Confucio, biografía de un filósofo extraordinario
A pesar de que Confucio nació en el siglo IV antes de nuestra era, todavía hoy, más de dos milenios después, se sigue citando como una fuente de sabiduría. Y no es para menos, su pensamiento tenía una perspectiva universal y totalmente atemporal. Lo que hizo, fundamentalmente, fue construir y predicar una serie de valores que eran deseables y necesarios para la buena marcha de la sociedad.
Para comprender la magnitud de la grandeza de este filósofo, basta con decir que es uno de los pocos pensadores orientales que ha penetrado decisivamente en la filosofía occidental. Se sabe, por ejemplo, que varias de las ideas de Confucio han quedado plasmadas en el famoso I Ching, un libro muy popular en el mundo occidental.
“¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo cual vivir”.
-Confucio-
De hecho, no hay duda de que el confucianismo ejerció una gran influencia en la doctrina cristiana. Muchos de los valores que se pregonan en el cristianismo son una derivación de la filosofía de Confucio.
Por lo mismo, se le puede considerar uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, hasta el punto de que, hoy en día, todavía tenemos mucho que aprender de él.
El origen de Confucio
Confucio nació en el año 551 antes de nuestra era, en una pequeña aldea de China del condado de Lu, que hoy en día recibe el nombre de Shan-tong.
Fue fruto del segundo matrimonio de su padre, que ya pasaba los 60 años, y de una mujer muy joven y muy pobre. Su nombre original fue K’ung-Fu-tzu, pero al latinizarlo quedó como “Confucio”.
El padre de Confucio ya tenía nueve hijas de su primer matrimonio, pero no quería morir sin tener un hijo varón. Por eso, hizo los arreglos con un hombre viudo y pobre, quien le dio a su hija menor, de tan solo 13 años. Ella fue la madre del filósofo, que perdió a su padre a la temprana edad de 3 años.
Por el lado paterno, K’ung-Fu-tzu provenía de un linaje noble. Entre sus antepasados, se encontraban un hermanastro del último emperador de la dinastía Shang y un pariente que era Duque de Shung.
Pese a ello, la muerte de su padre dejó a su madre con grandes dificultades económicas. Aún así, ella se ocupó de darle una excelente educación, complementada por el hecho de que el niño mostró tendencias autodidactas desde muy pequeño.
Funcionario y pensador
Se dice que Confucio fue un gran amante de los libros desde sus primeros años y que celebraba los complejos rituales de su época a solas. También se cuenta que su apariencia no era muy agraciada, debido a que tenía la cabeza muy grande. Por contrapartida, su inteligencia clara y su facilidad de palabra le conferían otro tipo de encantos.
Cuando tenía 19 años, se casó con una joven de la cual no se sabe prácticamente nada. Tuvieron un hijo varón de nombre Po Yu y al poco tiempo la mujer abandonó al filósofo, posiblemente, para regresar a casa de sus padres.
Del hijo de Confucio tampoco se sabe mucho, pero en cambio el hijo de este, nieto del filósofo, fue una de las grandes glorias del confucianismo . Su nombre era: Kong Ji.
El primer cargo que tuvo Confucio fue el de intendente de graneros, un oficio en el que adquirió la fama de hombre sabio y honrado. Su madre murió y él guardó luto durante tres años, tal y como se estipulaba en la época.
Tras este período, se dedicó con más ahínco a la filosofía y, de esa época, datan sus primeros discípulos, dentro de los que se encontraban dos ministros de la corte imperial.
Una enseñanza eterna
El número de discípulos del filósofo fue creciendo, pero el duque de su pueblo natal fue derrocado y Confucio se vio obligado a exiliarse. Los siguientes 15 años los pasó viajando hasta que pudo volver a su país, que estaba devastado por los conflictos y la corrupción.
A Confucio se le otorgó un cargo que hoy sería el equivalente a Ministro de Justicia y lo ejerció de una manera tan virtuosa que se hizo con la admiración y el aplauso de sus coetáneos.
Reinaba la prosperidad y, por ello, celosos de su poder, los nobles comenzaron a intrigar contra él. Decepcionado, Confucio volvió a salir de viaje con sus discípulos. Vagabundearon por un lado y otro durante los siguientes 13 años y Confucio proclamaba que quería encontrar un príncipe ejemplar, pero jamás lo halló.
Nuevamente entristecido, decidió volver a su tierra. Se dice que, un día, algunos cazadores atraparon un animal muy extraño y el filósofo interpretó esto como una señal de que él iba a morir. Así fue, y Confucio fue sepultado a orillas del río Sze y sus discípulos guardaron luto 3 años.
El culto al filósofo comenzó muy pronto en China y se le mantuvo como máximo líder espiritual de esa nación hasta el siglo XX.
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- Chengley, L. (2006). La historia de Confucio. LD Books.