Cuando nos criticamos a nosotros mismos
Saber detenernos y recapacitar sobre cómo somos y actuamos es un signo de madurez mental. Todos nos criticamos de vez en cuando, pero saber cómo hacerlo constituye un factor importante que contribuye a que nos sintamos mejor con nosotros mismos.
“La persona más influenciable con la que hablarás todo el día eres tú. Ten cuidado entonces acerca de lo que te dices a ti mismo”
-Zig Ziglar-
¿Qué es la autocrítica?
La RAE define la palabra autocrítica como el “ juicio crítico que se realiza sobre obras o comportamientos propios”. Y en ella hay que fijarse en que no hay ningún matiz negativo, tampoco positivo. Es una definición completamente neutra.
Pero más allá de las palabras académicas, la autocrítica es un concepto que se desempeña como espada de Damocles. Cuando nos criticamos, el resultado puede ser muy diferente según lo hagamos.
En otras palabras, si se hace adecuadamente nos ayudará a crecer y mejorar como personas. Sin embargo, si acogemos su aspecto más negativo como una autocrítica no constructiva, criticarnos puede llegar a ser devastador, sobre todo en el ámbito de las relaciones con los demás.
Según la forma de hablarnos a nosotros mismos a través del lenguaje interno de los pensamientos, nos sentiremos bien o todo lo contrario.
Autocrítica sana y autocrítica negativa
La autocrítica sana es aquella práctica que consiste en ser conscientes de los propios fallos o errores, asumirlos y proponerse corregirlos o, al menos, llegar a atenuarlos en la medida de lo posible. Implica una visión positiva de cara a mejorar como personas
Es como si realizáramos una autoevaluación tanto de los puntos positivos como negativos de nuestras actividades, pensamientos o sentimientos. Y así, a través de ella, somos capaces de comenzar un proceso de aprendizaje con el propósito de mejorar aquella característica que nos criticábamos.
De esta manera, la autocrítica positiva es un concepto estrechamente muy ligado al de superación personal. Criticarnos de esta forma es un instrumento muy importante para llegar a conocernos mejor a nosotros mismos, mejorando nuestra autoestima.
“Autocrítica debe ser mi guía para la acción, y la primera regla para su empleo es que en sí misma no es una virtud, solo un procedimiento.”
-Kingley Amis-
Cuando nos criticamos de una forma destructiva
Hemos visto cómo la crítica hacia uno mismo resulta necesaria y útil. Pero una cosa es utilizarla como forma de aprendizaje y otra cosa muy distinta es la autocrítica patológica o desadaptativa que juzga, culpa y halla en casi todo lo que se hace o dice un error imperdonable.
Se trata de una voz interior negativa que nos ataca y juzga continuamente, como si mantuviéramos un romance tortuoso con nosotros mismos.Y es que la diferencia entre un tipo de autocrítica y otro se encuentra en el sentimiento resultante y la conducta que le sigue como consecuencia. Mientras que cuando realizamos una autocrítica sana o positiva nos permitimos crecer, cuando nos emitimos una crítica destructiva nos condenamos, propiciando el desarrollo de una baja autoestima.
Quizás deberíamos detenernos más a menudo a escucharnos un poco a nosotros mismos y observar cómo es nuestro lenguaje interno. Seguramente, nos daríamos cuenta muchas veces del maltrato innecesario y terrible que nos hacemos a nosotros mismos.
Y quizá percibiendo esa realidad, en lugar de tratarnos con el látigo de la autocrítica negativa que nos hace permanecer inmóviles con sentimientos como la culpa y la vergüenza, comenzaríamos a aceptar el error como aprendizaje y puente hacia la superación. Porque cuando nos criticamos podemos hundirnos aún más o luchar para salir a la superficie.
“Tenemos que aprender a ser nuestros mejores amigos, porque caemos muy fácil en la trampa de ser nuestros peores enemigos.”
-Roderick Thorp-