El secreto para conectar con los demás
La teoría de la mente se ha utilizado tradicionalmente para analizar las explicaciones que las personas damos de nuestras propias conductas, refiriéndose básicamente a la facultad que tenemos para comprender nuestro comportamiento y el de los demás. Para poder entenderlo mejor podemos darte un sencillo ejemplo. Imagina que vas un día a casa y tu madre te enseña una bonita caja de bombones, la abre y en su interior hay un juego de llaves. Como ya está vacía y la caja es muy decorativa, ha decidido utilizarla para guardar cosas.
Unas horas después tu hermano llega a casa y se encuentra con esa caja de bombones en el salón ¿Qué crees que pensará que hay dentro? Evidentemente, pensará que hay bombones. Pero vayamos un poco más allá introduciéndonos en la mente de un niño autista: su profesora le enseña un tubo de plástico de los que habitualmente se venden llenos de chocolate o golosinas, y le pregunta ¿Qué hay en su interior? El niño, obviamente dice “caramelos”. Pero la profesora lo abre y le enseña un lápiz. Seguidamente le pregunta: “Y si le enseño esto a tu madre ¿Qué creerá que hay dentro?”, el niño autista responde “Un lápiz”.
La teoría de la mente tiene pues esta finalidad, comprender qué procesos hacen que podamos entender el comportamiento de los demás, pudiendo predecir además algunas de sus acciones.
LA MAYORÍA DISPONEMOS DE UNA TEORÍA DE LA MENTE
La teoría de la mente es una expresión utilizada por la psicología y la filosofía para designar esa habilidad que casi todos disponemos para pensar en cómo van a reaccionar las personas, y hacer “conjeturas” sobre sus comportamientos. Fue Baron Cohen quien nos la introdujo, señalándolos incluso que existen estudios que nos demuestran cómo los animales disponen además de esta habilidad, ellos saben perfectamente cuando uno de sus congéneres está jugando a pelear o se está peleando de verdad, pueden incluso sacar conclusiones sobre nuestro propio comportamiento… se trata en esencia de un pensamiento “estratégico” para reflexionar sobre el propio conocimiento.
Los científicos nos dicen además que todos empezamos a mostrar una “teoría de la mente” aproximadamente sobre los 3 o 4 años, momento en que se activa una capacidad congénita mediante la cual empezamos a interaccionar con nuestro ambiente comprendiendo al resto de seres humanos, mirándoles al rostro y advirtiendo qué significa estar alegre o triste, desarrollando esa dimensión imprescindible llamada “intuición”.
AUTISMO Y TEORÍA DE LA MENTE
Ya habremos deducido llegado este punto, que existen determinadas personas que no son capaces de desarrollar una habilidad completa de la teoría de la mente. Los autistas, quienes sufren una patología innata, no son capaces de establecer lazos de contacto afectivos con las personas de su entorno, su soledad autística les impide interpretar las emociones, su comunicación es limitada y muy restringida, y sus comportamientos, estereotipados.
Humphrey (1986) nos hablaba por ejemplo de su falta de “ese ojo interior”, ese que nos permite saber qué les ocurre a las personas y cómo hemos de comportarnos acordemente a sus emociones, está claro que nosotros no podemos “leer la mente”, pero disponemos de unas teorías básicas y esenciales sobre cómo funciona la mente en sí, podemos intuir cómo van a reaccionar las personas porque nos ponemos en su lugar, porque podemos predecir a partir de nuestra propia experiencia y nuestra sensibilidad qué es lo que sienten y por qué hacen determinadas cosas, nuestra empatía, nuestra flexibilidad cognitiva son pilares indispensables.
Pero las personas con un espectro autista se rigen por automatismos donde encontrar su orden, algunos pueden disponer de una afilada inteligencia lógico-matemática, pero nuestra realidad social es tan compleja, tan trufada de ambigüedades, códigos implícitos, lenguajes no verbales, y universos emocionales, que ellos se sienten incapaces de alcanzar esta teoría de la mente donde la reciprocidad emocional es básica, donde existen dobles intenciones y complicadas señales sociales que no pueden alcanzar.
La teoría de la mente es pues un fenómeno biológico, innato e instintivo para la mayoría de personas, es sin duda un legado maravilloso que nos permite relacionarnos de modo más eficiente con los nuestros.