¿Conoces el efecto del mar sobre tu cerebro?

¿Conoces el efecto del mar sobre tu cerebro?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 16 febrero, 2024

El mar es saludable desde cualquier punto de vista. De hecho, cuando el ser humano tiene la oportunidad de apreciar extensiones infinitas, se producen cambios en su percepción y en su estado emocional . Unos cambios que se potencian cuando el espacio infinito tiene un movimiento cadencioso. Por eso hay muchas personas que pueden permanecer horas enteras contemplando el mar.

El cerebro está dotado de una propiedad que se conoce como plasticidad. Esto tiene que ver con el hecho de que todo lo que experimentamos produce un cambio en su arquitectura, ya sea más grande o más pequeño. Por ejemplo, la meditación y mirar el mar son algunas de esas experiencias que dan lugar a un cambio poderoso en nuestro estado mental.

“Éramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo. Uno de los dos faltaba”.

-Antonio Porchia-

No es casualidad que tantos poetas en el mundo hayan dedicado sus versos al mar. Esa gigantesca masa de agua genera grandes emociones y la percepción de su movimiento puede tener una resonancia muy poderosa en nuestro sistema nervioso. A continuación vamos a profundizar en algunos de sus efectos.

1. El mar potencia la creatividad

Se ha comprobado que los entornos sobrecargados de estímulos simultáneos generan estrés . Es lo que ocurre cuando, por ejemplo, nos desplazamos por una enorme avenida de la gran ciudad. Allí hay muchos coches, muchas personas, muchas construcciones… Nuestra mirada se encuentra con cientos de estímulos al mismo tiempo y generarnos una sensación de agobio.

 

Con el mar ocurre todo lo contrario. Se trata de una gran extensión de agua en donde sobresalen pocos elementos. Están las olas, las aves marinas y quizás alguna embarcación. Cada elemento es plenamente identificable. Frente a esto, el cerebro reacciona imaginando y creando. El entorno permite que podamos destinar una buena parte de nuestros recursos a generar pensamientos novedosos, cuando en otras visiones más estimulantes tendríamos que destinar parte de ellos a mantener la atención.

2. El mar facilita la meditación

El mar no solamente se ofrece a la vista, sino que es una experiencia que involucra casi todos los sentidos . Tiene un rumor suave y rítmico, que se capta a través del oído. Al mismo tiempo, el color azul o verde del océano son tonos que aquietan la mente. El mar también llega hasta el olfato, con su aroma mineral y de vida.

Todo esto en conjunto potencia la aparición de ondas alfa en el cerebro. Estas ondas son propias del sueño. Pero en este caso aparecen durante la vigilia y frente a un foco de atención fijo y poco variable. Ese estado cerebral es el mismo que se alcanza a través de la meditación y tiene el poder de ayudarnos a eliminar elementos tóxicos de la mente.

3. Contribuye a la relajación y disminuye la angustia

Este es quizás el efecto más visible del mar en el cerebro. El color, el movimiento y la extensión del mar ejercen un efecto de descanso sobre el cerebro y todo el sistema nervioso. Ante nuestros ojos tenemos un espacio completamente abierto, que se complementa con el infinito del cielo y propicia una sensación de tranquilidad.

 

Instintivamente, el mar en calma nos genera confianza. Esto se debe a que se trata de una extensión plana, en donde no hay lugares “ocultos”. Nuestro cerebro lo asume como una ausencia de amenazas y por eso elimina las voces de alerta. El resultado es una relajación del sistema nervioso. Además, algo en nuestro interior sabe, biológicamente, que de allí venimos. Que de allí viene la vida. Por eso, lo sentimos en alguna medida “familiar” y protector.

4. El mar detiene la rumiación de pensamientos

La rumiación de pensamientos corresponde a ese ejercicio de volver una y otra vez sobre la misma idea, de manera obsesiva. Tienes en mente algo que no se aparta. Pero al pensar en ello nunca llegas a nueva conclusión, sino que vuelves al punto de partida. Las mismas preguntas. Las mismas respuestas. Y eso te inquieta.

El mar nos ayuda a cortar con estos ciclos perniciosos de pensamientos que se parecen a una calle sin salida. Esto se debe a que se trata de un espacio que guarda poca relación con nuestros entornos cotidianos. No hay muchos referentes que puedan remitirnos a nuestras rutinas. Se trata de una ruptura y eso contribuye a desengancharnos de las ideas obsesivas, que tantas veces nos persiguen en el día a día.

5. Tiene un efecto relativamente hipnótico

La simple contemplación del mar nos ayuda a entrar en un nuevo estado mental. Como anotábamos antes, propicia la producción de ondas alfa. Al mismo tiempo, desde el punto de vista emocional ejerce una gran atracción. Esto conduce a que el concepto de tiempo se relativice. Por eso podemos pasar largos ratos frente al mar sin darnos cuenta.

 

El mar es en definitiva una de esas maravillas que se nos revelan en la naturaleza. Nos lleva a experimentar un momento trascendental y, a la vez, renovador. Equivale casi a una terapia, por sus extraordinarios efectos sobre el cerebro. Es, sin duda, uno de los lugares a los que es bueno acudir cuando nos invade el desasosiego ya que en sus aguas podemos deshacernos de aquello que nos preocupa.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.