Comprométete contigo, no te olvides
Los excesos de compromisos a los que estamos expuestos, tanto en el ámbito sociolaboral como en el familiar, nos llevan a terminar las semanas exhaustos, y lo más preocupante, sin tiempo para nosotros, sin segundos para relajarnos y descansar, para disfrutar de nuestra compañía. Es la consecuencia del sobrecompromiso, de ese hábito negativo que termina afectando a nuestra salud. Por ello, comprométete contigo primero.
Parece que si no asistimos a varias reuniones a la semana nos quedamos al margen de nuestro círculo, que si no cumplimos con los demás acabarán por ignorarnos. Es importante que nos detengamos a reflexionar sobre ello y que pongamos fin si comenzamos a sentirnos mal. Asistir a todas las reuniones a las que somos invitados puede denotar falta de asertividad, ya que a veces llegamos a sentirnos mal por decir que no aunque lo necesitemos. También puede deberse a una necesidad excesiva de agradar a los demás, o bien porque de esta manera evitamos estar a solas con nosotros.
Diversos estudios alertan que las reuniones sociales a las que asistimos en la actualidad superan con creces a las que tenían nuestros padres. En vez de aprovechar el tiempo de ocio para descansar y desconectar del estrés semanal, añadimos por falta de pericia o por conformismo grupal, un estrés inquietante en nuestros días de descanso.
La calidad de vida de una persona es directamente proporcional a su compromiso consigo misma, independientemente de su campo de actividad.
Eres tu prioridad
¿A quién queremos agradar con tanta reunión social? ¿Será a nosotros o más bien a los demás? Contestar a esta pregunta con total sinceridad nos ahorra un exceso de estrés y en definitiva, de malestar.
Comprométete contigo mismo a la hora de realizar actividades, de asistir a reuniones y de utilizar tu tiempo libre.
A veces, hay que priorizarse y decir no. No podemos estar cumpliendo las expectativas de los demás y dejar a un lado las nuestras. Ahora bien, no se trata de aislarnos y alejarnos de nuestros círculos de relaciones, sino de mantener vínculos sanos y tener espacio para nosotros mismos.
El mayor compromiso es aquel que hacemos con nosotros mismos. Siempre tendremos dos opciones: nuestros compromisos y nuestros miedos.
La enfermedad del ocio
El ocio es necesario para vivir, para disfrutar y sobre todo, para eliminar el estrés. El cerebro necesita desconectar un mínimo de horas y dejar de trabajar. De ahí que las actividades de ocio sean una buena alternativa para descansar y divertirnos. Sin embargo, el ocio también puede convertirse en estrés, en inseguridad, en obligación y compromisos.
El psicólogo holandés Ad Vingerhoets, profesor de la universidad de Tilburg, decidió analizar uno de sus problemas personales: nunca estaba enfermo, excepto los fines de semana. Para ello, preguntó a otras personas si experimentaban lo mismo y algunas de ellas coincidieron con él. Enfermaban en verano, Navidad o los viernes.
Por otro lado, la psicóloga María Jesús González, en relación a este tema, matiza que “no estamos ante una enfermedad propiamente dicha. Es una alteración y ni siquiera bien tipificada, por tanto no hay terapias específicas “. No obstante, hoy día ya se asume que el estrés afecta al sistema inmunitario y este síndrome del ocio no es más que otra manera de llamar a uno de los subtipos de ansiedad.
Como vemos, para disfrutar de nuestro ocio y tiempo libre tenemos que ser realistas con nosotros mismos y con las actividades que podemos realizar. Debemos hacer un programa razonable, no acumular actividades sin más y por supuesto, no olvidar nunca las bondades de los momentos de pausa, de ese no hacer nada o como dice la expresión italiana “Il dolce far niente“. Comprométete contigo.
El cambio de hábitos, lejos de relajar, puede causar ansiedad