El trastorno bipolar en niños
¿Has observado que tu hijo experimenta estados de ánimos demasiado intensos? ¿Tiene cambios extremos de comportamiento? ¿Tiene períodos muy tristes y de repente, se muestra muy entusiasta y con una alegría exagerada en ocasiones? Si este tipo de comportamientos se dan de manera permanente en el tiempo y forman parte de la rutina diaria, quizás tu hijo sufra trastorno bipolar.
Ahora bien, no todos los cambios repentinos e intensos de estado de ánimo en los niños significan que exista este trastorno. Esto solo puede confirmarlo un especialista en salud mental tras haber realizado una evaluación adecuada. No obstante, la mayoría de los casos se diagnostican en niños mayores y adolescentes, aunque puede ocurrir a cualquier edad. Profundicemos.
¿En qué consiste el trastorno bipolar en niños?
El trastorno bipolar afecta al estado de ánimo y a la energía de los niños provocando cambios bruscos en sus estados emocionales.
A veces se sienten muy felices, excesivamente contentos y no paran de un lado para otro. Se trata de un período de exaltación fuera de lo común. A este estado se le denomina manía. Otras veces se sienten demasiado tristes, con un estado de malestar que les influye en su nivel de actividad y energía y que es conocido como depresión.
“Los niños que padecen un trastorno bipolar experimentan cambios inusuales en su estado de ánimo”.
A diferencia del trastorno bipolar en adultos, en los niños los síntomas tanto maníacos como depresivos ocurren durante el mismo día o pueden aparecer de forma simultánea. Por ello, el trastorno bipolar en niños puede ser más grave en esta etapa que en la adolescencia o la adultez.
Ahora bien, es importante tener claro que el trastorno bipolar no es lo mismo que los altibajos normales de comportamiento y estado de ánimo que puede experimentar cualquier niño. De hecho, a los niños que lo padecen les suele resultar difícil cumplir con sus tareas escolares o socializar con sus compañeros y familiares.
La manía
El rasgo esencial de un episodio maníaco es un período definido por un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable. También se caracteriza por un aumento anormal o persistente de la actividad o energía.
El estado de ánimo en un episodio maníaco se suele describir como eufórico, excesivamente alegre, alto o “sintiéndose por encima del mundo”. En los niños, la alegría, la “tontería” y la “bobería” son normales en el contexto de circunstancias especiales. Sin embargo, si estos síntomas son recurrentes, inapropiados para el contexto y van más allá de lo esperado para el nivel de desarrollo del niño, entonces debemos prestar atención.
Elevados niveles de actividad y grandiosidad
Durante el episodio maníaco, el niño puede implicarse en muchos juegos nuevos y solapados. Incluso, en ocasiones durante horas intempestivas del día. Además, presenta una autoestima elevada que va desde la autoconfianza carente de crítica hasta una marcada grandiosidad que puede alcanzar dimensiones delirantes.
Los niños sobreestiman normalmente sus habilidades y están convencidos, por ejemplo, de que son los mejores en un deporte o los más listos de la clase.
El convencimiento que tiene el niño acerca de su grandiosidad sigue presente a pesar de existir pruebas claras de lo contrario. Además, el niño podría intentar una hazaña que sea claramente peligrosa.
Menor necesidad de sueño
Uno de los rasgos más frecuentes de la manía es una menor necesidad de sueño. Esto es distinto del insomnio. En el insomnio, la persona quiere dormir o siente la necesidad de dormir pero no puede, mientras que cuando existe un episodio de manía, la persona duerme poco o se despierta varias horas antes de lo habitual, sintiéndose descansado y lleno de energía.
A menudo, una menor necesidad de sueño avisa del comienzo de un episodio maníaco.
La depresión
La depresión hace referencia a un conjunto de síntomas relacionados que aparecen y desaparecen conjuntamente. Este conjunto suele estar formado por tristeza, irritabilidad, pérdida de interés, fatiga, sentimientos de inferioridad y culpabilidad, enlentecimiento psicomotor, insomnio, ideas de suicidio, falta de apetito, pérdida de peso y dificultad para concentrarse.
Es importante recordar que con frecuencia los niños se sienten tristes, desganados, irritables, cansados o culpables. Es preciso diferenciar la aparición conjunta de estos comportamientos normales de la presencia de un síndrome de depresión.
“Con frecuencia los niños se sienten tristes, desganados, irritables, cansados o culpables”.
Así, por ejemplo, hay que diferenciar un estado normal de falta de motivación y quejas de aburrimiento ante la realización de ciertas actividades, del síntoma depresivo de desinterés persistente y generalizado por todo tipo de actividades.
También es necesario diferenciar las pocas ganas de comer y la tendencia a eternizar las comidas, de la pérdida pronunciada de apetito que constituye un síntoma depresivo. O diferenciar el típico cansancio producto de las largas jornadas escolares y extraescolares, de la fatiga continua depresiva.
Síntomas del trastorno bipolar en niños
Los niños que sufren un episodio maníaco pueden sentirse excesivamente felices, expresar repentinamente su mal genio, hablar de forma rápida sobre muchos temas distintos, tener dificultades para permanecer dormidos pero sentirse descansados, tener problemas de concentración, realizar conductas peligrosas, etc.
Los niños que sufren un episodio depresivo pueden sentirse demasiado tristes, presentar quejas somáticas como dolores de cabeza o estómago, dormir muy poco o demasiado, sentirse inferiores a los demás o culpables… También pueden tener muy poca energía y falta de interés en juegos divertidos y hasta llegar a pensar en la muerte o el suicidio.
¿Cuál es la causa del trastorno bipolar en niños?
Como pasa con muchos otros trastornos y enfermedades, no existe una única causa para explicar el origen del trastorno bipolar en niños. Así, son varios los factores que pueden ocasionarlo.
La genética cumple un papel importante en el desarrollo del trastorno bipolar en niños, ya que es hereditario, así que los niños con antecedentes en su familia tienen más probabilidad de desarrollarlo. Por otro lado, también se ha hipotetizado acerca de que exista alguna anormalidad en la estructura o función del cerebro. Un dato para reflexionar es que el trastorno bipolar es más frecuente en los países ricos que en los países pobres.
“Son varios los factores que pueden hacer que un niño desarrolle un trastorno bipolar”.
Si su hijo sufre un trastorno bipolar, debe saber que el tratamiento es similar al de los adultos. El tratamiento puede ayudar a controlar los síntomas y funciona mejor cuando es continuo y no interrumpido. Los medicamentos suelen resultar de utilidad para la estabilidad el humor.
Con el tratamiento adecuado, los niños que padecen un trastorno bipolar deberían mejorar con el paso del tiempo. Ahora bien, suele ser normal que haya que probar varias veces antes de dar con el tratamiento ideal para cada persona.
Bibliografía
Comeche Moreno, Mª Isabel. Manual de terapia de conducta en la infancia. Dykynson-Psicología. Madrid, 2012.
American Psychiatry Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.