El espionaje mental, un nuevo riesgo
El espionaje mental ya no es un tema de ciencia ficción, es una realidad que está aquí y avanza día tras día. Las neurociencias evolucionan y las tecnologías digitales hacen, a la par, lo propio. Juntas, generan grandes beneficios, pero, como suele suceder con muchos avances, también entrañan riesgos que, a veces, son descomunales.
Hemos llegado a un punto en el que, efectivamente, es posible hacer espionaje mental. Existen dispositivos que pueden llegar a revelar lo que hay en tu mente, pero también identificar tus emociones. Algunos ejemplos de lo que pueden hacer es saber si conoces a alguien o no, identificar las contraseñas que has memorizado, detectar si eres afín a un gobierno o estás en contra, etc.
Hoy, más que nunca, podríamos estar ante la posibilidad de que el espionaje mental se convierta en una realidad a gran escala.
“Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas”.
-George Orwell-
Antecedentes del espionaje mental
A comienzos del siglo XX, se hizo un gran descubrimiento:el cerebro emite ondas , es decir, señales físicas de su actividad. A partir de este gran hallazgo, comenzaron a desarrollarse diversos dispositivos para captar tales ondas y conocer mejor el funcionamiento cerebral. Después de muchos años, y muchas investigaciones, se llegó a sofisticados aparatos para leer esos datos.
Toda la electroencefalografía y el mundo de las imágenes cerebrales se basa en esos adelantos. Las ondas del cerebro aportan datos sobre qué y cómo está funcionando este órgano. Desde el punto de vista médico, esto ha sido de gran ayuda para establecer o confirmar diagnósticos y para comprender mejor ese maravilloso aparataje que tenemos en la cabeza.
Las resonancias magnéticas comenzaron a emplearse sistemáticamente en diversos experimentos. Mediante estas se logra monitorear lo que ocurre en la mente ante ciertos estímulos. Es posible observar qué regiones se activan, cuáles no y de qué manera se da ese proceso. Todos esos datos se interpretan y llevan a conclusiones como que la persona sintió miedo, ansiedad, confusión, etc.
Por otro lado, tecnologías como el polígrafo o “detector de mentiras” captan otro tipo de señales como la frecuencia cardíaca, la presión arterial, el ritmo respiratorio, etc. Combinadas e interpretadas esas señales fisiológicas es posible saber si alguien está mintiendo con alto grado de fiabilidad.
Las diademas y los pensamientos
Hace algunos años comenzaron a aparecer diademas o cascos que le permiten a cualquier persona activar aparatos electrónicos tan solo con pensar en hacerlo. Inicialmente tuvo aplicaciones en medicina, básicamente para personas con parálisis. Actualmente, ya es un hecho que alguien carente de movilidad pueda poner en marcha con solo pensarlo una mano biónica, por ejemplo, con una de esas diademas.
Lo más sorprendente es que esta es una tecnología que está al alcance de cualquier persona y por un precio muy bajo. En el mercado ya hay varios dispositivos, especialmente cascos, para que hasta un niño pueda controlar un videojuego con tan solo pensarlo. Se consiguen desde 70 euros en muchas tiendas de electrónica.
De lo que no se habla mucho es de que estos aparatos son tan susceptibles como cualquiera otro de ser hackeados. Esto significa que quien tenga los conocimientos adecuados puede atacar estos dispositivos, como se ataca un teléfono inteligente o un PC. Y también que se puede robar información que, en este caso, es la información que tenemos en la mente. Esto ya fue probado por un grupo de investigadores de Oxford, en 2012.
El Gran Hermano
Durante un eventual ataque cibernético, lo que hace un pirata informático es convertir las ondas cerebrales en bits y luego esto en información efectiva. Varias compañías que producen antivirus ya están alertando sobre esta nueva forma de espionaje y de ataques.
Es claro que ya es posible hacer espionaje mental a través de dispositivos como aquellos de los que hemos hablado.
La distopía del Gran Hermano es cada vez más factible. El espionaje mental también lleva implícita la vigilancia mental. Si el poder, o los poderes, conocen nuestras reacciones fisiológicas, también van a tener datos claves para saber cómo pensamos y cómo actuamos. De hecho, podrían llegar a tener más información sobre nosotros, que nosotros mismos.
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- Evers, K., & Sigman, M. (2013). Lectura de la mente Una perspectiva neurofilosófica.
- Recerca: revista de pensament i anàlisi
- , (13), 43-62.