El papel de la microbiota intestinal en el autismo
Actualmente, siguen existiendo muchas preguntas relacionadas con el origen del autismo. No obstante, todo apunta a que la genética y la microbiota intestinal juegan un papel fundamental. Puesto que, hoy por hoy, no podemos alterar la secuencia de ADN, las últimas apuestas de tratamiento se centran en el papel de la microbiota intestinal en el autismo.
El autismo es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por la presencia de alteraciones en la comunicación y la interacció n social, junto a un patrón conductual repetitivo. Algunos de los síntomas más típicos son:
- Alteraciones del lenguaje. Aquí destacan la ecolalia (repetición de sílabas, palabras o frases que se acaban de escuchar) y la disartria (vocalización difícil y anómala).
- Hiperactividad.
- Alexitimia o incapacidad para comprender las emociones propias y ajenas.
- Anhedonia o ausencia de interés o placer ante cualquier circunstancia.
- Distancias sociales anormales.
- Movimientos y frases estereotipadas y repetitivas.
- Excesiva adherencia a la rutina y resistencia al cambio.
- Intereses fijos, restringidos e inusuales.
- Hiper o hiporreactividad a estímulos sensoriales.
Para que dichos síntomas motiven el diagnóstico de trastorno autista, deberían estar presentes desde la infancia pudiendo, en la mayoría de casos, establecerse un diagnóstico certero a los dos años.
No obstante, en algunos casos, los síntomas autistas no se detectan hasta más tarde, cuando las exigencias del entorno exceden las capacidades del niño o de la niña. En otros, los síntomas pueden pasar inadvertidos hasta la edad adulta porque el sujeto haya aprendido ciertas conductas con las que manejarse ante cualquier situación.
En cualquier caso, para hablar de trastorno autista, los síntomas deben limitar y alterar el funcionamiento diario de quien lo padece. Además, estos no se pueden atribuir a una discapacidad intelectual ni a un retraso global del desarrollo.
El origen del trastorno autista aún se desconoce
El origen del trastorno autista todavía es desconocido. No obstante, la mayoría de investigaciones confirman una etiología multifactorial compleja en la que microbiota intestinal y genética juegan un rol primordial. No obstante, sobre esta última, hoy por hoy, no podemos hacer nada.
A continuación, te contamos qué papel juega la microbiota intestinal en el autismo. Será el punto de partida para saber cómo modularla para eliminar o atenuar sus síntomas.
¿Qué papel juega la microbiota intestinal en el autismo?
Actualmente, parece que la microbiota intestinal, esa población de bacterias beneficiosas que habitan en el intestino de todo ser humano, constituye la diana terapéutica más prometedora para quienes padecen autismo. Tanto es así que la mayoría de las investigaciones al respecto intentan encontrar la mejor forma de mantenerla en unos niveles óptimos.
El eje intestino-cerebro juega un rol fundamental
La microbiota intestinal está directamente conectada con el cerebro a través del intestino, existiendo numerosas evidencias de su influencia sobre el comportamiento humano -el canal de influencia también funciona a la inversa-. De hecho, la mayoría de quienes padecen autismo muestran trastornos digestivos desde etapas muy tempranas.
Los sujetos autistas muestran una microbiota intestinal alterada junto a un aumento de la permeabilidad intestinal. Ambas situaciones se retroalimentan mutuamente y dan lugar a dos circunstancias que alteran el comportamiento del individuo: reducción de la síntesis de neurotransmisores y aumento de la inflamación neuronal.
Probióticos para modular la microbiota intestinal en el autismo
La microbiota intestinal de los sujetos autistas está caracterizada por un aumento de microorganismos perjudiciales y un descenso de aquellos que son beneficiosos. Es por ello que los probióticos han demostrado ser eficaces para combatir la sintomatología autista.
La terapia con probióticos debería dirigirse a erradicar a los microorganismos “enemigos”, al mismo tiempo que se aumenta la cantidad de aquellos que nos benefician.
El primer paso sería utilizar especies probióticas encaminadas a eliminar microorganismos patógenos, como la Cándida Albicans. Tras ello, deberíamos aumentar la población de especies beneficiosas como lactobacilos y bifidobacterias. El último paso sería combatir la permeabilidad intestinal a través de una terapia de probióticos específica.
Lactobacillus Rhamnosus y Bifidobacterium Longum pertenecen al grupo de los llamados “psicobióticos” y juegan un rol muy especial en el tratamiento del trastorno autista.
Además de regenerar la microbiota intestinal, es imprescindible seguir una alimentación rica en carbohidratos accesibles a la microbiota con el objetivo de nutrir a los microorganismos “amigos” con los que hemos repoblado el intestino.
Del mismo modo, resulta necesario abandonar el consumo de azúcares y grasas y reducir el consumo de proteínas, ya que todos ellos contribuyen a una microbiota con predominio de bacterias enemigas. Además, potencian la hiperactividad presente en la mayoría de sujetos con autismo.
Igualmente, una adecuada suplementación con precursores de GABA, antioxidantes y vitaminas del grupo B, también podría contribuir a mejorar el comportamiento autista.
Por otro lado, los probióticos, para ser efectivos, deben ser de origen humano, contener cepas que hayan demostrado eficacia frente al autismo, tener la capacidad de llegar vivos al intestino e ingerirse con un timing que evite que se invaliden entre así. Destacar que este conocimiento no nos exime de la obligación de consultar a un profesional experto en la materia si consideramos la idea de comenzar con la suplementación.
Modular la microbiota intestinal en el autismo a través del trasplante fecal
Actualmente, son múltiples los ensayos en los que se estudia cómo el trasplante fecal puede mejorar la sintomatología autista al cambiar la microbiota intestinal.
Los resultados, aunque todavía son inmaduros, son realmente esperanzadores. Sin embargo, todavía hay que ser cautos porque, se trata de material con ADN, y se desconocen sus consecuencias.
En España, fuera del ámbito de la investigación, el trasplante fecal solo se permite para tratar los casos de infección por Clostridium difficile resistente, donde alcanza unas tasas de curación próximas al 90%.
Hoy por hoy, la microbiota intestinal constituye la diana terapéutica más prometedora frente al autismo. Así, una adecuada suplementación con probióticos, junto a una pauta de alimentación específica, es clave para controlar los síntomas. En cuanto al trasplante fecal, todavía debemos esperar a que más investigaciones con resultados más concluyentes.
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