Depresión y desorden: cuando el espacio físico es reflejo del estado mental
Con frecuencia, los medios nos informan de estudios y análisis que son de lo más llamativos. No faltan los que vinculan el desorden con la inteligencia. Vivir en un escenario dominado por el caos, la acumulación de objetos y el summum de la anarquía ambiental es para muchos un rasgo de creatividad. Ahora bien, esta idea puede hacer que cometamos errores importantes.
Los escritorios repletos de papeles, los armarios con ropa por colgar o los rincones habitados por interminables torres de libros reflejan, a menudo, un orden dentro del caos que solo uno mismo entiende y que, por supuesto, no le incomoda a su propietario.
Ahora bien, son muchas las personas que son conscientes del desorden de su hogar y se sienten mal ante ese panorama porque no tienen ánimo para abordarlo. La procrastinación o el postergar las tareas de orden y limpieza en casa es también un signo de los trastornos depresivos. Por ello, suele utilizarse la clásica metáfora de que los espacios físicos suelen ser reflejo del estado mental de la persona.
A menudo, no encontramos las fuerzas para ocuparnos de las tareas básicas del hogar. Asimismo, la simple visión del desorden que poco a poco se acumula también nos termina estresando.
Depresión y desorden, un vínculo frecuente
¿Alguna vez te has sentido tan abatido y desanimado que limpiar y ordenar te ha parecido una tarea que demandaba una energía que no tenías? Esta es una sensación común que todos hemos sentido en algún momento. El problema llega cuando esa percepción se extiende en el tiempo y pueden pasar semanas e incluso meses sin que ordenemos ni un solo objeto fuera de lugar.
Asimismo, quienes piensen que la visión de un hogar descuidado no le importa a su propietario se equivocan. Porque muchas veces esa visión no hace más que alimentar el sufrimiento. “No encuentro ánimos para limpiar la casa, pero verla desordenada me genera mucha ansiedad”. Ese círculo vicioso puede hacer que la persona opte, por ejemplo, por pasar el máximo tiempo posible fuera del hogar.
Hay quienes están habituados a vivir en escenarios definidos por la desatención y la anarquía. Sin embargo, cuando alguien se define por ser organizado y, poco a poco, ve cómo los platos sucios se acumulan en la pila y el salón es como un mercadillo de ropa de segunda mano, algo sucede en el interior de su mente.
La depresión no solo provoca que se descuide el orden del hogar, a menudo, también se deja de lado la propia higiene.
Cuando el desánimo nos hace descuidar las tareas básicas
A veces, nos apetece más hacer un maratón de series de Netflix que poner una lavadora. En ocasiones, nos encontramos tan agotados que nos es imposible salir de la cama para darnos una ducha, vestirnos y empezar con el día. Hay épocas en que todo pesa en exceso y la desesperanza es tan inmensa que toda tarea, por básica que sea, nos parece insustancial.
Depresión y desorden guardan un vínculo directo porque estamos ante una condición mental que apaga la motivación y consume todas las energías, las físicas y las mentales. Una casa descuidada puede explicarse por muchos factores, pero algo que no podemos descuidar es la salud mental.
Ejemplo de ello son esos escenarios dominados por infinidad de objetos inservibles o de basura, que esconden un trastorno de acumulación o un síndrome de Diógenes. Un hogar es el reflejo de quien lo habita y en él siempre hay pistas claras del universo psicológico de las personas.
En el caso de la depresión, los factores que determinan la desatención en el hogar son la fatiga y la anhedonia. Un estudio de la Universidad de Cambridge destaca algo importante. Muchas de las personas que acuden a atención primaria quejándose de su cansancio persistente evidencian una depresión latente. Esto les impide ocuparse de responsabilidades tan básicas como el propio hogar.
¿En qué momento el desorden es signo de una depresión?
No todas las personas desordenadas evidencian un trastorno depresivo. Como bien dijo Sigmund Freud una vez, “no limpies mi desorden, sé exactamente dónde está todo”. Hay una serie de características particulares que diferencian a unos individuos de otros para hacernos sospechar la existencia de un trastorno del estado de ánimo.
- Depresión y desorden evidencian una relación cuando apreciamos un cambio progresivo en los hábitos de vida de una persona. Si alguien habitualmente preocupado por la limpieza y el orden, descuida estos aspectos, ya es motivo de preocupación.
- Quien evidencia depresión experimenta un progresivo desinterés por tareas que antes le motivaban.
- Su única necesidad es desconectar y no pensar. Esto le aboca a un progresivo autoaislamiento.
- También es común que se descuiden aspectos básicos como la propia higiene.
- Cualquier tarea les abruma, se les hace una montaña y son casi incapaces de iniciar actividades que antes eran básicas, como la limpieza del hogar.
La depresión puede hacer que se tenga la percepción de que no se tiene tiempo para limpiar o incluso que uno no merece estar en un escenario limpio. En algunos casos, puede darse la situación en que la persona ni tan solo es consciente de hasta qué punto ha llegado el desorden en su hogar…
¿Qué podemos hacer para mantener el orden cuando sufrimos depresión?
La depresión difumina por completo la persona que somos. Nos hace cautivos de la indefensión y la desesperanza, todo parece escapar de nuestro control y hechos tan básicos, como las tareas del hogar, dejan de ser importantes. No es que no queramos limpiar y ordenar la casa, es que nos es imposible.
La incapacidad de poder hacernos cargo de nuestras vidas y de las tareas más básicas, ya es motivo para solicitar ayuda profesional. La terapia psicológica es el mejor modo de abordar ese vínculo entre depresión y desorden. Asimismo, te pueden servir de ayuda las siguientes claves a la hora de mantener tu casa en condiciones:
- Empieza con tareas sencillas. No te marques metas que no puedes cumplir. Lo ideal es empezar con objetivos muy sencillos, de hecho, basta con levantarte y hacer la cama. Con fregar los platos del desayuno. Con ordenar una sola habitación de la casa.
- Aprecia tus pequeños logros. Una cama hecha, una lavadora puesta, darte una ducha y vestirte… Aunque no lo creas, son grandes logros, así que aprécialos. Siéntete orgulloso.
- Apóyate en tu entorno. Es evidente que uno solo no puede con todo cuando se está en pleno tratamiento por una depresión. El apoyo de los nuestros es indispensable, así que permite que compartan contigo tus tareas.
Antes de concluir es indispensable recordar un sencillo aspecto. Si en este momento estás viendo el desorden de tu casa o habitación y esa imagen te abruma, ten en cuenta que no estás solo. Pide ayuda y no dudes en empezar a enfrentarte a ese escenario. Te darás cuenta de que en cuanto empieces a ordenar ese espacio, te sentirás más activado y poco a poco, ese caos perderá presencia.
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