Crecer sin hermanos: ¿cómo es?
La paternidad es una dimensión muy importante en la vida de muchos seres humanos, por eso cuando decidimos ser padres y madres estamos llenos de dudas y preguntas sobre cómo ejercerla de la mejor manera. Por ejemplo, una pregunta recurrente es cuántos hijos tener, es decir: ¿está bien tener un solo hijo?, ¿qué pasa cuando un niño crece sin hermanos?, ¿prefieren los niños tener al menos un hermano?
En este artículo vamos a aclarar algunas de estas dudas, mostrando cómo los imaginarios negativos sobre ser hijo único en la actualidad responden más a estereotipos y prejuicios arraigados históricamente, que a la experiencia real de quienes crecen sin hermanos.
Mitos sobre crecer sin hermanos
Los padres de hijos únicos suelen experimentar preocupación por si sus hijos se sienten solos o si desearían (o hubieran deseado) tener hermanos. También se preguntan por su vejez y por la inquietud que les causa imaginar a su único hijo haciéndose cargo de los cuidados y los gastos. Sin embargo, la mayoría de hijos únicos manifiesta sentirse bien respecto a su experiencia de crecer sin hermanos.
Los hijos únicos tienen fama de ser egoístas y caprichosos, además de introvertidos y solitarios. Sin embargo, no se ha podido evidenciar que haya diferencias significativas de personalidad producidas por la variable tener hermanos y no tenerlos.
El estereotipo del hijo único mimado y demandante parece tener origen en un prejuicio social muy arraigado. Es más, la verdadera causa de que haya niños mimados son los padres que los malcrían, con independencia de la cantidad de hermanos que tengan.
Ventajas y desventajas de crecer sin hermanos
En primer lugar, no todo son ventajas o desventajas cuando una persona crece siendo hijo único. Como en cualquier aspecto de la vida, hay matices que van apareciendo a medida que otras variables intervienen en nuestro desarrollo.
Así, se ha sugerido que los niños que crecen sin hermanos tienen un estilo de comunicación más asertivo y claro, esto gracias a que suelen interactuar con otros niños y con adultos por igual.
Del mismo modo, parece que el hecho de que la atención y los cuidados paternos estén volcados en ellos representa una ventaja para los hijos únicos. Muchos consideran este hecho como un privilegio que les ha servido para alcanzar sus metas de adultos, en especial en un mundo en el que los padres no suelen contar con demasiado tiempo para pasar con sus hijos. Además, a muchos también les resulta más fácil aceptar la soledad e incluso disfrutarla.
Por otro lado, para muchos hijos únicos sus amigos llegan a ser como hermanos, con la ventaja de que son de su edad y los han elegido ellos. Aunque algunos sí consideran que tener hermanos hubiera sido deseable, sobre todo para apoyarse en momentos difíciles y para asumir conjuntamente las responsabilidades del cuidado de los padres, son conscientes también de que tener hermanos no es garantía de apoyo y que las relaciones entre hermanos en muchas ocasiones resultan conflictivas.
No obstante, la otra cara de estas ventajas puede aparecer en que, por ejemplo, pueden ser muy impacientes en situaciones en las que tengan que esperar su turno o compartir con otros. Es posible también que, por el hecho de no haber tenido que competir nunca por la atención de sus padres, las situaciones competitivas les generen ansiedad y miedo a ser comparados con otros.
También es posible que la independencia, un rasgo positivo asociado a muchos hijos únicos, pueda también convertirse en un rasgo negativo que les dificulte trabajar en equipo o delegar tareas y responsabilidades.
Algunas recomendaciones
Como hemos visto, en realidad no hay tantas diferencias entre crecer con hermanos y crecer sin ellos. Todas las personas pueden llegar a ser empáticas o indiferentes, generosas o egoístas si son educadas así por sus padres.
En la actualidad, la tendencia es que las parejas tengan solo un hijo, ya sea por preocupaciones ecológicas asociadas a la contaminación y la sobrepoblación, por buscar y mantener el frágil balance entre vida familiar y laboral o por asegurar que ese único hijo sí cuenta con los recursos necesarios para abrirse paso en una sociedad cada vez más competitiva. Por esta razón, es importante tener en cuenta algunas recomendaciones ligadas a la crianza positiva de hijos únicos.
Por un lado, es mejor evitar los comportamientos sobreprotectores. Si bien podemos tener una buena intención, protegerlos en exceso puede convertir a nuestros hijos en niños ansiosos, temerosos y dependientes. Es vital fortalecer su independencia y su autonomía a la hora de tomar decisiones en aquellos ámbitos y niveles en los que sí pueden tomarlas.
De manera adicional, es fundamental evitar ceder ante todos los requerimientos del niño. Aprender a establecer límites claros es la clave para criar niños autoconscientes y responsables de las consecuencias de sus decisiones.
Por último, es necesario generar espacios para que nuestros hijos construyan amistades con iguales. Si bien aprender ciertos códigos del mundo adulto puede ser una ventaja para los hijos únicos, la interacción con otros niños les enseñará a ser más pacientes y comprensivos.
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