El arte de ser autocompasivo
La mayoría de las personas somos muy críticas y duras a la hora de evaluarnos. Sobre todo cuando creemos tener un defecto o una carencia. Solemos maltratarnos de una forma despiadada cuando cometemos un error, creyendo que así mejoraremos. Lo cierto es que al final no lo logramos.
Existe una alternativa a esta autocrítica maltratante para crecer: la autocompasión. Se trata de dirigirse a uno mismo con amabilidad, reconociendo los aspectos comunes con el resto de personas, pero también aceptando las propias limitaciones.
Así, según la psicóloga estadounidense Cristin Neff, una de las investigadoras más destacadas en este ámbito, la autocompasión abarca tres aspectos fundamentales:
- Bondad hacia uno mismo.
- Reconocimiento de la humanidad.
- Atención plena.
Veamos en qué consisten cada uno de ellos.
La bondad hacia uno mismo
Al experimentar sentimientos de cariño hacia nosotros mismos, no solo cambia nuestra mente, sino también nuestro cuerpo.
Cuando calmamos nuestro dolor apelamos al sistema de apego de los mamíferos. Una de las funciones más importantes de este sistema es la de liberar oxitocina, una hormona que incrementa nuestro sentimiento de confianza y las sensaciones de paz, seguridad, generosidad y conexión, además de fomentar la capacidad de sentir cariño y compasión por uno mismo.
La bondad hacia nosotros nos permite tratarnos como seres humanos valiosos, merecedores de cariño.
Marshall Rosenberg, autor de Comunicación no violenta, hace hincapié en la importancia de utilizar un lenguaje empático, no crítico, cuando hablamos con nosotros mismos. De alguna forma, esto tiene que ver con tratarnos bien, ya que plantea no recurrir a la crítica y practicar una actitud comprensiva.
Reconocer la humanidad en común
El sentimiento de compasión surge del reconocimiento de que la experiencia humana es imperfecta. La compasión hacia uno mismo reconoce el hecho de que todos los seres humanos podemos fallar.
Cuando estamos en contacto con nuestra humanidad común, recordamos que el sufrimiento es compartido. Todas las personas sufrimos o sentimos dolor en algún momento de nuestras vidas.
Ser autocompasivo no es lo mismo que sentir pena por uno mismo. La autocompasión nos lleva a comprender mejor la situación, de una forma amable y nos impulsa a encontrar mejores soluciones hacia nuestra mejora personal.
Tara Brach explica: “Sentir que uno no tiene mérito va de la mano de sentirse apartado de los demás, apartado de la vida. Si somos imperfectos, ¿cómo podemos sentirnos integrados? Parece un círculo vicioso: cuanto más inútiles nos sentimos, más apartados y vulnerables nos sentimos”.
Los sentimientos de conexión con los demás, como los de bondad, activan el sistema de apego del cerebro. Las personas que se sienten conectadas a los demás no suelen temer tanto las circunstancias adversas y responden con mayor flexibilidad a los desafíos de la vida.
Cultivar la conciencia plena
El tercer elemento clave para practicar la autocompasión es la atención plena o mindfulness. Vivir en el presente, con aceptación y sin juicios, nos lleva a tener una visión más clara de nuestro sufrimiento.
Practicar mindfulness nos ayuda a reconocer cómo nos sentimos y a identificar las emociones y los pensamientos como lo que son, sin dejarnos determinar por ellos.
Se trata de observar lo que ocurre en nuestro campo de conciencia en el aquí y ahora. Esto nos permitirá identificar que los pensamientos sobre el pasado y el futuro son exactamente eso: pensamientos.
Además, el mindfulness nos aporta también herramientas para responder a las distintas situaciones de nuestra vida desde un estado de calma y relajación. Gracias a ello, no reaccionaremos de forma exagerada y provocando consecuencias de las cuales nos podamos arrepentir en un futuro.
Como vemos, ser autocompasivo es un ejercicio constante de amabilidad y bondad hacia uno mismo que no debe limitarse a un momento puntual, sino a una actitud que hay que cultivar a lo largo de nuestra vida.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. Paidós: Barcelona.