El altruismo es la única razón que puede rescatar nuestra esperanza

El altruismo es la única razón que puede rescatar nuestra esperanza
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 26 agosto, 2019

 

Abigail Marsh nos cuenta en una de sus conferencias sobre altruismo como cuando tenía 19 años, al volver a casa, hizo un trompo con su coche para esquivar a un perro y terminó invadiendo el carril rápido de la autopista para coches que circulaban en sentido contrario. Entonces el suyo se detuvo y pensó que iba a morir.

Sin embargo, un desconocido que presenció la escena no dudó en detener su coche en el arcén, cruzar la autopista y rescatarla de su bloqueo. El desconocido consiguió poner en marcha el coche y llevar a Abigail a un lugar seguro. Finalmente, cuando se aseguró de que estaba bien, el desconocido se marchó y jamás ha vuelto a verle.

La pregunta es por qué, por qué alguien arriesga su vida para salvar al de otra persona que no conoce de nada. Por qué algunas personas lo hacen constantemente, otras de vez en cuando, otras de manera excepcional y otras no lo hacen nunca, aunque el coste de la respuesta de ayuda sea mínimo para ellas.

Se les preguntó a diferentes personas que habían donado riñones a otras personas que no conocían de nada qué pensaban que las diferenciaba de los demás. Ellas afirmaron que nada. Que de hecho la respuesta a su altruismo no estaba en ellas, ya que simplemente lo habían hecho por el otro. De alguna manera habían incluido a ese receptor anónimo y desconocido en el mismo círculo que su yo, lo habían confundido. De ahí que para ellas fuese una acto natural, ¿o nosotros no nos donaríamos un riñón a nosotros mismos?

También es así como somos. Recordando esto acumulamos argumentos para enfrentarnos a ese espejo en el que podemos vernos distorsionados a fuerza de que en su cristal solo se refleje nuestro lado oscuro, a través de la galopante frecuencia con la que somos espectadores de actos de crueldad que abren y cierran telediarios. Sin embargo también somos como esas personas que pensaron que los demás no eran lo de menos, que eran igual de más que ellas mismas.

Don Quijote

El altruismo acude al rescate

El 3 de Junio, mientras medio mundo estaba pendiente de lo que ocurría con 22 personas que corrían detrás de un balón el caballero de la triste figura, Don Quijote de la Mancha, resucitó. Lo hizo en Londres, frisando el Támesis, con un patinete en vez de una lanza. Volvió a la vida por unos instantes, en la persona de Ignacio Echeverría y del resto de valientes que ese día decidieron que su deber era mayor que el miedo.

Como el panadero que refugió a dos estudiantes brasileñas en su establecimiento, para después salir a la calle portando como armas dos cajas de madera. Una se la lanzó al primer terrorista que encontró, aprovechando su desconcierto para golpearle con la otra y dándole tiempo a un policía que se encontraba cerca para que le disparase.

O el taxista que se bajó corriendo de su taxi para proteger la vida de una mujer que estaba, y nunca mejor dicho, entre la espada y la pared. Historias de héroes anónimos que pasarán irremediablemente al olvido y que de alguna manera rescatan a la humanidad de esa tragedia y nos dan una esperanza.

En ocasiones, lo correcto resulta heroico porque alguien está dispuesto a hacer lo que otros muchos no hacen, cuando todos deberíamos. Los héroes que mueren así le dan un sentido a la muerte. Una vida que queda en los demás, porque ellos incluyen a los demás en su identidad.

Altruismo y psicopatía

Si entendemos que la psicopatía se encuentra en el otro extremo del altruismo, entender qué caracteriza a los psicópatas nos puede ayudar a entender qué sucede. Los estudios nos dicen que este tipo de personas que parecen insensibles al sufrimiento de los demás tendrían tres características.

  • Más insensibles a las señales de las personas que están en peligro, como la expresión facial de miedo. Por lo general, las señales de angustia son una fuerte inspiración para el altruismo y la compasión.
  • Cuentan con una amígdala hipoactiva. Es decir, parte de su sistema nervioso emocional no se activa con la misma intensidad que en otras personas.
  • Por último, las amígdalas de psicópatas son más pequeñas que la media en alrededor de 18% o 20%.

Ahora, las preguntas son: ¿Podría el altruismo sin igual, que es lo contrario de la psicopatía en términos de compasión y deseo de ayudar a otras personas, emerger de un cerebro que también fuese lo contrario de la psicopatía? ¿Una especie de cerebro antipsicopático, más capaz de reconocer el miedo de otras personas,  con una amígdala más reactiva a esta expresión y tal vez más grande de lo normal? 

Manos saliendo del agua

Altruismo, la mejor razón para la esperanza

Parece ser que sí. Que las personas altruistas también tienen ciertas características en su arquitectura y dinámica cerebral que las identifican. Cuentan con una mayor sensibilidad a las expresiones de miedo y, por lo tanto, a las demandas de ayuda. Además, cuentan con una amígdala que trabaja más y que además cuenta con más recursos para hacerlo: es más grande y está formada por más células.

Dice Abigail que lo que caracteriza verdaderamente a los altruistas y los hace tan especiales es que no cuentan con un centro diferenciado en el que están ellos y alrededor los demás, sino que los demás formarían parte de ese centro. Así, esta distinción impediría el egoísmo o, mejor dicho, lo extendería a todos.

“No soy diferente. No soy único. Tu estudio demostrará que soy igual que tú”

Quizás, como decía Unamuno, en tiempos de desesperanza lo único que nos puede salvar es una locura como la Quijotesca. Un desafío al sentido común para comprometernos con las causas más dignas, que son las causas perdidas. Así, quizás las probabilidades de éxito no deberían ser las que decidan en qué batallas debemos emplear nuestras fuerzas, sino que debería ser la justicia que encierran esas mismas batallas las que las que le diera prioridad a unas y se las restara a otras.

De esta manera, lo correcto resulta heroico porque alguien está dispuesto a hacer lo que otros muchos no hacen, cuando todos deberíamos. Los héroes que mueren como murió Ignacio le dan un sentido a la muerte. Dejan una vida que queda en los demás y da un sentido a la esperanza que lucha por sobrevivir aplastada por todos los actos de maldad. Una esperanza que es nuestra y que en el fondo todos estamos llamados a alimentar para no relegar al olvido la mejor parte de nuestra naturaleza.


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