Autoconcepto: origen y definición

El autoconcepto es un constructo muy abordado por la psicología. A continuación, presentamos las teorías más relevantes sobre el mismo y definimos sus características principales.
Autoconcepto: origen y definición
Alejandro Sanfeliciano

Escrito y verificado por el psicólogo Alejandro Sanfeliciano.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Podemos entender que el autoconcepto es la idea o imagen que tenemos de nosotros mismos. Este reflejo interior está formado y condicionado por la multitud de roles que desempeñamos, nuestras metas y objetivos, nuestra personalidad, nuestra ideología o filosofía, etc. Por otro lado, esta idea de nosotros mismos es dinámica lo que quiere decir que varía con el tiempo, siendo sensible a los cambios en las facetas que antes hemos enumerado.

Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer en cada situación. Este conocimiento de uno mismo puede darse a nivel individual o grupal. La conciencia de nuestra identidad y la de otros nos hace la vida más sencilla y facilita nuestras relaciones interpersonales e intergrupales.

En psicología se puede estudiar el autoconcepto desde distintas perspectivas. Los psicólogos de la personalidad se centrarán en conocer el contenido de la identidad, creando tipologías de ella. Mientras que la psicología social se interesará por ver en qué medida afecta a las relaciones que tenemos con los demás o como es condicionado por las relaciones que tenemos con ellos.

¿Cómo se forma y modifica el autoconcepto?

A continuación, hablaremos de dos teorías que explican cómo se crea o se desarrolla el autoconcepto. Una de ellas es la teoría de la autodiscrepancia, basada en una regulación interna del individuo. Y la otra la teoría del yo espejo, basada en una regulación social.

Chica mirándose al espejo

La teoría de la autodiscrepancia

Esta teoría parte de la base de que el ser humano busca coherencia entre las diferentes percepciones que tiene de sí mismo. Aquí entran en juego otros autoconceptos interconectados. Los cuales, explicados de forma breve, consisten en:

  • El “yo ideal”: es el autoconcepto que nos indica cómo queremos llegar a ser.
  • El “yo responsable”: es el autoconcepto que tiene la idea de cómo deberíamos llegar a ser.
  • El “yo potencial”: es la idea acerca de nuestro potencial, hasta qué punto podemos llegar a ser.
  • El “yo esperado”: es el autoconcepto acerca de la predicción de lo que podemos llegar a ser en un futuro.

Estos autoconceptos son bastante similares entre sí, solo se diferencian en pequeños matices. Lo importante de estos “yoes” es que actúan como generadores de discrepancia con nuestro autoconcepto actual.

Y cuando uno de ellos es disonante con nuestro autoconcepto actual o incluso entre ellos, se genera una ansiedad. A partir de aquí, dicha ansiedad va a motivar unos cambios en los autoconceptos para así solventar la discrepancia.

Por ejemplo, si en nuestro “yo ideal” nos vemos como personas solidarias, pero normalmente nos comportamos con actitud egoísta se va a generar una discrepancia. Esta disonancia se puede resolver de distintas maneras: (a) cambiando nuestra conducta egoísta y con ella nuestro autoconcepto actual, (b) alterando la percepción de nuestra conducta, descatalogándola de egoísta y alterar así nuestro autoconcepto actual, o (c) cambiando nuestro “yo ideal”, adecuándolo a nuestro autoconcepto actual.

La teoría del yo espejo

Esta visión parte de la creación del autoconcepto como un proceso en el que lo social tiene mucho peso. La creación del mismo se debe a las ideas que tienen los demás sobre nosotros. Así construiremos la noción de cómo somos a través de la información que nos den los demás acerca de nosotros.

Esto se debe a que percibimos que en la mente de los demás existe una idea de cómo somos, por lo tanto intentaremos saber cuál es. Tendremos una motivación para evitar la discrepancia entre la idea que tienen los demás de nosotros y nuestro propio autoconcepto. Cuando exista esa disonancia podremos resolverlo de dos formas: (a) cambiando nuestras relaciones por otras que nos vean cómo pensamos que somos, o (b) cambiando la idea que tenemos de nosotros mismos.

Persona afectada por la influencia social

Esta teoría explica, en gran medida, por qué buscamos relaciones que estén de acuerdo con nuestro autoconcepto y evitamos aquellas que nos ven de manera distinta a cómo creemos que somos. También nos ayuda a comprender los efectos que tienen las expectativas acerca de una persona, como el conocido Efecto Pigmalión.

Un aspecto importante es que no tendemos a vernos como realmente nos ven los demás, sino como pensamos que nos ven. Determinamos cómo nos ven los demás no por la información que recibimos de ellos, sino por nuestras autopercepciones. Nosotros creamos una idea de nosotros mismos, y pensamos que los demás nos ven igual.

Ambas teorías nos explican cómo se forma y modifica el autoconcepto de maneras distintas, pero no contradictorias. Es interesante ver desde una perspectiva amplia, y entender cómo los “yoes” de la teoría de la autodiscrepancia también se pueden crear y modificar debido a la influencia social. Al tener en cuenta las dos posturas a la hora de explicar el autoconcepto conseguimos una visión sólida de los hechos que explica de manera óptima la realidad.

Componentes del autoconcepto

Por su parte, para el psicólogo Carl Rogers el concepto de sí mismo está compuesto por tes factores diferenciados. Estos son:

La imagen de uno mismo o autoimagen

La autoimagen es la representación mental que tenemos de nosotros mismos y que está presente cada vez que decimos o pensamos “yos soy” o  yo no soy”. En otras palabras, refiere a cómo nos vemos a nosotros mismos.

Es importante mencionar que la autoimagen no siempre coincide con la realidad. Por ejemplo, una persona puede tener una imagen de sí misma inflada y creer que es mejor de lo que realmente es. O puede darse el caso contrario, en donde el individuo desarrolla una visión negativa de sí mismo, exagerando sus defectos y debilidades.

El autoestima

El autoestima refiere a cuánto nos gustamos, aceptamos o aprobamos a nosotros mismos. En otras palabras, hace referencia a cuánto nos valoramos. Con respecto a ello, Rogers expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados.

Por lo general, el autoestima se encuentra fuertemente influenciado por el trato que recibimos de los demás, especialmente durante la infancia y la adolescencia. En este sentido, cuando los demás nos tratan de forma positiva, seremos más propensos a desarrollar un autoestima positiva.

El yo ideal

Por su parte, el yo ideal refiere a cómo nos gustaría ser. Y, como decíamos anteriormente, la forma en cómo nos vemos no siempre coincide en cómo nos gustaría vernos; lo cual incide directamente en nuestra autoestima.

Características del autoconcepto

Para comprender mejor en qué consiste este constructo, a continuación presentamos sus características principales:

Es relativamente estable

Aunque el concepto suele evolucionar con el tiempo, éste no lo hace de forma abrupta. Al contrario, siempre sigue tendencias escalonadas y graduales. No es común que de la noche a la mañana cambiamos nuestras características más definitorias.

En las diferentes etapas de nuestra vida formulamos un concepto que nos define cómo persona y creamos una imagen de lo que queremos llegar a ser. Estas representaciones suelen mantenerse estables durante un periodo, por lo general, hasta que las circunstancias vayan modificándolo.

Es dinámico

Ya lo dijimos, el autoconcepto no es un fenómenos estático que permanece intacto durante toda la vida.  Al contrario, éste va cambiando a medida que evolucionamos como personas, tenemos experiencias y nos relacionamos con los demás.

No es innato

De lo anterior se desprende que el autoconcepto no es algo con lo que nacemos, sino que se va creando a partir de las experiencias que vivimos, de las relaciones que vamos teniendo y de las evoluciones que vamos teniendo como persona.

Es diferente al autoestima

Muchas personas suelen confundir el autoconcepto y el autoestima, asumiéndolos como si fueran el mismo constructo. Aunque ambos están estrechamente relacionados, no implican lo mismo.

Como ya vimos, el autoconcepto refiere a la opinión o imagen que tenemos de nosotros mismos, mientras que el autoestima hace referencia a nuestra forma de valorarnos.

Se relaciona con la autoconsciencia

El autoconcepto en los humanos solo es posible porque somos conscientes de que existimos como entidad diferenciada del resto. De esta forma, en el momento en que nos percatamos de que existen cosas que nos son ajenas, ya estamos creando una imagen propia, por mas rudimentaria que sea.

¿Para que sirve el autoconcepto?

Para concluir, queremos recalcar la importancia del autoconcepto en la vida del ser humano. Gracias a él se pueden realizar inferencias de cómo comportarnos y el modo en cómo los demás se comportarán ante nosotros.

Además, permite proyectar lo que queremos ser en un futuro y cambiar nuestro comportamiento de manera que se ajuste a lo que queremos alcanzar. Por último, ser conscientes de lo que pensamos sobre nosotros mismos nos puede ayudar a conocernos y rectificar aquellas actitudes con las cuales no estamos conformes.


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  • Tory E. Self-Discrepancy Theory: What Patterns of Self-Beliefs Cause People to Suffer? Advances in Experimental Social Psychology. 1989; 22: 93-136.
  • Hosking P. Utilizing Rogers’ Theory of Self-Concept in mental health nursing. JAN. 1993; 18(6): 980-984.

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