El síndrome de la bella durmiente
Cuenta la historia que la bella durmiente se pinchó un dedo y desde entonces su destino es dormir hasta que el hombre de su vida, un guapo príncipe, la despierte con un beso. Pero, en el caso de quienes padecen el síndrome de Kleine-Levin, no ha sido necesario para ellos pincharse con ninguna aguja y, por más que el amor de sus vidas los bese, no se despiertan en al menos dieciocho horas seguidas de sueño.
El síndrome de la bella durmiente o de Kleine-Levin consiste en dormir por periodos prolongados de tiempo, que pueden abarcar desde casi un día entero hasta semanas. El paciente presenta una somnolencia que no puede controlar, lo cual lo conduce a un estado de hipersomnia. Otros síntomas incluyen alimentarse de forma compulsiva (puesto que en sus periodos de sueño prácticamente no comen), desorientación (tanto en el tiempo como en el espacio), conducta agresiva, deterioro de las capacidades mentales e, incluso, alucinaciones. En resumen, nada tan romántico como el cuento de hadas que da su nombre común al trastorno.
Una vez que pasa la crisis, los pacientes del psíndrome de Kleine-Levin regresan a la normalidad, aunque pueden sufrir de amnesia o alteraciones en la memoria a corto plazo, por lo que no consiguen recordar prácticamente nada de su periodo de sueño intenso. Además, debido a la enorme cantidad de tiempo que pasan durmiendo, sufren un deterioro social, laboral y emocional, al ser incapaces de llevar a cabo sus actividades diarias.
Este tipo de trastorno neurológico es poco frecuente. Por lo general, se presenta en varones adolescentes y ocasionalmente en mujeres. Los primeros casos se registaron en la década de los años veinte y, aunque desde entonces son pocos los pacientes diagnosticados, la falta de información sobre el tema puede hacer que existan muchos más confundidos con otros padecimientos mentales, como la esquizofrenia.
La causa del síndrome de la bella durmiente aún se desconoce con certeza. Algunos estudios señalan que se trata de un trastorno en el hipotálamo y otras anomalías en el desarrollo del cerebro. Asimismo, los tratamientos no han probado hasta el momento eliminarlo de forma definitiva. La cura, ciertamente, no está en un romántico beso de cuento mágico. Solo un 20% de los pacientes han dejado de tener episodios en una media de seis años, pero aún se desconoce si se trata de una curación permamente.
Sin embargo, varias personas que padecen el síndrome de la bella durmiente han respondido bien a la terapia con sales de litio, además del apoyo psicológico, para poder lidiar con las consecuencias de sus crisis de sueño. La combinación de fármacos con psicoterapia y la misma evolución del padecimiento pueden conducir, así, a un pronóstico favorable.
De este modo, quienes duermen más de la cuenta, pueden despertarse por sí mismos y comprobar que la vida es mucho más que sueño.
Imagen cortesía de Neil Krug