El amor se riega todos los días
“Quiero un amor presente, inscrito en los pequeños detalles y sin fecha de vencimiento, quiero un amor que no dé las cosas por sentadas, que no me traiga lágrimas, sino días serenos de cariño auténtico, y tardes de abrazos eternos”.
Sin lugar a dudas, todos deseamos una relación de estas características, pero a menudo, olvidamos algo esencial: las relaciones deben trabajarse todos los días, porque el cariño no se alimenta del vacío o la ausencia, necesita una presencia auténtica que nos permita crecer.
El amor es un hilo que une dos corazones, dos vidas que necesitan de una luz cotidiana para verse y de una fuerza interior para mantenerse: si no hay detalles no hay esencia, y sin esencia el hilo se rompe.
A menudo, cuando llevamos un tiempo determinado en una relación, aparece un enemigo muy cotidiano llamado “rutina” y caracterizado a su vez por esa dimensión en la cual, se empiezan a dar las cosas por sentado. Aparece el “no hace falta que haga o diga esto porque él/ella ya lo sabe”, o el “seguro que no le importa porque sé que me quiere” o “da igual el tiempo que pase porque los sentimientos no cambian”.
Son ideas en realidad equívocas, dado que el amor nunca da las cosas por sentadas. El amor, en ocasiones, aunque maduro, también tiene dudas, y necesita de muestras cotidianas, de afectos, palabras y gestos que edifican la reciprocidad. La autenticidad. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
El amor necesita de un lenguaje cotidiano muy particular
El amor, como la vida, cambia y se trasforma. Una relación va pasando diferentes épocas y en cada instante tendrá unas necesidades. No obstante, el afecto siempre es el mismo y debe saberse ofrecer a través de un lenguaje particular.
Hay un lenguaje inscrito en el amor que todos entendemos, y es el del entusiasmo, el de esa ilusión que sigue iluminando los ojos, ansiando caricias, buscando cercanías.
Es posible que la pasión de hoy en día no sea ya la misma de los primeros días, pero ahora, se enciende una fase más profunda donde la ternura y la complicidad da paso a otra fase donde sigue existiendo el mismo amor, la misma necesidad. Y todo ello debe cuidarse cada día.
¿Qué ocurre cuando no se cultiva el amor?
El amor que no se cultiva día a día trae dudas y trae carencias. En ocasiones, esa ausencia afectiva no se debe al desamor, sino al hecho de acomodarse en una etapa donde para alguno de los dos “basta con estar presente”, sin necesidad de aportar, de atender, de cuidar detalles y gestos.
Uno de los principales problemas en las relaciones de pareja es que uno de los miembros necesita de más muestras de afecto y atención que el otro. Hay una disonancia emocional que, de no atenderse o no tenerse en cuenta, puede traer problemas.
Un enemigo común cuando una relación llega a este punto, es la aparición de la empatía inversa. Se basa en imitar el comportamiento “negativo” de la pareja para llamar su atención, y hacerle daño. Si él o ella olvida llamarme, o se va de cena sin decirme nada, yo para “devolvérsela” desaparezco el fin de semana.
Son comportamientos dañinos y poco constructivos que no llevan a ningún sitio. Un problema no se soluciona nunca trayendo otro problema. Las carencias que se sienten a nivel de pareja deben expresarse en voz alta para hacerlas presentes, para tomar conciencia.
El amor cómplice: el amor basado en la reciprocidad
No siempre es fácil encontrar un amor que se acomode a nuestras particularidades, a nuestros defectos y nuestras esquinas. Lo más importante es dar con un amor que encaje en nuestros valores y del cual, ir de la mano a lo largo de nuestro ciclo vital, creciendo en pareja, y creciendo de modo individual.
Quiero un amor donde no seamos antagonistas, donde haya uno que siempre gana y otro que siempre llora. Quiero bailar en noches estrelladas y permitir que lleguen los años en serenidad diciéndome que todo lo vivido, todo lo pasado, mereció la pena.
Una relación que no se “riega” que no se atiende todos los días, es una relación que no se nutre y que acaba deshilachándose de forma irremediable. Por ello, es necesario tener en cuenta estas sencillas dimensiones.
Entiende la forma en que tu pareja te expresa su amor
En ocasiones, sentimos la necesidad de que nuestras parejas nos demuestren su amor de la forma que nosotros queremos y esperamos.
Ahora bien, que no te diga cada día que te ama, no significa que lo sienta. Que no te diga que sí a todo no significa que no te tenga en cuenta. Valora los detalles, la complicidad, el apoyo y la autenticidad. El lenguaje del amor seguirá siendo el mismo a pesar de que cada uno uséis diferentes palabras: basta con saberlas, entender y apreciarlas.
Cada acto, cada palabra y cada gesto, debe ser auténtico
Hay un aspecto que debemos tener muy en cuenta: es posible que sí existan gestos cotidianos donde el cariño siempre sea explícito, donde haya mil y un detalles y cientos de afectos. Pero estos deben ser auténticos.
El amor no debe forzarse, no debe mostrarse de forma obligatoria con un “te quiero” constante, o con un regalo semanal. Es preferible la complicidad, la sorpresa, el gesto inesperado, el abrazo sincero a una rutina donde las palabras pierden sus esencias.
El amor no es sólo querer, es comprender, es estar presente y dar felicidad
Imágenes cortesía de Mila Marquis, Christian Schloe