarnos mucho más en el presente, en nosotros mismos y en nuestro avance.
Para ello, es importante considerar lo siguiente:
- El objetivo es aceptar lo que sentimos aquí y ahora. Hay que dar espacio a las sensaciones, los pensamientos, los miedos, los recuerdos, las emociones… Todo ese dolor es real, no se puede reprimir ni aún menos olvidar. La aceptación será el primer paso para que todo ese rumor caótico pierda intensidad.
- De nada nos vale etiquetar esas vivencias como malas, muy malas o buenas. Todo es parte de nuestra historia y debemos integrarla.
- Ahora bien, el ser humano es algo más que el dolor vivido. Tenemos nuestros valores, nuestros sueños, nuestras necesidades y hay que centrarse en ellas. Es momento de profundizar en ese yo que ansía ser feliz, que nos pide cosas nuevas. Debemos comprometernos en nuestro bienestar en el momento presente.
Calma la ira, apacigua el rencor: es momento de perdonar
¿Cómo dejar atrás el pasado si cada día me sigue pesando el rencor, la rabia y la tristeza? Es cierto. Son muchas las emociones que nos anclan al ayer, que nos aferran al retrovisor de nuestra existencia. Si deseamos de verdad cortar ese hilo de sufrimiento debemos dar el paso.
- Hay que perdonar y perdonarnos. El perdón no es olvido, es el acto valiente con el que ponemos punto y final a una etapa para avanzar sin cargas. Asimismo, es necesario perdonarnos en caso de que siga ahí la raíz del arrepentimiento, del «cómo pude hacer eso o cómo pude ser tan ingenuo».
- Por otro lado, es de primero de salud emocional desactivar la ira, el rencor, la rabia que devora y que llena las noches de insomnio. Calmar esas emociones nos permitirá ir pasando página día a día. Para lograrlo, nada mejor que situar en el horizonte nuevas metas, nuevos escenarios y otras personas con las que relacionarnos.
Cuando exponemos la mente a estímulos diferentes, la atención se escapa del pasado para centrarse en el presente. Y eso es lo que importa, eso es lo que nos puede salvar. Tengámoslo en cuenta.
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