Eduquemos personas, no sexos
¿Vestirías a tu hijo de color rosa para ir a clase?, ¿dejarías que tu hijo jugase con muñecas o fuera a clases de ballet?, ¿apoyarías a tu hija si quisiera jugar al rugby?, ¿y si tu hija quisiera ir a clases de mecánica o llevar el pelo corto? A mucha gente estas preguntas les resultan fáciles de responder de manera teórica, pero siguen pensando que ojalá sus hijos no sean así. ¿Tan débil es la definición de los sexos que un color, el baile, un deporte o la ropa puede cambiarla?
Para muchas personas sí, sobre todo si se trata de los chicos. Con el avance del feminismo, ciertos comportamientos, antes solo pertenecientes a los hombres, son completamente normales ahora en las mujeres. Eso de votar, llevar pantalones o trabajar ya se considera algo normal para la mujer, aunque se siguen necesitando más avances.
En cambio, que los hombres hagan cosas de mujeres sigue estando mal visto. ¿A caso las conductas consideradas de mujeres son inferiores?, ¿o es que la propia mujer es inferior y querer ser como ellas es un desprestigio?, ¿qué tiene de malo comportarse como una mujer?, ¿qué pasaría si dejásemos de sexualizar la vida de nuestros hijos?
“Que las niñas hayan hecho cosas de niños en la historia reciente de la Humanidad (ponerse pantalones, fumar, esa cosa loca de trabajar) ha sido visto como un avance. Hacer lo de los hombres es una aspiración. Vamos a intentar que hacer cosas de mujeres también sea visto como un avance de los hombres. Y para eso, quizá, tenemos que empezar a decirles a los niños que bailar, y el rosa, y mostrar sus emociones y debilidades sin miedo a menoscabar su atávica masculinidad está muy bien”
-Quique Peinado-
Los niños no entienden de sexos
Muchas veces no nos damos cuenta de que los niños solo quieren ser felices. De que a ellos les divierten multitud de cosas, juegos, colores o ropa, pero que no le asocian ningún significado. Los niños no entienden de sexos, solo de cosas que les gustan, y somos los adultos los que se las estamos quitando, porque somos nosotros los que las vemos con otro significado.
“Hace unos días, mi hijo de dos años eligió en la farmacia un cepillo de dientes rosa para llevárselo a casa. Un cepillo rosa, por cierto, que tenía que sustituir a otro cepillo rosa que estaba usando, porque se ve que le encanta el color. Cuando llegó a pagarlo, la dependienta le preguntó: «¿Es para ti o para tu hermanita?». Al enterarse de que era para él, añadió: «¿Y no quieres mejor este amarillo?». La madre del crío, con una cara lo suficientemente explicativa de lo que estaba sucediendo, miró a la dependienta y le dijo: «No, el niño ha elegido el rosa y así está bien”.
-Quique Peinado-
Situaciones como las que describe Quique Peinado las vivimos todos los días y somos los adultos los que tenemos la culpa. Estos niños crecerán pensando que el rosa en un chico es algo malo e incluso pensarán que hacer cosas de chicas es algo malo. Pero, ¿qué tiene de malo?
Nosotras nos quedamos embarazadas y damos a luz, pero del niño tenemos que cuidar ambos. Ambos le damos de comer, le cambiamos los pañales o le sacamos a pasear, ¿por qué las niñas juegan con muñecas para aprender sobre la maternidad y ellos no pueden?, ¿no les estaremos enseñando que solo las madres son las que se encargan del cuidado de los hijos?
Pero no solo con las muñecas tenemos estas ideas. Parece que expresar emociones es cosa de niñas y no nos damos cuenta de que estamos privando a nuestros hijos de una parte de sí mismos. Les decimos a los niños que son guerreros y fuertes y que tienen que luchar, que llorar es cosa de “maricas” y estar triste de débiles. ¿Así no les estaremos enseñando que tener emociones es malo?, o lo que es peor, ¿no les estaremos diciendo que ser ellos mismos es malo?
¿Nuestros hijos pueden llegar a ser lo que quieran?
Nos gusta pensar que, en la sociedad actual, con todos los avances que ha habido en cuestiones de igualdad, nuestros hijos, tanto niños como niñas, podrán llegar a ser lo que quieran cuando crezcan. Pero luego les educamos en estereotipos de género, todo es cuestión de sexos. Para una prueba los catálogos de juguetes de estas navidades.
Salvo pequeñas excepciones, cuando estos días comencemos a pensar que les regalamos a nuestros hijos esta navidad, podremos ver que es a lo que pueden llegar si seguimos educando como hasta ahora. Para las niñas hay muñecos y juegos que emulan el cuidado del hogar. Para niños, en cambio, coches o juegos de construcción.
Entonces, ¿las niñas solo pueden aspirar a ser madres y amas de casa y los hombres a trabajar fuera del hogar? Si seguimos diciéndoles que bailar es de maricas y las muñecas cosa de niñas o que el fútbol es de marimachos y los juegos de construcción cosas de niños, la respuesta es un sí rotundo. Si les dejamos elegir con libertad y sin juzgar sus elecciones, entonces podrán ser lo que quieran.
La educación sin sexos depende de nosotros
La lucha de sexos, de qué es lo correcto para un niño o para una niña, como hemos visto, sigue estando a la orden del día. Pero la buena noticia es que depende de nosotros, los adultos, hacer que esto cambie. Nosotros tenemos la llave de los adultos del futuro.
Como padres o educadores o adultos en general, tenemos que entender que la educación sin sexos, sin estereotipos de género depende de nosotros. Debemos de dejar que nuestros hijos elijan con total libertad lo que quieran y educarles para que respeten a los demás en sus elecciones, porque no hay cosas de niñas o de niños sino cosas que son sanas y divertidas para todos los niños. Eduquemos personas, no sexos.