Cómo volver a la normalidad tras una situación traumática

No nos equivoquemos: el tiempo no cura los traumas, ni hace que los olvidemos; generalmente, los infecta y hace la herida más grande. ¿Qué debemos hacer tras esas experiencias dolorosas? Lo analizamos a continuación.
Cómo volver a la normalidad tras una situación traumática
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 08 diciembre, 2021

¿Es posible volver a la normalidad tras una situación traumática? La respuesta, por llamativa que nos pueda parecer, es «no, no siempre». No lo es en primer lugar porque en caso de no poner en marcha mecanismos de afrontamiento y sanación tras ese evento, este seguramente nos acompañará siempre. Lo hará además en forma de estrés, ansiedad, estados depresivos…

Por otro lado, hay un aspecto que es importante considerar. Aunque superemos los efectos de un hecho traumático, jamás volveremos a ser los mismos de antes. Daremos paso a otro tipo de normalidad, pero esto no quiere decir que esta sea peor que la anterior o que perdamos nuestra calidad de vida. No es así exactamente.

Lo que sucederá es que crearemos un nuevo «yo», alguien con nuevos recursos para manejar el sufrimiento, alguien con mayor seguridad interna para construir su propia felicidad y crecer en esperanza. También es recomendable dejar a un lado la clásica idea de que al pasar por la adversidad uno se convierte en alguien más fuerte.

La sanación, superar un evento complejo o hasta dramático, no va de fortalezas. Va de habilidades, recursos, estrategias, de aprender a ser flexibles, resilientes y capaces de aceptar lo que duele aprendiendo a vivir con ello.

Todos estos procesos no son fáciles y aunque no recuperemos la normalidad que teníamos, sí dejaremos paso a nuevas etapas igual de luminosas, igual de dignas.

Mujer triste por ruptura

Claves para volver a la normalidad tras una situación traumática

Los trastornos de estrés postraumáticos aún son mal entendidos por la mayor parte de la población. Se asume, por ejemplo, que estas realidades mentales las viven sobre todo los soldados, las personas que han estado en conflictos armados. También, quien ha sido víctima o a presenciado algún ataque terrorista. Se nos escapa que esta condición es tristemente común y que la sufren millones de personas en todo el mundo.

Es más, podemos tener ahora mismo a alguien muy cerca que lleva años lidiando en silencio con un TEPT (trastorno de estrés postraumático). Vivencias como el maltrato en la infancia o en el seno de una relación afectiva, haber sufrido bullying o mobbing en el trabajo, sobrevivir a un accidente de tráfico o incluso a una enfermedad grave dejan esta herida en el cerebro que, en muchos casos, puede durar para siempre.

Conozcamos más datos para comprender mejor el efecto y afrontamiento de los traumas.

¿Por qué cuesta tanto recuperarse de un trauma?

No todas las personas viven e interpretan las experiencias del mismo modo. Un ejemplo, habrá quien viva de manera traumática la pérdida de su mascota. Otros en cambio, pueden no sentirlo demasiado y sustituir a los pocos días la pérdida de ese animal por otro.

Hay también quien maneja bastante bien el hecho de haber sido asaltado y vivir en piel propia un robo o un atraco. En cambio, hay personas que desarrollan un miedo paralizante tras esa vivencia. Con ello queremos decir lo siguiente: la mayoría podemos volver a la normalidad tras una situación traumática, pero hay quien lo hace antes porque no lo vive con tanto impacto emocional y psicológico.

Ahora bien, en ocasiones la vivencia adversa puede ser especialmente grave (como sufrir maltrato en la infancia) y en esos casos, el impacto siempre es severo. Brian Levine, científico del Instituto de Investigación Rotman de Baycrest y profesor de psicología en la Universidad de Toronto ha estudiado estas situaciones.

Así, en su libro Memory and Trauma nos explica que estas vivencias generan lo que se conoce como «efecto arrastre» en el cerebro. Es decir, determinadas imágenes y sensaciones vividas quedan selladas en la memoria emocional de manera intensa.

No importa que pasen los días, semanas, meses o años. Esos recuerdos lo impregnan todo y genera un efecto arrastre: se lleva por delante nuestro potencial, felicidad, la capacidad para tomar decisiones, para establecer vínculos satisfactorios, etc.

Hombre triste pensando en volver a la normalidad tras una situación traumática

Como volver a la normalidad tras una situación traumática

Lo señalábamos al inicio. Aunque nos esforcemos por volver a la normalidad tras una situación traumática habrá muchas cosas que hayan cambiado en nosotros. Pero aún así, puede lograrse. Es más, disponemos incluso de escalas para medir los efectos del trauma como la desarrollado por Tedeshi y Calhoum en 1996.

Con este instrumento ha podido apreciarse que, por término medio, son las mujeres quienes superan mejor estos eventos desarrollando una nueva apreciación de la vida y un nuevo positivismo. No obstante, para llegar a ese estado, es necesario pasar por las siguientes etapas:

  • Tras la experiencia traumática debemos darnos tiempo. No es posible volver a la normalidad tras esa vivencia.
  • Hay que enfrentar la realidad, decirnos con detalle qué es lo que ha ocurrido, saber qué sentimos, qué pensamos y tomar contacto con aquello que duele.
  • Ese viaje de superación no puede hacerse en soledad. Hay que apoyarnos en alguien, en esa o esas personas que nos quieren y que nos ofrecen su cercanía.
  • Debemos solicitar terapia psicológica. Hay enfoques y estrategias muy válidas para tratar el trauma.
  • Para intentar volver a la normalidad tras una situación traumática es recomendable también crear nuevas rutinas. El cerebro necesita hábitos porque es de ese modo, como hayamos seguridad.
  • Es recomendable iniciar nuevos proyectos. Sentir que dejamos atrás ciertas cosas para asumir nuevos retos nos da sensación de dominio y alimenta en cierto modo, la ilusión y las perspectivas.

Para concluir, estas experiencias no son fáciles para nadie. Tanto es así, que son muchas las personas que siguen atrapadas en trastornos de estrés postraumático sin llegar a pedir ayuda psicológica. Hay que tratar lo que duele para poder seguir viviendo. Porque para ser feliz no basta con sobrevivir, hay que romper esas cadenas que nos aprisionan.


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  • Tedeschi, R. G., & Calhoun, L. G. (1996). The posttraumatic growth inventory: Measuring the positive legacy of trauma. Journal of Traumatic Stress9(3), 455–471. https://doi.org/10.1002/jts.2490090305
  • Yehuda, R. (2002, January 10). Post-traumatic stress disorder. New England Journal of Medicine. https://doi.org/10.1056/NEJMra0129
  • Levine, P (2015) Trauma And Memory. North Atlantic Books

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