Complejo de Eróstrato: especialistas en el arte de la apariencia

A más apariencias, más exceso de carencias. Eso es al menos lo que se esconde tras el llamado complejo de Eróstrato, un fenómeno cada vez más común donde el clásico postureo esconde en realidad una personalidad falta de autoestima al esforzarse por aparentar lo que uno no es.
Complejo de Eróstrato: especialistas en el arte de la apariencia
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 29 abril, 2019

Todos somos testigos del complejo de Eróstrato. Lo vemos en esas personas que hacen del arte de la apariencia su forma de vida. Hay quien lo llama ‘postureo’, otros lo definen como exhibicionismo social. Son también los buscadores de likes en las redes sociales, personalidades que hacen de la apariencia una máscara sofisticada tras la que esconder su complejo de inferioridad.

Hay quien dice que en esta nueva era de la cultura tecnológica, nos hemos vuelto un poco más vanidosos. A muchos, por qué no, nos agrada exhibir algún aspecto de nuestras vidas en los muros de Facebook o en las stories de Instagram. Hacerlo de vez en cuando no es malo, en absoluto, pero necesitar a diario de ese like y esa aprobación constante deriva sin duda en realidades patológicas más preocupantes.

Ahora bien, el complejo de Eróstrato no habita solo en el universo cibernético. Lo vemos, por ejemplo, en el postureo de esa conocida que acapara la comunicación de un grupo, también en el compañero ‘fantasma’ de la oficina que se afana por aparentar ser todo un triunfador y en un sinfín de personas (y personajes) que orlan, con su obsesivo culto al yo, el paisaje social.

Quien vive para aparentar no solo acaba conformando una existencia tan hueca como infeliz. Más allá de lo anecdótico, hay un detalle que no podemos dejar de lado: persiguiendo la notoriedad, el erostratismo puede llevar a muchas personas a generar conductas muy dañinas y desgastantes con el fin de adquirir notoriedad.

“Si la fama sólo llega después de la muerte, no tengo prisa en conseguirla”.

-Marco Aurelio-

lienzo que representa el complejo de Eróstrato

Complejo de Eróstrato, el hombre que destruyó una de las siete maravillas para ser famoso

Cuentan los historiadores que la noche del 21 de julio del año 365 a.C. aconteció un hecho lamentable que pasaría a la historia. El protagonista de ese acto fue Eróstrato, un joven pastor de Éfeso; ya desde niño, tenía la ciega obsesión de que había sido elegido por los dioses para hacer algo notable, algo que le iba a dar fama.

Su aspiración era convertirse en sacerdote de Artemisa. Ahora bien, al no tener padre reconocido, se le negó esa aspiración. Obcecado en su propósito por ser famoso, tuvo una idea, un plan que acometió la noche de un 21 de julio. Fue hasta el templo de Artemisa, una de las 7 maravillas del mundo y, tras besar la estatua de la diosa, prendió fuego a toda la construcción. 

Tras aquel desastre, Artajerjes, rey de Persia, mandó torturarlo para entender la razón que le había llevado a cometer tal ofensa. Eróstrato declaró entonces su propósito: pasar a la historia como el hombre que había quemado el bellísimo templo de Artemisa. Tras oír esto, el monarca lo condenó al ostracismo y prohibió, bajo pena de muerte, que se registrara el nombre de aquel hombre y que se le relacionara con la destrucción del templo.

Sin embargo, aquella orden no sirvió de nada. El historiador griego Teopompo reseñó el incendio y registró el nombre Eróstrato, de manera que a día de hoy, somos conocedores de este hecho. Además, desde el ámbito de la psicología, se escogió a esta figura para dar nombre al complejo de Eróstrato, y definir así a aquellas personas capaces de hacer casi cualquier cosa por sobresalir, por adquirir fama y renombre.

Perfil de un hombre para representar el complejo de Eróstrato

La busca de notoriedad, la baja autoestima y los actos delictivos

Alfred Adler, reconocido terapeuta austriaco de principios del siglo XX, realizó un estudio muy interesante explicando lo que puede llegar a generar un sentimiento subyacente de inferioridad. En una buena parte de estos perfiles suele evidenciarse un mismo patrón que, de algún modo, ya pudo verse en el propio Eróstrato de Éfesos.

Estas personas tienden a trazar un plan de vida cargado de idealismos que difícilmente llegan a alcanzar. Presentan, además, un deseo exacerbado por sobresalir proyectando incluso una actitud despectiva hacia todos los que le envuelven. En muchos casos, al desear de manera tan desesperada ser el centro de atención y no lograrlo, terminan por acumular una gran hostilidad. 

Algo así puede ser altamente peligroso. Se sabe, que en ciertos casos, estas personas aquejadas por el complejo de Eróstrato pueden llegar a cometer actos delictivos. El propio Eróstrato lo hizo el 21 de julio del año 365 a.C al quemar el templo de Artemisa. David Chapman, lo hizo también el 8 de diciembre de 1980 al matar a John Lennon y John Hinckley, lo hizo también el 30 de marzo de 1981 al atentar contra Ronald Reagan.

mujer para representar el complejo de Eróstrato

El rechazo interior que conduce a la violencia

Todos estos personajes evidenciaron comportamientos claramente patológicos al buscar notoriedad. Para ello no dudaron en atentar contra figuras icónicas y poder adquirir así, un puesto en la historia. Y lo lograron. No podemos por tanto banalizar o tomar como anecdótica la conducta de quienes viven solo para aparentar, de quienes tienen la necesidad constante de ser el centro de atención e idealizar su yo menospreciando a los demás.

Toda apariencia es reflejo de serias carencias. Son personalidades frustradas que rechazan lo que son y buscan aferrarse a una imagen inventada, la cual cuesta mucho reafirmar ante una audiencia. En vista de que no siempre logran esa meta, pueden recurrir a actos más extremos, como hundir profesionalmente a otros, expandir bulos y sortear sin escrúpulo alguno, esa divisoria entre lo que es ético y moral y lo que no lo es.

El complejo de Eróstrato no solo limita nuestro potencial para ser felices, sino que en muchos casos, puede conducir al ser humano a mostrar su lado más oscuro. Tengámoslo en cuenta.


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