¿Cómo se desarrollan las disfunciones sexuales?
Muchos pudieran pensar que el origen de las disfunciones sexuales es biológico y que, si un tratamiento médico no es eficaz, se deberá de renunciar a toda experiencia sexual. Aunque es cierto que hay disfunciones sexuales donde el origen es claramente orgánico, existen tres causas que, una vez intervenidas, resuelven casi el 70% del problema inicial.
De esta manera, y aunque las disfunciones sexuales puedan parecer un problema engorroso de resolver, donde nuestra vergüenza, culpa o pudor se posicionan como un obstáculo, la aproximación psicológica de los problemas sexuales es altamente recomendable.
No solo eso, sino que se torna altamente eficaz. En el siguiente artículo expondremos cuáles son aquellos factores que pueden influir o encontrarse en el origen de las disfunciones sexuales. Los dividiremos en tres grandes apartados: los factores predisponentes o de riesgo, los desencadenantes y los de mantenimiento.
Tres causas, un único problema
Hemos hablado de tres causas que, una vez resueltas, cambiarían totalmente el pronóstico de la disfunción sexual. Estas causas, a veces ocultas por la simpleza que presentan, pueden no solo estar en la base de esta disfunción pero haber potenciado su gravedad:
- Falta de información, ignorancia o errores informativos: la práctica sexual suele iniciarse con conductas ensayo-error, donde lo que funciona se mantiene y lo que no se desecha. La selección de estas conductas viene muchas veces precedida por mitos y falacias que se siguen a raja tabla como si el boca a boca fuera el vademécum de la sexualidad. Muchos de ellos son erróneos, contraproducentes y de dudosa evidencia empírica.
- Actitudes negativas, prejuicios o malos sentimientos hacia la sexualidad: esta segunda causa va muy ligada, con los factores de vulnerabilidad, a tener una disfunción sexual: la educación. Una actitud es una creencia cargada de emociones. En este caso, a veces las personas tienen miedo al fracaso en la actividad sexual o la idea de que lo que se hace es nocivo o pecaminoso. Además, existen actitudes machistas y sexistas también en el sexo —como que los hombres han de tener un papel más activo en el encuentro sexual—. Todas estas actitudes no son más que obstáculos para la consecución del placer sexual.
- Conductas o actividades sexuales inadecuadas: en numerosas ocasiones existe disfunción sexual, tanto masculina como femenina, porque las personas no tienen que ser doctas en las artes amatorias. De hecho, las personas podemos no saber cómo mantener una relación sexual, cómo hacerlo de manera que satisfaga a la otra persona y a nosotros mismos… etc. Algunas disfunciones sexuales provienen por falta de habilidad.
Los factores predisponentes: ¿sensibilidad a las disfunciones sexuales?
Los factores predisponentes son aquellas experiencias que pueden facilitar el hecho de que, en un futuro, una persona pueda tener una disfunción sexual. En las personas con este tipo de afecciones, estos factores suelen encontrarse de forma sistemática. Así, el origen de una disfunción sexual lo podemos encontrar en:
- Educación restrictiva: este tipo de educación suele, al igual que la educación en exceso liberal, provocar ansiedad en las relaciones sexuales. La sexualidad se ha desarrollado poco, en tanto que no son temas que hayan sido tratados con normalidad, y se tiene más en cuenta el pudor y la vergüenza a la hora de establecer una relación sexual. Como tampoco se ha enseñado, no se sabe, y esto puede provocar que la anticipación de una relación sexual provoque ansiedad que se manifieste llegado el momento.
- Experiencias sexuales traumáticas en la infancia: se incluyen en este apartado abuso sexual en menores que puede llegar a condicionar la actividad sexual futura del adulto: fetiches, sadomasoquismo… Aunque hay veces que esos abusos llevan a la evitación total de cualquier relación sexual, otras personas desarrollan un estilo sexual poco funcional que puede llevar a disfunciones sexuales si el encuentro no se desarrolla de acuerdo a esos fetiches.
- Inseguridad en el rol sexual: algunos estudios sugieren que la inseguridad sexual puede estar relacionada con ciertos tipos de apego evitativo o ansioso.
Los factores desencadenantes: despertar lo latente
En ocasiones, son las situaciones actuales las que pueden potenciar el desarrollo de una disfunción sexual. Ya sea con los factores predisponentes anteriores u otros, hay personas con más facilidad para desarrollar esta afección si tienen lugar este tipo de factores desencadenantes.
En otras ocasiones, aunque las personas vivan alguna de las situaciones que se describen a continuación, no se desarrolla la disfunción sexual por contar con otros factores/circunstancias de protección o por la falta de factores de predisposición. Los factores desencadenantes son:
- Disfunción sexual previa: una disfunción puede asociarse o desarrollarse a partir de ella. Pueden ir cambiando, incluso haber tenido una disfunción sexual puede facilitar que se desarrolle otra.
- Problemas en la relación de pareja: hay un amplio abanico de problemas que pueden influir en el desarrollo de una disfunción, como una infidelidad. El debate es claro, y es importante responder a esta pregunta: ¿problemas de pareja o problemas sexuales?
- Depresión, ansiedad, estrés: estos son los principales enemigos de la sexualidad. Tal es así que se encuentran en la base de toda disfunción sexual.
- Experiencias sexuales traumáticas: aunque en muchos casos se den en niños, los adultos también pueden tener experiencias sexuales traumáticas (actividades sexuales extrañas, abusos sexuales…).
Los factores de mantenimiento: una disfunción que no quiere irse
En toda disfunción sexual encontramos factores que se encargan de que la afección no desaparezca. Estos son los factores que pueden provocar que una disfunción se torne crónica:
- Anticipaciones de fracaso: cuando ya se ha fracasado previamente —ya sea en la fase orgásmica o anteriores—, las personas suelen sentir temor ante un nuevo encuentro sexual. Los pensamientos ansiógenos y obsesivos bloquean la actividad sexual.
- Miedo a la intimidad y sentimientos de culpa: cuando las personas tienen problemas de asertividad o HHSS también puede verse reflejado en el encuentro sexual. El miedo a la intimidad puede y suele emanar de una insatisfacción con los caracteres corporales. Pensamos que lo que tenemos no es suficiente, ni se adecua a lo que podría atraer a alguien.
- Pérdida de atracción: la atracción y el deseo sexual puede verse afectado por la convivencia.
- Juego erótico restringido: en base a los mitos y lo que nosotros entendemos por sexualidad, el juego erótico puede encontrarse restringido. Con esto nos referimos a la inexistencia de fases preparatorias, a que no haya caricias, masturbación previa… Cuando la actividad sexual está restringida, nos basamos en las mismas tres cosas que conocemos, y perdemos un abanico de opciones que pueden aumentar la excitación en el encuentro sexual.
Conclusiones: la disfunción sexual tiene sentido
Con todos estos datos acerca de las disfunciones sexuales, podemos asegurar que, normalmente, estas no llegan por casualidad. La disfunción sexual no implica de ninguna manera “estar roto”, “no dar la talla” o no poder volver a mantener relaciones sexuales plenas y satisfactorias. Tampoco se relacionan con la masculinidad o feminidad de una persona.
Las disfunciones sexuales, en tanto que pueden ser explicadas y entendidas, también pueden ser resueltas. En este sentido, la educación sexual y el cambio de actitudes negativas ya constituyen un avance de valor para impedir que se presenten o se puedan solucionar problemas o disfunciones ya presentes.
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