¿Cuándo nos convertimos en adultos?
Las personas se convierten en adultas cuando llegan a cierta edad a nivel legal, pero esto no hace que la persona actúe como tal ni que piensen de una manera que podríamos llamar madura. Cuántas veces has visto o tratado con personas que, a pesar de ser adultas legalmente, aún actúan como si fueran adolescentes o, peor aún, como si fueran niños.
La edad cronológica no es un indicador preciso de la adultez, pues esta no depende únicamente de ella, sino del desarrollo integral de otros componentes o dimensiones del ser humano. En este sentido, cada persona alcanza la adultez a diferentes edades, cada una a su propio ritmo y a su propio tiempo.
¿Cuándo llegamos a ser adultos?
A nivel sociológico, podemos decir que una persona es adulta cuando es capaz de sostenerse a sí misma, o cuando ha iniciado una relación importante para su vida, o cuando ha conformado un hogar. Sin embargo, estos criterios no son suficientes para comprender la adultez. En esta fase de la vida también intervienes otras variables, como la madurez psicológica.
Alcanzar este tipo de madurez depende de la relación y consolidación de diferentes elementos constitutivos de la vida humana: la construcción de una identidad, la independencia emocional y financiera, el desarrollo de un sistema de valores y el establecimiento de relaciones saludables.
Así pues, el inicio de la adultez no está determinado por criterios externos, como la edad cronológica o los estatutos legales, sino por indicadores internos, como el sentido de autonomía, autocontrol y responsabilidad personal. Es más que todo un estado mental que un evento discreto (Shanahan, Porfeli y Mortimer, 2005).
3 características que nos convierten en adultos
La adultez se define por tres criterios:
- Aceptar las responsabilidades propias.
- Tomar decisiones independientes.
- Obtener la independencia financiera (Arnett, 2006).
En los países industrializados, se emplea más tiempo en alcanzar esas metas y se siguen rutas más variadas que en el pasado.
1. Aceptar las responsabilidades propias
Nos convertimos en adultos cuando somos capaces de responder a la vida. Cuando somos niños o adolescentes, generalmente, es otra persona la que responde por nosotros antes las cuestiona básicas de la existencia: alimento, vestido, protección (hogar). Cuando nos vamos haciendo adultos, somos nosotros mismos los que debemos hacernos cargo de tales exigencias.
Además, cuando entramos en esta nueva etapa de la vida, somos capaces de asumir que la vida no está ahí para ser vivida ni atendida por otro, que los problemas no se resuelven solos y que debemos tomar la iniciativa para enfrentar los hechos esenciales de la vida.
Asimismo, somos capaces de aceptar nuestros deberes como ciudadanos, hijos, amigos, estudiantes o trabajadores. Nadie es responsable de nuestra vida, solamente nosotros.
2. Tomar decisiones independientes
Nos convertimos en adultos cuando dejamos de tomar decisiones por presión externa y cuando no permitimos que nos manipulen para elegir algo que repercutirá en nuestra existencia. De esta manera, salimos de la minoría de edad cuando desarrollamos un pensamiento crítico, pensamos por nosotros mismos y analizamos bien la realidad antes de decidir sobre algo que es significativo para nuestra vida.
Al ser adultos nos volvemos responsables al decidir, pues nos hacemos consciente de la decisión tomada y aceptamos sus posibles consecuencias. Nadie más es culpable de sus efectos, nosotros nos hacemos cargo de ellos porque hemos actuado conforme a nuestro criterio y a nuestros deseos y valores.
3. Obtener la independencia financiera
La independencia financiera es necesaria cuando nos convertimos en adultos. Al ser independientes, debemos lidiar con los gastos típicos de una vida autónoma: alimentación, vivienda, servicios públicos, ropa, etc. Este tipo de independencia nos permite movernos con mayor autonomía y libertad.
¿Si una persona no tiene independencia financiera, no es adulto entonces? No necesariamente. Recordemos que la adultez depende de la interacción de diversos factores, y no se define por la manifestación de uno.
Además, hay ciertas circunstancias que pueden dificultar dicha independencia, aunque la persona la anhele: el desempleo y la falta de oportunidades para crecer a nivel económico.
La adultez emergente
El cambio de la infancia a la edad adulta no se produce en un instante; es la suma de muchos instantes que a la vez pueden contener a otros muchos instantes. Esta transformación es un proceso gradual que se va desarrollando a lo largo de varios años.
Antes de entrar en la adultez, pasamos por un periodo intermedio del desarrollo que actualmente se conoce como adultez emergente. Esta es una fase de transición entre la adolescencia y la adultez.
En este periodo del desarrollo empezamos a poner en marcha iniciativas en las que somos proveedores, más que receptores. Esta contribución hace referencia a la consolidación de valores y comportamientos que promueven el bienestar de los demás, la responsabilidad y la expansión de los deberes más allá del yo.
Cinco características de los adultos emergentes
La edad adulta emergente se caracteriza por lo siguiente:
- La exploración de la identidad. Es cuando empezamos a pensar en quienes somos, en qué trabajar y qué tipo de vida queremos tener.
- La inestabilidad. Los años posteriores a la escuela secundaria están marcados por repetidos cambios de residencia, ya que vamos a la universidad.
- El autoenfoque. Liberados de la rutina escolar, reflexionamos sobre lo que queremos hacer, adónde queremos ir y con quién deseamos estar.
- Sentimiento de estar en medio. Nos sentimos responsables de muchas cosas en nuestra vida, pero aún no somos adultos.
- Las posibilidades. En esta etapa creemos que tenemos buenas posibilidades de vivir “mejor que sus padres”.
Para terminar, nos convertimos en adultos no cuando alcanzamos determinada edad, sino cuando construimos nuestra identidad, tenemos autocontrol, adquirimos independencia, tomamos decisiones autónomas y responsables, desarrollamos nuestro propio sistema de valores y somos capaces de establecer buenas relaciones.
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- Arnett, J. J. (2006). Emerging adulthood: Understanding the new way of coming of age. In J. J. Arnett & J. L. Tanner (Eds.), Emerging adults in America: Coming of age in the 21st century (pp. 3-19). Washington, DC: American Psychological Association
- González, J. J. Z., & Desfilis, E. S. (1996). Creencias sobre la madurez psicológica y desarrollo adulto. Anales De Psicología/Annals of Psychology, 12(1), 41-60.
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- Shanahan, M., Porfeli, E., & Mortimer, J. (2005). Subjective age identity and the transition to adulthood: When do adolescents become adults? En R. A. Settersten Jr., F. F. Furstenberg Jr., & R. G. Rumbaut (Eds.), On the frontier of adulthood: Theory, research, and public policy (pp. 225-255). Chicago: University of Chicago Press.