El autismo no viene con manual: viene con unos padres que no se rinden
El autismo no viene con manual. Viene con unos padres que no se rinden, que ven cómo mientras otros papás llevan a sus niños a fútbol o a ballet ellos los llevan a terapia. Son mamás que se pasan horas investigando para saber qué necesitan sus hijos, son familias que luchan cada día contra la invisibilidad y por la felicidad de quienes más quieren.
Ningún niño con autismo es igual a otro, sin embargo, la sociedad los etiqueta, confundiendo términos, usando estereotipos sin comprender que debajo de cada diagnóstico hay una persona única y excepcional. Alguien con unas necesidades particulares y con una familia detrás que batalla cada día, no solo por su integración sino por su inclusión.
Quiero que sepas que yo sí te veo. Eres un papá o una mamá de un niño con TEA (trastorno de espectro autista) y te veo luchando cada día con profesores, médicos y terapeutas. Te veo llorando a escondidas y sonriendo a tu hijo. Quiero que sepas que nadie más que tú entiende qué es el amor sincero.
Un trastorno que aumenta
Un dato a tener en cuenta es que los casos de autismo están aumentando en los últimos años. Según diversos estudios de “La Sociedad Americana de Autismo” 1 de cada 150 niños recién nacidos serán diagnosticados con TEA (trastorno de espectro autista).
El porqué de esta realidad no queda del todo claro. Por una parte está la eficacia en el propio diagnóstico y la detección más temprana. Pero por otra se halla ese gran enigma encerrado en la genética y en ese trastorno biológico del que aún no se conoce la causa con exactitud.
No obstante y sea como sea, estamos ante un hecho patente: el autismo es cada vez más común y hay más familias que necesitan nuestro reconocimiento y nuestro apoyo.
El autismo, ese gran desconocido
El autismo es un gran desconocido para la mayoría de la población. Muchos lo asocian a esas personas con capacidades extraordinarias, genios para las matemáticas o muy hábiles en la memoria visual pero con comportamientos tímidos, rígidos y estereotipados.
El niño autista tampoco es fácilmente reconocido por parte de sus padres. Si el bebé no nos busca con la mirada a los 6 meses, no pasa nada, ya lo hará a los 8 o a los 10. Si a los dos años no señala cosas, no interactúa y es tímido, no tiene importancia, porque al fin y al cabo es bastante inquieto. Y si nuestro hijo con cuatro años no habla tal vez sea porque tenga algún problema de audición.
¿Cómo imaginar que todas estas conductas describen en realidad a un niño con TEA? No es algo fácil de asumir. En especial, porque los padres tienen unas expectativas muy diferentes sobre el desarrollo de sus hijos.
Tener que afrontar las pruebas, la angustia y el estrés asociado a la idea de cómo van a ser sus vidas a partir de ese día es algo terriblemente delicado. No obstante, se asume, y es entonces cuando se inicia la batalla más dura, abnegada y hermosa de unos padres por sus hijos.
Ser el mejor terapeuta para tu hijo con autismo
Es muy posible que ya conozcas el caso de Iris Grace. Esta niña británica fue diagnosticada con autismo severo con poco más de 4 años. Los médicos les indicaron a sus padres que probablemente la niña no hablaría nunca ni mostraría tampoco ningún tipo de conexión con su entorno.
Se equivocaron. El diagnóstico fue acertado, pero no el pronóstico. Porque su madre, Arabella, luchó tenazmente para conseguir que su niña conectara con su mundo de algún modo.
Algo que consiguió de dos formas muy concretas. Mediante la pintura y en especial, gracias a una gata, a Thula. Un animal con un instinto natural y prodigioso para tratar a niños como Iris. Desde el mismo día en que Thula llegó a la vida de la niña, Iris empezó a practicar a diario algo que sus padres aún no habían visto en ella: las sonrisas.
Cómo potenciar las habilidades en mi hijo autista
Habrá días complicados, tan negros y amargos que piensen que no avanzan, sino que retroceden por completo con sus hijos. Ahora bien, por duro que parezca, la sombra de la rendición no aparece jamás en la mente de una madre o de un padre de un niño autista.
El apoyo de los buenos profesionales y de las asociaciones son pilares esenciales en el día a día, pero además, tampoco podemos olvidar estas claves sencillas pero mágicas a la vez.
- Mantén siempre una visión positiva de tu hijo y cree en él, porque puede conseguir más cosas de las que piensas.
- Aprovecha sus intereses para sacar partido de algo en concreto. En ocasiones, objetos tan dispares como una tostadora o unas esponjas de colores se convierten en estímulos maravillosos para asentar nuevos aprendizajes.
- Haz uso de estímulos visuales con atractivos colores. Cualquier detalle o aspecto nuevo rompe su aburrimiento, sus conductas estereotipadas.
- Utiliza el método “sándwich”, muy adecuado para el autismo (asienta algo que domina-introduce algo nuevo-asienta de nuevo algo que ya controla).
- Aprende a ignorar algunos comportamientos y a reforzar otros mediante elogios y refuerzos positivos.
Procura que todo instante pasado con tu hijo autista sea de calidad, relajado y con adecuados estímulos atractivos para él o ella. Porque lo creas o no, si llegas cansado o con tensión, el niño intuirá el estrés o la ansiedad en ti y ello revertirá en su conducta.
Es necesario entender que el autismo no es ausencia de comunicación o de sentimientos. Los niños autistas sienten, piensan, se esfuerzan a diario y se comunican, solo hay que saber entenderlos.
Quien tira del “hilo” de ese niño autista descubre a una persona auténtica, original, tenaz y maravillosa, al igual que sus propios padres y madres.