El riesgo de ser una madre o padre presente, pero ausente
Hay padres y madres que a pesar de estar presentes son emocionalmente inaccesibles. Enfundados en sus preocupaciones cotidianas y mundos particulares, no se dan cuenta que los niños tienen un radar de autenticidad con el que perciben esa descuidada y fría lejanía, ese estar ausente, ese vacío que lo queramos o no, puede dejar huella en ellos.
Según un curioso estudio dirigido por la Universidad de Boston (Estados Unidos) y llevado a cabo en diversos restaurantes de comida rápida, se descubrió que una de las causas más comunes por las que los padres dejan de estar presentes se debe al uso excesivo de los teléfonos móviles. Un claro reflejo de la sociedad actual y por la que, posiblemente, esos niños se convertirán también el día de mañana en “adolescentes ausentes”.
Todo niño necesita ser reconocido por sus padres, y para ello, busca esa conexión emocional que nace del mismo corazón, de la misma mirada sincera que sabe estar ahí, siendo presente y auténtica.
El tema de los padres ausentes se alza como un aspecto que preocupa mucho a psicólogos y pedagogos de todo el mundo. Tanto es así, que el mercado editorial empieza ya a ser sensible a este tipo de crianza con la cual, aprender a estar presente en cuerpo, alma y corazón para nuestros hijos. Un ejemplo de ello lo tenemos en el libro “Parenting in the present moment” de la doctora Carla Naumburg.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
El padre y la madre ausente: consecuencias
Los niños pueden llegar a aceptar nuestras mentiras con lealtad. Cuando les decimos aquello de “sí, claro que te escucho cariño, claro, tu dibujo es muy bonito” asentirán con el rostro, pero sus miradas sabias y sus corazones hambrientos sabrán que su padre, que su madre no está con ellos, que sus palabras no son del todo sinceras porque sus mentes están muy, muy lejos.
Un te quiero tiene más poder que un regalo. Una risa, un abrazo y un “estaré contigo siempre” son armas de poder para crear un vínculo inquebrantable con nuestros hijos.
Sabemos que nuestros trabajos, los problemas cotidianos y las presiones a las que debemos hacer frente son una prioridad para mantener el equilibrio familiar. Ahora bien, para educar a un niño no basta con darle un techo, sustento, calor, alimento y plaza en un colegio. Los niños tienen necesidades emocionales que deben ser satisfechas para que su desarrollo psíquico y neurológico se constituya con normalidad.
Consecuencias de estar presente pero ausente
Algunas de las consecuencias que pueden originarse de ese estar presente pero ausente de los padres son:
- Los niños nunca van a cuestionar al adulto. Si perciben que su madre, que su padre está con ellos pero no les ofrece afecto o atención porque está ausente pensarán que la culpa es suya. Interiorizarán un rechazo, un dolor emocional que va a dejar huella en su cerebro.
- Los niños anhelan atención para sentirse reafirmados, para construir su identidad. Si no sienten la fuerza de ese vínculo tendrán problemas en su autoestima. A corto plazo, pueden reaccionar de dos formas: aislándose o reaccionando con rabia o con conductas desafiantes.
- En ocasiones, puede ocurrir que los padres solo estén presentes de cara a pautar determinadas órdenes como “cuando ir a dormir, cuando lavarse los dientes, levantarse, vestirse, hacer los deberes…” Nadie escucha a los pequeños de la casa, nadie consuela sus miedos, ríe sus ocurrencias o da alas a sus sueños. Los niños, poco a poco, caen en el triste abismo de la soledad parental.
Cómo conseguir ser padres y madres presentes
Ahora ya sabemos que no basta con estar físicamente, que debemos limitar el uso del móvil y que nuestros niños, disponen de un perspicaz e intuitivo radar emocional con el que van a percibir al instante si estamos con ellos de forma auténtica, sincera y plena. Ahora bien… ¿qué más nos faltaría? ¿Qué estrategias debemos poner en práctica para satisfacer todas las necesidades de nuestros hijos?
Te invitamos a reflexionar en estos aspectos básicos.
- Escucha a tus hijos. Parece obvio, pero no todos los padres lo hacen de forma efectiva. Escuchar es mirar a los ojos y dar auténtica importancia a cada palabra que nos digan los niños, por muy ingenuo o estrambótico que sea su razonamiento. No importa, el mejor momento para educar y hacer feliz a tu hijo es AHORA.
- Sí esos momentos de complicidad cotidiana. Hay momentos que deben convertirse en rituales obligados con el que compartir TIEMPO con tus hijos, pero tiempo de calidad. Esas charlas mientras comemos, esos cuentos y conversaciones antes de dormir… Son instantes mágicos con los que estar presente, instantes que crean marcas emocionales en los niños.
- Enséñales a ser pacientes. Para ser un padre o madre presente también es necesario enseñar a nuestros hijos que en ocasiones, hay esperar y saber gestionar la frustración. Queda claro que no vamos a poder estar con ellos a cada hora del día, todos tenemos responsabilidades. Hay que ser pacientes para poder conseguir lo que uno desea: compartir tiempo de calidad.
- Potencia su imaginación, juega con ellos. Si quieres que tus hijos sean personas felices, enséñales cómo es un adulto feliz a través de ti. Juega con ellos, trasmíteles entusiasmo, desarrolla su imaginación a través del juego, de ese modo, darás alas a sus sueños, reforzarás su autoestima regalándoles reconocimiento, y ese cariño sincero que edifica mentes más libres y corazones más fuertes. Vale la pena.