Cuando miro al mundo soy pesimista, pero cuando miro a mi gente soy optimista
Algunas emociones y sensaciones solo nos las pueden proporcionar las relaciones personales con la familia y amigos más cercanos. El apoyo emocional, el amor, la seguridad y protección nos hacen ver a lo que nos rodea desde una perspectiva más esperanzadora, a pesar de los problemas que nublen el horizonte. El mundo puede ser un lugar vil, pero las emociones de confort que nos proporciona nuestra gente nos hace experimentarlo como un lugar más cálido, hecho en parte para nosotros.
Cuando observamos el mundo, a veces advertimos una algarabía de situaciones y hechos que nos alejan de él, sintiéndonos vulnerables y pequeños ante la incomprensión de nuestra postura ante determinadas situaciones. A veces, podemos ver el mundo como un lugar amenazante. Por el contrario, cuando bajamos la mirada y nos limitamos a lo más cercano, solemos encontrar aliento y seguridad; por muchas causas, pero sobre todo porque somos participes de él mediante nuestras relaciones personales.
Estar rodeados de personas que nos brindan sensaciones de seguridad y compresión nos hace más optimistas, ya que tendemos a ver y a juzgar desde una perspectiva más positiva. No saber cuidar de las relaciones sociales puede ser tan nocivo como no hacer deporte, ser alcohólico o fumar 15 cigarrillos al día.
“Nuestras creencias sobre lo que somos y lo que podemos ser determinan con precisión lo que podemos ser”
-Anthony Robbins-
¿Por qué nos invade el pesimismo cuando observamos al mundo?
A pesar de que los datos demuestran que, en comparación con épocas pasadas, vivimos mejor que nunca, la inclinación protectora del cerebro nos hace prestar más atención a las noticias que puedan ser una amenaza, poniéndonos constamente en un estado alerta.
Vivimos en la época de menos violencia explícita de la humanidad, la pobreza se ha reducido considerablemente, la población mundial cada día vive más y el mundo en general se ha hecho más democrático. A pesar de esto, a menudo oímos expresiones que describen un mundo en continuo deterioro: “esto ya no es lo que era” o “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero las estadísticas, como hemos dicho, nos hablan de otro escenario.
¿A qué se debe la disonancia entre la situación actual del mundo y el estado global de pesimismo sobre la evolución del planeta? El profesor de la Universidad de Harvard, Steven Pinker sintetiza y explica que la principal razón para que se produzca esta distorsión es lo poderoso e insistente que puede llegar a ser el filtro pesimista.
Nuestro cerebro está programado para identificar y pasar en primer lugar por la conciencia a los peligros, y una mala noticia, puede poner en riesgo nuestra calidad de vida. En cambio una buena noticia difícilmente puede llegar a ser una amenaza. Esta es una de las causas porque la saliencia de las noticias negativas es mayor y una explicación a por qué, en general, dejan una huella más profunda en nuestra memoria.
“El pesimismo es un juego seguro. Así no puedes perder nunca, solo puedes ganar. Es el único punto de vista desde el que nunca te sentirás decepcionado”
-Thomas Hardy-
¿Por qué somos más optimista cuando miramos a nuestra gente?
La clave que explica nuestro optimismo cuando observamos a nuestra gente, a esas personas que hemos elegido voluntariamente para compartir nuestras vivencias más personales, está en ser agradecidos con ellos. El secreto está en ser capaces de dar las gracias por las cosas que hacen por nosotros, sin que tenga que ser nada fuera de lo habitual y de lo que “damos por sentado”.
¿Tenemos en cuenta cuántas personas contribuyen a que nuestro día a día sea posible? ¿Tenemos en cuenta la importancia de las emociones que nuestras relaciones nos aportan?
Es innegable que debemos un inmenso reconocimiento a infinidad de personas que hacen posible que sigamos con nuestra vida o que disfrutemos de nuestro momento actual. Y para poder expresarlo es necesario que seamos conscientes de las cosas buenas y positivas que nos rodean.
“Soy optimista. No parece de mucha utilidad ser cualquier otra cosa”
-Winston S. Churchill-
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- Haselton, M. G., & Nettle, D. (2006). The paranoid optimist: An integrative evolutionary model of cognitive biases. Personality and Social Psychology Review.
- https://doi.org/10.1207/s15327957pspr1001_3
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- Scheier, M. F., & Carver, C. S. (1992). Effects of optimism on psychological and physical well-being: Theoretical overview and empirical update. Cognitive Therapy and Research.
- https://doi.org/10.1007/BF01173489
- Strunk, T. E. (2012). Pliny the pessimist. Greece and Rome.
- https://doi.org/10.1017/S001738351200006X