Tipos de ondas cerebrales: Delta, Theta, Alfa, Beta y Gamma

La sincronización de la actividad neuronal en el cerebro produce oscilaciones denominadas ondas cerebrales. A continuación las detallamos.
Tipos de ondas cerebrales: Delta, Theta, Alfa, Beta y Gamma
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Existen 5 tipos de ondas cerebrales que trabajan casi como notas musicales. Unas actúan a baja frecuencia, otras a una más elevada. Sin embargo, en conjunto son capaces de conformar una sintonía armónica donde nuestros pensamientos, emociones y sensaciones pueden alcanzar un equilibrio perfecto.

Quizás hayamos escuchado a alguien decir aquello de que quiero entrenar mi onda cerebral Alpha para sentirme más relajado y alcanzar una adecuada serenidad y paz personal”. Aún más, últimamente se habla incluso de máquinas de bioretroalimentación, capaces de estimular ciertas ondas para permitirnos alcanzar con ellas determinados estados de consciencia. Bien, la verdad es que conviene ser prudentes con estos datos.

“El ojo absorbe… El cerebro produce formas…”

-Paul Cézanne-

Antes de nada, prudencia

En relación con nuestras ondas cerebrales, la clave del auténtico bienestar está en que cada una de ellas trabaje de forma adecuada, dentro de su frecuencia y en un nivel óptimo. Aún más, tampoco podemos pasar por alto que estos ritmos cerebrales no son estables, sino que cambian a medida que crecemos, maduramos y envejecemos.

El objetivo, por tanto, no está en obsesionarnos con potenciar las ondas Beta para mejorar la atención o las Gamma para alcanzar un supuesto estado místico o espiritual.

Lo cierto es que no hay un tipo de onda cerebral mejor que otra o una más especial frente a las demás. Todas son importantes, porque todas ellas son el resultado de la actividad eléctrica de nuestras neuronas y de cada uno de nuestros estados mentales.

Ondas del cerebro de una persona

¿Qué son las ondas cerebrales?

Las ondas cerebrales son los impulsos eléctricos sincronizados de una cadena de neuronas. No todas las ondas son iguales, ya que se distinguen en cuanto a velocidad o frecuencia, de ahí que reciban diferentes nombres.

Las ondas cerebrales se miden mediante un electroencefalograma, que consiste en colocar receptores de la actividad eléctrica en el cuero cabelludo. Todos los tipos de ondas cerebrales se miden en hercios (Hz).

Las ondas cerebrales son el reflejo de la función del sistema nervioso central en ese momento.

Los distintos tipos de ondas cerebrales

Todos sabemos que el cerebro es un órgano electroquímico; de hecho, los neurólogos nos explican que si todas nuestras células nerviosas se activaran al mismo tiempo podríamos obtener energía suficiente para encender una bombilla.

A su vez, toda esa actividad eléctrica es la responsable de los distintos tipos de ondas cerebrales, una suerte de proceso complejo, fascinante y perfecto. En este proceso, cada actividad, cada estado mental y pensamiento se corresponde con un tipo de onda cerebral.

Por otro lado, es relevante matizar que, a lo largo del día, nuestro cerebro mantiene activos los 5 tipos de ondas cerebrales. Dependiendo de lo que hagamos en cada momento, serán unas ondas las que mostrarán mayor actividad en determinadas áreas de nuestro cerebro y otras trabajarán con menor intensidad en otras zonas, pero ninguna de ellas estará, por así decirlo, “desconectada”.

Por ejemplo, puede que en un instante del día nuestra onda Alpha tenga una actividad intensa en el lóbulo frontal, lo cual hará que sintamos cierta ansiedad. Sin embargo, esta misma onda Alpha en el área occipital, implicaría un estado óptimo de relajación. Veamos a continuación cuáles son los diferentes tipos de ondas cerebrales y cómo se caracteriza su efecto.

1. Las Ondas delta (1 a 3 Hz)

Las ondas delta son las que tienen una mayor amplitud de onda y se relacionan con el sueño profundo (pero sin sueños). Asimismo, es interesante saber que son muy habituales en los bebés y en los niños más pequeños, de manera que a medida que nos hacemos mayores y envejecemos, tendemos a producir menos ondas de este tipo.

Este tipo de onda se relaciona sobre todo con actividades corporales de las que no somos conscientes, como la regulación del ritmo cardíaco o la digestión. Un nivel adecuado de ondas delta favorece y cuida del sistema inmunitario, de nuestro descanso y de nuestra capacidad para aprender.

Cuando en un electroencefalograma aparece esta onda en picos muy elevados, puede indicar alguna lesión cerebral, problemas de aprendizaje o incluso ser un indicador de un TDAH severo. Por el contrario, si aparece esta onda en picos bajos es indicativo de sueño deficiente o problemas para activar y revitalizar el cuerpo y la mente.

2. Ondas theta (3,5 a 8 Hz)

El segundo de los tipos de ondas cerebrales va de los 3,5 a los 8 Hz y se relaciona sobre todo con nuestras capacidades imaginativas, con la reflexión y el sueño. Como curiosidad, cabe decir que las ondas theta suelen mostrar una elevada actividad cuando experimentamos emociones muy profundas.

Un ejemplo sencillo en el cual podemos ser conscientes de en qué momento este tipo de onda toma el control, es cuando terminamos de hacer un esfuerzo o una tarea que nos ha demandado mucha energía. Justo en ese instante en que nos relajamos y dejamos “volar” nuestra imaginación, las ondas theta adquieren mayor presencia en nuestro cerebro.

Otros datos ilustrativos son los siguientes: un pico elevado de ondas theta puede relacionarse con algún trastorno depresivo o con falta de atención. Los picos bajos cursan con ansiedad, estrés y baja autoconciencia emocional. Sin embargo, un nivel adecuado de ondas delta favorece la creatividad, la conexión emocional e incluso nuestra intuición.

3. Ondas alfa (8 a 13 Hz)

Las alfa surgen en ese crepúsculo intermedio donde hay calma, pero no sueño, donde hay relajación y un estado propicio para meditar. Lo podemos experimentar también cuando estamos en el sofá viendo la tele o en la cama descansando, pero sin llegar a dormirnos.

De hecho, un nivel elevado de ondas alfa nos impediría poder centrar la atención o incluso sentirnos con muy pocas fuerzas para realizar una tarea. Por el contrario, un nivel bajo cursa con ansiedad, estrés e insomnio.

Como dato curioso, un estudio comprobó que el consumo de L-teanina (un aminoácido que está presente en la hoja de té verde y en su infusión), eleva la generación de ondas alfa en las regiones occipital y parietal; provocando así una sensación de relajación en las personas. Por tanto, sugieren el consumo de este componente como nuevo tipo de ingrediente alimentario por su efecto relajante.

4. Ondas beta (12 a 33 Hz)

Cuando se trata de las ondas beta, hablamos de estados muy interesantes, a la vez que complejos. Estados que se relacionan con esas actividades cotidianas donde ponemos toda nuestra atención, cuando nos mantenemos alerta y necesitamos a su vez estar pendientes de múltiples estímulos.

Actividades tan comunes como conducir, realizar un examen, hacer una exposición, estar en una reunión de trabajo presentando un proyecto, etc., son momentos de máxima activación. Sin embargo, un exceso, una sobreactivación neuronal, puede derivar en un estado de ansiedad o estrés capaz de perjudicarnos.

Por otro lado, un nivel bajo de ondas beta, por su parte, nos conduciría a un estado demasiado relajado, laxo o incluso depresivo. Un nivel óptimo de estas ondas nos ayuda a estar mucho más receptivos, enfocados a mejorar incluso nuestra capacidad para resolver problemas.

Mente de un hombre con ondas cerebrales

La investigación en este ámbito sigue dando sus frutos. Un estudio publicado recientemente por un equipo de neurocientíficos del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) ha desvelado un gran descubrimiento acerca de las ondas beta.

En concreto, que cuando las personas ejecutamos tareas que requieren de la memoria de trabajo, el cerebro usa esta clase de ondas de baja frecuencia para ir cambiando entre las distintas partes de la información. Es decir, actúa como una compuerta reguladora que decide cuándo se lee o se descarta la información almacenada brevemente en la memoria de trabajo, y que nos permite poder pensar en otra cosa.

5. Ondas gamma (25 a 100 Hz)

Sabemos que al escuchar la palabra “gamma” nos viene de inmediato a la mente los famosos rayos gamma, con su larga longitud de onda y su alta radiación electromagnética. Bien, en realidad las ondas gamma y los rayos gamma solo se parecen en un aspecto: su frecuencia extremadamente rápida.

Cabe decir que los neurocientíficos están empezando a descubrir más datos sobre este tipo de onda, pero hasta no hace mucho apenas se sabía demasiado. Es más, resulta muy difícil captarla en los electroencefalogramas. Hablamos de un tipo de onda que se origina en el tálamo y se mueve desde la parte posterior del cerebro hacia adelante y a una velocidad increíble.

Las ondas gamma se relacionan con tareas de alto procesamiento cognitivo. Tienen que ver con nuestro estilo de aprendizaje, con la capacidad de asentar información nueva y también con nuestros sentidos y percepciones.

Se sabe, por ejemplo, que las personas con problemas mentales o de aprendizaje tienden a tener una actividad en la onda gamma menor que la media. Los estados de felicidad evidencian también picos elevados en este tipo de onda.

La fase del sueño REM también suele caracterizarse por una alta actividad de este rango de frecuencias.

Para concluir, conocer los diferentes tipos de ondas nos permite entender nuestros procesos mentales, nuestras emociones, actividades y dinámicas generan un tipo de “energía” en nuestro cerebro. La clave, por tanto, está en ser conscientes de ello, en aprender a relajarnos, en ser más receptivos, intuitivos o en favorecer, por ejemplo, ese control emocional, donde nuestra ansiedad trabaja a nuestro favor y nunca en nuestra contra.


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  • Kobayashi, K., Nagato, Y., Aoi, N., Juneja, L. R., Kim, M., Yamamoto, T., & Sugimoto, S. (1998). Effects of L-theanine on the release of alpha-brain waves in human volunteers. Journal of the Agricultural Chemical Society of Japan (Japan).
  • Lundqvist, M., Herman, P., Warden, M. R., Brincat, S. L., & Miller, E. K. (2018). Gamma and beta bursts during working memory readout suggest roles in its volitional control. Nature communications9(1), 1-12.

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