Edad subjetiva y bienestar: y tú ¿cuántos años tienes realmente?

Las consecuencias de nuestra edad no están fijadas por nuestra fecha de nacimiento. A nivel mental, es igual o incluso más importante, los años que sintamos que tenemos. Así, hoy queremos hablar del peso de la edad subjetiva en nuestro bienestar.
Edad subjetiva y bienestar: y tú ¿cuántos años tienes realmente?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 22 julio, 2022

Envejecer es algo inevitable, pero navegar por esa etapa de la vida con la mejor actitud puede hacer de este proceso algo enriquecedor. Un modo de lograrlo es sentirnos mentalmente más jóvenes de lo que realmente somos. Es decir, dar forma a una edad subjetiva que esté por debajo de la edad cronológica. Esto, lejos de ser un mecanismo de negación, tiene un gran impacto en nuestra salud.

Puede que estemos en esa etapa de nuestra existencia en que al mirarnos al espejo, nos digamos aquello de ¡este no soy yo, si por dentro me siento como si tuviera 20 años! Esa es la clave, percibir que en nuestro interior sigue existiendo el mismo énfasis, pasión y deleite por comernos el día a día, como cuando éramos más jóvenes.

Hay un viejo refrán que dice “eres tan viejo como te sientes”. La sabiduría popular rara vez falla en sus conocimientos, y si hay un indicador de bienestar físico y psicológico es el de percibir que más allá de un cuerpo que se hace mayor está una mente que ansía seguir aprendiendo, disfrutando de lo que el devenir quiera ponerle por delante.

La juventud es un estado mental que todos podemos promover.

Hombre pensando en su edad subjetiva mientras hace ejercicio
Si nos sentimos jóvenes, tendremos mayor motivación para llevar una vida más saludable.

Qué es la edad subjetiva y por qué es un indicador de salud

Entendemos la edad subjetiva como los años que una persona realmente siente tener, más allá de la resta entre la fecha de hoy y la de su nacimiento. No importa, por tanto, cuándo hayamos nacido, importa cómo nos sentimos. Una investigación de la Universidad de Carolina del Norte llega a una conclusión clara: la edad que sintamos tener es un predictor para el bienestar y la salud.

Así, y por curioso que nos resulte, hay quien se percibe más mayor de lo que es. Están los que rondan los cuarenta y, sin embargo, sienten como si hubieran vivido veinte años más. Y no es porque hayan atesorado grandes aprendizajes, sino porque se perciben más agotados de la cuenta, más apesadumbrados de lo normal y con menos esperanzas de lo permisible.

La edad subjetiva, tal y como nos explican en ese estudio antes citado y liderado por el doctor Matthew Hughes, tiene que ver con diversas variables, siendo una de las más importantes el modo en que interpretamos nuestras experiencias personales. Una vida marcada por el estrés crónico, las decepciones o incluso la vulnerabilidad social nos envejece antes de la cuenta…

En realidad, la edad también la marca el componente psicológico y el modo en que se autoperciba una persona.

Si te sientes joven, las dificultades se afrontan mejor

Envejecer es un proceso complejo repleto de desafíos. Más allá del progresivo cambio físico, están los problemas de salud. No todo el mundo llega al otoño de la vida sin haber visitado a su médico de cabecera varias veces.

No vamos a poder evitar todos los eventos negativos que se produzcan; la actitud con la que manejemos todas estas situaciones va a resultar decisivo. Más aún, en un estudio realizado en colaboración con varias universidades estadounidenses pudo verse algo llamativo.

Vivir con una edad subjetiva menor a la cronológica no solo se relaciona con una mejor salud física, sino también con una mejor salud mental. Se reduce el riesgo de depresión.

Componentes de la edad subjetiva

Los estudios nos dicen que la edad subjetiva es un concepto que empieza a tener su peso alrededor de  los 55 años. Parece que lo mejor es mantener un desajuste en negativo de diez años respecto a nuestra edad objetiva. A esa percepción se le añaden un conjunto de metacogniciones que reforzarán día a día el bienestar.

  • Tener una visión positiva del envejecimiento. No verlo como una limitación para seguir marcándonos metas, sino una nueva etapa en la que segur cultivando la felicidad, la vida social, etc.
  • La edad subjetiva se acompaña de un enfoque resiliente. Son personas que no temen las dificultades, las afrontan y aprenden de ellas.
  • La curiosidad, las ganas de aprender, de seguir conociendo a más gente se vinculan con esta variable.
  • Uno se siente más joven de lo que es cuando le encuentra sentido a la vida, y sigue marcándose propósitos.
  • Otro punto importante es sentirse apoyados, contar con vínculos sociales fuertes y felices.
  • El tener una profesión gratificante también determina la edad subjetiva. Es un elemento que nos permite tener una imagen positiva de nosotros mismos, más allá incluso de la jubilación.
Mujeres mayores felices pensando en su edad subjetiva
La edad que tengamos carece de importancia, importa lo que tengamos ganas de hacer.

No me preguntes cuántos años tengo, pregúntame cuántos años siento tener

El peso de la edad no lo marca una partida de nacimiento, lo condiciona sobre todo nuestro interés en seguir  evolucionando. En una sociedad como la nuestra, tan censora de la arruga y estricta con el aspecto físico, vamos a tener que realizar determinados cambios a nivel mental para que esa esperanza de vida que poco a poco estamos ganando no se materialice en sufrimiento a nivel mental.

Esto no será un problema siempre y cuando estemos preparados para esa etapa. Esa en la que deberemos desarrollar una edad subjetiva más baja que la cronológica. Y lo haremos manteniendo la ilusión, la esperanza y las ganas por alcanzar nuevos objetivos.

Porque, aunque no nos demos cuenta, a nuestro alrededor hay muchos jóvenes que ya son viejos, es decir, son personas sin motivación, sin objetivos ni propósitos. Y ese no es el camino.

Asimismo, hay infinidad de personas mayores que rebosan juventud, espontaneidad, ganas por seguir contribuyendo a este mundo y sus propias vidas. Por tanto, a partir de ahora, en lugar de preguntarle a alguien cuántos años tiene, preguntémosle, qué edad siente tener. Le arrancaremos una sonrisa.


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