El coste de fingir emociones
La autorergulación es uno de los aspectos más importantes en el área de las emociones. Está relacionada con el conocimiento de las propias emociones, con las causas, cuáles son sus sensaciones y qué estímulos o circunstancias las precipitan. Así, cuando esta habilidad es alta, se pueden poner en marcha medios para modificar su expresión, como fingir o sobredimensionar emociones.
Esconder o fingir las emociones es una conducta intencionada por la que se enmascaran o sustituyen expresiones faciales y corporales para no mostrar el estado real. Este tipo de regulación emocional permite afrontar de forma adaptativa muchas situaciones, como, por ejemplo, en el trabajo. Sin embargo, hay otras situaciones, o puede llegar un momento, en el que la dinámica de esconder las emociones reales cause problemas.
Pensemos que, en esencia, las emociones son manifestaciones fisiológicas. Por tanto, cuando no se gestionan adecuadamente y les sigue un desequilibrio emocional, pueden llevar a alteraciones de salud emocional, física y cognitiva. Aunque la investigación es escasa, se ha estimado que alrededor de un 80 % de las visitas médicas tienen que ver con asuntos socioemocionales.
Uno de los posibles mecanismos radica en que las personas con más dificultades emocionales tienden más a presentar consumo de sustancias, peor alimentación, menos ejercicio y peor calidad del sueño. No obstante, es importante remarcar que la mala regulación no es suficiente, sino que es el hacerlo forma prolongada lo que crea la situación óptima para que las alteraciones se manifiesten.
¿Por qué fingir?
Fingir emociones es algo que todos hemos hecho en algún momento, sobre todo cuando se trata de ocultar una emoción negativa y cambiarla por la manifestación de otra de valencia positiva. Esta situación está motivada principalmente por el deseo de satisfacer las normas sociales y culturales, así como las expectativas de las personas que lo rodean.
En otras ocasiones, también pueden ser útiles para proteger la autoestima, manipular la actitud de los demás o evitar posibles reacciones desagradables. Además, es una forma de transmitir una determinada imagen. En este sentido, está demostrado que las personas que expresan emociones positivas son consideradas menos amistosas, agradables y populares que quienes las ocultan o fingen.
Actualmente, se ha creado una cultura hacia las emociones de valencia positiva que puede llevar a las personas a sentirse forzadas a ocultar o fingir sus emociones reales. Por ello, es especialmente importante conocer cuál puede ser el coste de fingir emociones y concienciar sobre la aceptación de todas las emociones, sea cual sea su valencia.
Consecuencias
Modular las emociones con un fin específico resulta laborioso y termina por consumir muchos recursos mentales, desembocando en un peor estado emocional general. Por ejemplo, se ha encontrado que las personas que fingen sus emociones con el objetivo de no mostrar su emoción real se perciben como menos auténticas.
Esto a su vez, genera sentimientos de estrés, ansiedad y un descenso de la autoestima. Además, esta diferencia entre lo que uno siente y lo que muestra, afecta al autoconcepto, creando incoherencia entre los aspectos emocionales y conductuales.
Otra de las consecuencias sería la acumulación de esos sentimientos negativos y la falta de resolución, llevando a niveles más bajos de bienestar y volviéndose más intensas.
En cuanto a la salud, algunas investigaciones han visto como, en personas que reprimían sus emociones, aumentaba la vulnerabilidad para enfermedades, desde un resfriado común hasta el cáncer. Igualmente, las personas que no expresan sus emociones negativas, experimentan un dolor más intenso y mayor estrés, que lleva a mayores dificultades cognitivas.
Conclusiones
Ocultar o fingir emociones es una estrategia que, si es usada en gran medida, puede tener consecuencias problemáticas. Aunque lo que los psicólogos conocen de ello es todavía poco, sí se sabe de las consecuencias de la expresión emocional.
Bien sean positivas o negativas, la expresión libre de las emociones tiene una gran cantidad de beneficios para la salud y el bienestar en general. De hecho, investigaciones acerca del envejecimiento sostienen que una adecuada regulación emocional se relaciona con una vida más longeva y saludable. Por tanto, a pesar de poder sentir presión en cierto grado por no mostrar determinadas emociones, la mejor opción será expresarlas de forma natural y regularlas desde la aceptación.
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