El poder de la intención para alcanzar metas
El ser humano aspira a la autorrealización, ya que esta es una de sus necesidades básicas. Para alcanzarla, establecemos metas y objetivos por los que trabajamos a medida que crecemos personalmente. Sin embargo, en múltiples ocasiones nuestros deseos e intentos se ven frustrados y nos rendimos a la mitad del camino. Si esto te sucede a menudo, la intención puede convertirse en tu mejor aliada.
¿Cuántas veces te has propuesto ser más paciente, más tolerante, estar en mejor forma física o (simplemente) sentirte más feliz? Y, ¿en cuántas ocasiones dichos objetivos te han parecido inalcanzables y has cejado en el empeño de alcanzarlos?
No existe un único factor que explique este fenómeno al que todos nos enfrentamos en algún momento; pero, sin duda, la falta de una intención clara es uno de los principales motivos.
¿Qué es la intención?
La palabra intención puede resultar ambigua y prestarse a confusión. En ocasiones la utilizamos como sinónimo de una idea vaga y difusa que pretendemos poner en marcha en un futuro lejano e incierto. Por ejemplo, cuando afirmamos: tengo la intención de llevar una vida más saludable. Esta no es la definición que emplearemos en las siguientes líneas. La intención que hoy nos ocupa es aquella que refleja una decisión firme e inquebrantable que se toma desde el convencimiento. Una declaración de intenciones.
La diferencia principal que separa los dos anteriores conceptos es la posición personal desde la que se realiza la intención, el lugar de donde proviene la fuerza y el impulso: desde dentro o desde fuera. Piénsalo por un momento, ¿cuántas de las metas que te planteas surgen realmente desde tu deseo interior y cuántas vienen motivadas por la presión social externa?
Este es uno de los elementos principales que nos hacen fracasar en el logro de nuestros objetivos. Cuando una persona actúa movida por su propia convicción interna es mucho más sencillo que persevere y sea capaz de sobreponerse a los obstáculos que si ha emprendido el camino por obligación o imposición ajena. En definitiva, la intención es la diferencia entre, por ejemplo, “tengo que ser más sociable” (porque así lo dictan los demás) y “voy a ser más sociable” (porque yo deseo serlo).
¿Cómo puede ayudarte la intención a alcanzar tus metas?
La intención puede ayudarte a conseguir objetivos a corto plazo como, por ejemplo, no quejarte durante un día o practicar la gratitud por una semana. Pero también puede emplearse para realizar un cambio más prolongado y significativo. Las principales formas en las declarar una intención puede acercarte a tus metas son las siguientes:
- Te ayuda a definir un objetivo claro y a tenerlo presente. El simple hecho de decidir realizar un cambio y expresarlo en voz alta o por escrito nos centra y nos impulsa hacia esa meta.
- La intención de alcanzar un propósito permite identificar con más claridad los pensamientos, emociones y acciones van acordes al mismo y cuáles no. De este modo, resulta más sencillo reconocer cuándo estamos incurriendo en actitudes “erróneas” (que nos apartan del objetivo) y redirigirnos.
- De la misma forma, es más fácil tomar conciencia de todos los avances, mejoras y logros, por pequeños que sean. Celebrar los propios éxitos y autorreforzarse por el cumplimiento de pequeñas submetas es fundamental para no abandonar el propósito.
- La intención que surge de forma interna actúa como elemento de automotivación. Así, cuando aparecen obstáculos o dificultades, la persona es más capaz de perseverar y mantenerse optimista y centrada en la meta.
El sacrificio no es el único camino
La principal ventaja que ofrece la intención es que, al actuar movidos por un genuino deseo interior, desaparecen las sensaciones de presión e imposición externa. De este modo el proceso se vuelve mucho más ligero, agradable y gratificante. El sacrificio se sustituye por motivación y el sufrimiento por aprendizaje.
Así, utiliza el poder de la intención siempre que desees obtener un objetivo o realizar un cambio. Puedes comenzar con metas sencillas y asequibles; por ejemplo: por la mañana, al levantarte, declara tu intención de tener un estado de ánimo positivo durante ese día. Comprobarás cómo tu mente comienza a colaborar contigo para ayudarte a lograr lo que te propones. Pero, sobre todo, busca tus propios motivos para trabajar en ese propósito, cambia el “debo” por el “quiero” y vivirás la experiencia de un modo más fluido.
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