El Síndrome del Impostor: cuando saber demasiado nos da inseguridad
Sentir inseguridad es en cierto modo algo normal, sobre todo cuando tenemos que enfrentarnos a algún reto o a una situación novedosa que no sabemos controlar. Pasado un tiempo, en el que nos habituamos a esta situación, fallamos, aprendemos de nuestros errores y vamos creciendo, vamos adquiriendo cada más seguridad, hasta llegar a un punto en el que realmente somos conscientes de que somos unos expertos en el asunto.
En el “Síndrome del Impostor” esto no ocurre. Aunque la persona realmente sea un especialista en la materia, alguien que ha acumulado grandes logros, es venerado por su entorno y es capaz de desenvolverse en esos temas con gran profesionalidad, sigue experimentando una profunda inseguridad.
Estas personas no son capaces de asumir que su éxito se debe a ellos mismos, a su propia inteligencia y que realmente lo tienen merecido. Al contrario, tienden a penar que todo ha tenido lugar debido a una serie de golpes de suerte o a factores extrínsecos.
No es que sea falsa modestia, ni mucho menos, es que realmente no lo ven así. De echo, muchos de ellos piensan que están estafando a sus clientes o pacientes, tal y como lo haría un impostor. No creen en sus capacidades, no se sienten competentes, aunque la evidencia les indique lo opuesto.
¿Cuál es el origen de este síndrome?
Parece que existen algunos factores predisponentes que pueden explicar por qué algunas personas se sienten unas fracasadas o que “nunca están a la altura”. Fue la Doctora Valeria Young, experta sobre el tema, quien propuso algunas de estas posibles causas, a saber:
La dinámica familiar en la infancia o la educación recibida
Si has sentido que de pequeño y en tu juventud tus padres te presionaban para sacar las mejores notas o bien te comparaban con alguno de tus hermanos, un compañero de clase o cualquiera que parecía ser más inteligente que tú, es probable que en la actualidad te sientas un incompetente aunque realmente no lo seas o bien que experimentes esa necesidad de llegar más lejos de lo que estás ahora.
Estereotipos sexuales
En la actualidad sabemos que afecta por igual a hombres y mujeres, pero hace unos años se pensaba que ocurría más en mujeres. Se pensaba que era así debido a los mensajes recibidos sobre éxito en hombres y fracaso en mujeres y a la presión de la sociedad para que la mujer sea perfecta ejerciendo demasiados roles al mismo tiempo, sin perdonar ni comprender un fallo en ninguno de ellos.
La mujer, en ocasiones, se ha sentido casi sin derecho a experimentar el éxito, ya que era algo reservado para los hombres.
Diferencias salariales
Cuando en nuestro trabajo no somos valorados económicamente de manera justa tendemos a creer que es porque no somos tan competentes como deberíamos ser, y que por eso no somos recompensados. Las mujeres, sobre todo, han sufrido esta diferencia salarial respecto a los hombres y esto ha repercutido en su falta de valoración profesional.
Altas expectativas y auto-exigencias
Las personas que padecen el “Síndrome del Impostor” son tremendamente perfeccionistas y auto-exigentes. Se imponen unas metas demasiado altas, difíciles de alcanzar casi por cualquier persona, por muy competente que se sea. Por este motivo, suelen pensar que son mediocres en lo que hacen, cuando en realidad distorsionan la realidad: son sumamente competentes y buenas, lo único que ocurre es que no son perfectos ni demasiado hábiles ajustando sus metas.
Estas altas expectativas y exigencias vienen dadas por una baja autoestima de base y un pobre autoconcepto. Dos factores que son reforzados muchas veces por la envidia de compañeros o por ciertos comentarios despectivos que han sufrido durante su etapa escolar o profesional.
¿Cómo puedo superar el “Síndrome del Impostor”?
El síndrome del impostor, es el síndrome de la inseguridad, de no sentirse nunca a la altura de las circunstancias. La persona se ve a sí misma como alguien que no merece sus logros, elogios o éxitos y que si los demás descubrieran lo incompetente que es en realidad, lo tacharían de impostor. Su versión contraria la podemos encontrar en el síndrome Dunning-Kruger, en el que personas realmente ignorantes, ignoran hasta su propia ignorancia.
Es curioso porque esta inseguridad teñida de un perfeccionismo extremo puede desembocar finalmente en lo que finalmente se teme: el fracaso. Y sin embargo, personas más incompetentes, debido a que creen más en sí mismas y se muestran más confiadas, pueden acabar alcanzando logros.
Por lo tanto, para superar el síndrome del impostor el primer paso es creer en nosotros mismos. La clave reside en conocerse bien, saber qué podemos dar y dónde se encuentran nuestras limitaciones. A partir de ahí confiar en nosotros, sabiendo que muchas veces vamos a equivocarnos.
También es necesario que empieces a aceptar y a disfrutar de tus éxitos y logros, no que los minimices. Si tú no te valoras por lo que haces, es difícil que los demás lo hagan. Cada vez que recibas un elogio, agradécelo y haz que sirva de motivación y refuerzo para el futuro.
Por último, deja de postergar. Las personas que sufren este síndrome a menudo postergan sus tareas porque temen fallar si las comienzan a hacer. El resultado es que nunca están satisfechos con su trabajo y esta insatisfacción se traduce en una desmotivación y en ocasiones incluso en ansiedad o depresión respecto a las tareas que han de emprender.
Como puedes ver, incluso las personas más exitosas a menudo se sienten incompetentes y albergan una gran inseguridad. La clave no es conseguir nada, sino aceptarse sin condiciones. Solo de esta forma podremos llegar hasta donde nos propongamos y, en caso de no hacerlo, comprender las razones por las que no lo hemos hecho.