¿Sabes cómo defenderte de un comportamiento pasivo-agresivo?

¿Sabes cómo defenderte de un comportamiento pasivo-agresivo?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 junio, 2019

El comportamiento pasivo-agresivo se caracteriza por ser dependiente y manipulador. Su arte sibilino combina además actitudes negativas y el derrotismo que impregna tiene tanta fuerza que arrastra a los demás hasta un desgaste psíquico y emocional muy profundo. Asimismo, estos rasgos conforman un tipo de perfil desafiante, por desgracia muy común y que dificulta toda dinámica de pareja, de amistad y lazo familiar.

Algo que la mayoría sabemos hacer casi al instante es identificar cualquier comportamiento agresivo. Todos, por término medio, disponemos de ese ojo clínico que nos permite advertir a esa persona que por su actitud, comportamiento o forma de comunicarse desprende cierta violencia, cierto aire de superioridad y de agresividad más o menos explícita.

“El miedo generalmente se manifiesta de dos maneras: a través de la agresividad o a través de la sumisión”

-Paulo Coelho-

Ahora bien, al pasivo-agresivo no siempre se le ve venir, no siempre es tan sencillo traducir ciertas actitudes, ciertas reacciones que oscilan a menudo entre lo carismático o lo reaccionario. Llama la atención su hostilidad camuflada en ironías, en sarcasmos y falsas “buenas maneras”. Es un tipo de personalidad que confunde, que lleva a equívocos, hasta que poco a poco uno termina siendo consciente del malestar que nos genera esa persona en concreto.

Por otro lado, cabe decir que hasta hace unos años la personalidad pasivo-agresiva se identificaba como un trastorno de la personalidad. Sin en embargo, esta etiqueta clínica desapareció en la cuarta edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para quedar solo como un tipo de comportamiento, un tipo de personalidad “no patológica”.

En los años 90 se sobrediagnosticó este supuesto trastorno y fue tal la controversia que se llegó al consenso de que no era lógico patologizar la resistencia, el pesimismo o la agresividad encubierta. Solo sería acertado en el caso de una persona que hace uso de esta actitud de forma permanente, reflejando a su vez una actitud dominante, pesimista y muy invalidante.

mujer sujetando cuervo y representando la personalidad pasivo-agresiva

Características del comportamiento pasivo-agresivo

Todos nosotros podemos mostrar en un momento dado, un comportamiento pasivo-agresivo. Hay desencadenantes puntuales que pueden generar casi sin darnos cuenta un comportamiento de hostilidad latente, un tipo de reacciones donde demostrar cierta irritabilidad, cierto mal humor. Así, es importante comprender siempre qué hay detrás del comportamiento pasivo-agresivo.

Veamos ahora en detalle cuáles son las características más comunes.

El lenguaje del pasivo-agresivo

El comportamiento pasivo-agresivo enmascara siempre una ira camuflada, mal disimulada y que exterioriza especialmente a través del lenguaje. Es común la presencia de indirectas, de las que duelen y de las que cogen por sorpresa a su interlocutor. El uso de mensajes confusos, y hasta contradictorios, también es muy habitual, así como las siguientes frases:

  • “No entiendo qué quieres decirme” (aunque sepan a la perfección lo que les estamos comunicando).
  • “Lo que tú quieras” (afirmaciones con las que abandonan cuanto antes toda discusión para evitar la comunicación emocional sincera y directa).
  • Pero, ¿por qué te pones así? te lo coges todo a la tremenda” (mediante estas frases la persona pasivo-agresiva se sirve de su calma para llevar al limite a su interlocutor, humillándolo).

Hostilidad comportamental y procrastinación

En apariencia, pueden resultar amables y hasta accesibles, pero esta apariencia cae al instante cuando los conocemos un poco más y aparece el auténtico rostro del pasivo-agresivo.

  • Suelen ser huraños y muy críticos con todo aquello que les envuelve.
  • A menudo, pueden ser irrespetuosos, rasgo que les enorgullece porque así se ven a sí mismos como contestatarios, rebeldes…
  • Son adictos a culpabilizar a los demás de casi cualquier cosa. 
  • El resentimiento y el malhumor son dos raíces profundas en el corazón del pasivo-agresivo.
  • No les agrada la autoridad ni recibir sugerencias ajenas.

Por otro lado, y acompañando esta hostilidad, está también esa forma de aplazar casi cualquier cosa para mañana. No cumplen lo que prometen, todo lo que empiezan lo dejan a medias, son olvidadizos y no cuidan nada de lo que poseen: ni objetos ni relaciones personales.

hombre con cabeza de lobo sujetando un cuervo y representando la personalidad pasivo-agresiva

Dependencia emocional

Resulta curioso cómo su hostilidad comportamental, sus actitud hostil y desafiante se vincula además con su intensa dependencia emocional hacia los demás.

Su “te desprecio pero te necesito” es sin duda su lema personal más característico, un rasgo que esconde en realidad a un ser débil y empequeñecido por sus inseguridades, a una persona que lo necesita todo de los demás pero que a su vez, vive en la costra amarga de su caparazón.

Cómo manejar a un pasivo-agresivo

Detrás de un comportamiento pasivo-agresivo pueden existir múltiples puertas traseras donde se esconden realidades a veces muy complejas: depresión, trastorno de ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), una baja autoestima, una mala infancia e incluso determinados factores biológicos o ambientales.

“Los que se enzarzan en una competencia de agresividad pierden su razón y, lo que es más importante: su fuerza”

-Julián Marías-

Si uno mismo es consciente de que en su trato cotidiano y de que su actitud desencadena comportamientos pasivo-agresivos, lo ideal es buscar a un buen terapeuta que nos ayude a entender y canalizar esa ira, esa frustración. Para ello, nunca está de más tener en cuenta estas estrategias básicas:

  • Intenta comprender por qué actúas y respondes de esa manera.
  • Reflexiona antes de hablar, antes de actuar.
  • Identifica qué es lo que más te afecta, qué es lo que te preocupa e intenta afrontarlo.
  • Derrota tu negativismo.
  • Practica la conciencia plena.
  • Cultiva tu Inteligencia Emocional.
mujer en una taza y representando la personalidad pasivo-agresiva

Por otro lado, si en nuestros entornos más cercanos estamos obligados a tratar con una persona pasiva-agresiva, una de las mejores formas de reducir su impacto sobre nosotros es ignorándolos. Generalmente, el pasivo-agresivo es una persona con una autoestima muy baja y con escasa asertividad emocional, alguien que no sabe cómo actuar cuando siente que su comportamiento no tiene efecto.

Cuanto más afectados nos vea por sus palabras y actitudes mayor poder obtendrá, pero si percibe que carece de valor para nosotros dejará de insistir y su impacto psicológico en nosotros será menor. No obstante, tal y como hemos señalado, siempre será acertado saber qué hay detrás de este tipo de comportamientos. Si el pasivo-agresivo es un familiar, podemos animarle para que busque ayuda profesional.

Como curiosidad, y para terminar, basta recordar el origen de este término y en qué momento se utilizó por primera vez. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un grupo de psiquiatras militares notaron en muchos soldados cierto comportamiento desafiante, cierta resistencia pasiva y negativas a cumplir órdenes. Lo que había tras estos soldados en realidad era estrés postraumático…

Imágenes cortesía Christian Schloe


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